Rusia fortalecerá su poder militar en la anexionada península de Crimea
Los ministros de Exteriores de la OTAN optan por más coordinación ante la amenaza rusa
Rusia reforzará su agrupación militar en la península de Crimea, según manifestó su embajador permanente en la OTAN y ex viceministro de Exteriores, Aleksandr Grushkó, en un telepuente entre Bruselas y Moscú organizado por la agencia Ria-Novosti. La víspera, en Turquía, los ministros de Exteriores de la Alianza Atlántica concluyeron una reunión en la que abogaron por una mayor coordinación interna ante una eventual amenaza rusa.
Grushkó atribuyó las intenciones rusas a dos factores. El primero es que “los países de la OTAN en los últimos tiempos incrementan su actividad junto a las fronteras nacionales” y el segundo, la necesidad de modernizar la flota rusa del mar Negro. “Durante muchos años era necesario modernizar la flota, pero no podíamos hacerlo porque la parte ucrania ponía todo tipo de obstáculos”, dijo el embajador.
Litigio con Francia por los portaaviones
El Kremlin se rige por el principio “o la mercancía o el dinero” para resolver el contencioso sobre los dos portaaviones Mistral que Francia construyó para la Marina rusa y cuya entrega se ha visto bloqueada por las sanciones occidentales.
El presidente ruso, Vladímir Putin, y el francés, François Hollande, fijaron el principio en cuestión en abril. Pero el problema no se ha resuelto.
Según el periódico Kommersant, París propone devolver unos 785 millones de euros que Moscú solo recibiría tras autorizar por escrito la venta a terceros de las dos naves. Rusia rechaza ese enfoque y valora en 1.163 millones de euros los costes por la rescisión de contrato.
Tras la desintegración de la URSS y el reparto de los buques de la marina soviética, Rusia mantuvo la principal sede de su flota del Mar Negro en Crimea en virtud de acuerdos firmados en 1997 y 2008 con Ucrania, país al que por derecho internacional pertenece aquella península.
En virtud del memorando de Budapest (1994), Rusia, EE UU y Reino Unido garantizaron la integridad territorial de Ucrania a cambio de que ésta entregara a Moscú las armas nucleares heredadas de la URSS. Estas armas habían estado también estacionadas en silos ubicados en las entrañas del escarpado relieve de Crimea.
Desde que tomó la península en marzo de 2014, Moscú ha incrementado sus efectivos militares en Crimea (antes de un máximo de 25.000 uniformados en virtud de su acuerdo con Ucrania) y ha transportado equipo y armamento en transbordadores por el estrecho de Kerch. Desde allí, durante el verano, las columnas militares ocupaban la carretera que cruza la península en ruta hacia sus nuevos emplazamientos.
En un documental emitido el pasado marzo, el presidente Vladímir Putin admitió que había estado dispuesto a poner en disposición de combate el arma nuclear rusa en la operación militar en Crimea. También confirmó haber enviado unidades especiales del contraespionaje militar (el GRU) y fuerzas de infantería de Marina y paracaidistas, y que había trasladado a “miles de oficiales y soldados de distintas unidades en pocos días” en una operación de puente aéreo. El jefe del Estado ruso reconoció que Rusia había transportado a Crimea complejos de misiles del tipo Bastión, que, según él, son los más eficaces del mundo para la defensa del litoral. Si los sistemas ucranios hubieran disparado, “los habríamos aniquilado”, afirmó Putin.
Por otra parte, en Kiev, el presidente Petró Poroshenko abogó este viernes por la coordinación de actividades de Ucrania con EE UU en una cita con la ayudante del secretario de Estado norteamericano, Victoria Nuland, en la que debatió sobre la situación en el este del país. Poroshenko dijo que Ucrania cumple los acuerdos de Minsk.
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