53 jefes de Estado confirman que asistirán al funeral por Nelson Mandela
El Gobierno habilita tres estadios más para la despedida popular al líder fallecido Sudáfrica le dedica los rezos de este domingo
Detalles con cuentagotas para conocer los pormenores de los funerales de Nelson Mandela. Cincuenta y tres jefes de Estado han confirmado ya su asistencia a los actos que el domingo 15 en Qunu, donde será enterrado en un funeral de Estado en su mausoleo familiar. En representación española estarán el príncipe Felipe y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que coincidirán, entre otros, con el presidente estadounidense, Barack Obama, y dos de sus antecesores, George W. Bush y Bill Clinton.
Sin embargo habrá una ausencia destacada. Los intereses políticos y económicos se imponen. El Dalai Lama "no tiene planes de ir" a Sudáfrica, ha asegurado a la agencia France Presse su portavoz, sin precisar las razones que le harán perderse el último adiós al que fue su amigo.
Este domingo --tercer día de luto en el país-- los sudafricanos han respondido masivamente al presidente Zuma y están llenando los centros de culto de todo el país en memoria el primer presidente negro. Los domingos siempre son días en que las iglesias cristianas se llenan pero en esta ocasión se han acercado incluso los que normalmente no acuden a celebraciones religiosas.
Zuma ha asistido al servicio de la iglesia metodista del barrio de Bryanston, donde coincidió con la exesposa de Mandela Winnie, y con su nieto y jefe del clan, Mandla. En su discurso, el presidente ha alentado a seguir velando con los valores de libertad, justicia, igualdad, perdón y reconciliación que siempre defendió Madiba.
En Soweto, el gueto que plantó cara al apartheid y en el que vivió Mandela antes y después de pasar 27 años en prisión, también se ha recordado su legado en la emblemática iglesia Regina Mundi, la mayor católica del país. El templo tiene un significado especial ya que durante el apartheid los miembros del Congreso Nacional Africano solían reunirse allí clandestinamente y durante las revueltas estudiantiles de Soweto en 1976 los jóvenes se refugiaron allí de los disparos de la policía. Una imagen de un sonriente Mandela aparece incluso en uno de los vitrales.
Cerca de la iglesia, en la calle Vilakazi, las plegarias se han transformado en bailes y canciones en memoria de Mandela, lo mismo que en Houghton, el barrio donde falleció el miércoles a los 95 años.
Por todo el país se han sucedido los homenajes con flores, música, rezos. Desde Ciudad del Cabo a las áreas más rurales, la población está saliendo a la calle a rendir tributo al hombre que reconcilió las razas y evitó una guerra civil tras el apartheid.
La familia Mandela ha hecho público un comunicado en el que agradece las muestras de cariño que está recibiendo y afirma que a pesar de “la tristeza” que les embarga “no desaparecerá” como clan. “Mandela es una flor y continuará floreciendo”, dice para pedir al mundo que “mantenga su sueño vivo”.
El periódico sudafricano City Press desvela en su edición dominical que la viuda de Mandela, Graça Machel, estuvo hasta su último respiro al lado de su marido.
El Gobierno ha anunciado este domingo que, ante la previsión de que decenas de miles de sudafricanos vayan a despedir a Mandela en el estadio Soccer City de Soweto, va a acondicionar otros tres campos de fútbol para seguir los actos.
Además del nuevo estadio, donde se jugó la final del Mundial en 2010, en Soweto estarán abiertos los del Orlando Pirates y Maroco, mientras que en el centro histórico de Johanesburgo se habilitará otro emblemático lugar para Madiba: el Ellis Park, el campo de rugby donde un satisfecho Mandela recién llegado a la presidencia pudo entregar la copa que acreditaba a Sudáfrica como campeona del mundo de rugby ante Nueva Zelanda. Corría 1995 y aquella final fue mucho más que un partido porque por primera vez negros y blancos eran una sola voz en apoyo a la selección nacional, los Springboks, tradicionalmente seguidos solo por blancos. Mandela pidió a su pueblo que animaran juntos y la ciudadanía respondió.
Todo apunta a que el líder tibetano ha preferido ausentarse del funeral para evitar más controversias con Sudáfrica, que en octubre de 2011 ya le vetó la entrada negándole el visado para acudir a los actos de celebración del 80 aniversario del arzobispo Desmond Tutu. En la raíz del desencuentro entre el Dalai y Sudáfrica se encuentra China y su particular lucha contra el Dalai y los movimientos libertadores de Tíbet.
China es el gran inversor en África y con los sudafricanos comparte silla en el club de los países emergentes, los BRICS, así que el Gobierno de Jacob Zuma siempre intenta tener contentos a sus socios. Tras dos vetos, el religioso tibetano renuncia incluso a solicitar el visado.
“Es doloroso para todos. He leído que periodistas de todo el mundo han venido a la ciudad para despedir a Tata [otro de los nombres cariñosos con los que se conoce al premio Nobel de la Paz de 1993]. Es maravilloso que todo el mundo esté con nosotros en estos momentos tan tristes”, ha afirmado Sunny Boy Themba, un taxista que confía que los funerales animen su negocio.
La organización estima que más de 2.500 periodistas informarán sobre la despedida y los funerales del hombre que acabó con la segregación racial institucionalizada en Sudáfrica.
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