EE UU calibra la sinceridad de Rusia en su oferta para el desarme químico
Kerry y Lavrov se reúnen este jueves en Ginebra en busca de una base de negociación en Naciones Unidas
Liberado temporalmente del riesgo de una derrota en el Congreso, Barack Obama busca ahora un acuerdo con Rusia que garantice una vía creíble, rápida y verificable para el control y posterior eliminación del arsenal químico de Siria, un objeto que se antoja tan difícil como ha sido la creación de un consenso para una intervención militar, por ahora aplazada. Los primeros intentos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de alcanzar una posición común han fracasado estrepitosamente.
Mientras los contactos prosiguen en la ONU, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se reunirá este jueves en Ginebra con su colega ruso, Sergei Lavrov, para conocer con exactitud qué es lo que Rusia propone para desarmar a Siria y hasta dónde está dispuesto a llegar para disipar las dudas de EE UU, Francia y el Reino Unido, que temen que todo esto no sea más que una maniobra para impedir la acción militar. “Entendemos que la concreción de esto puede llevar algún tiempo, pero no estamos interesados en tácticas dilatorias”, dijo este miércoles el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. “La credibilidad de Rusia está en juego en esta propuesta”, añadió.
Kerry y Lavrov hablaron por teléfono el martes en medio de una fuerte tensión diplomática por las negociaciones que se llevaban a cabo en la ONU, y decidieron verse personalmente para evitar un choque que parecía inminente. Durante esa jornada, en la que Obama había conversado con el presidente francés, Francçois Hollande, y con el primer ministro británico, David Cameron, esos tres países hicieron circular en Nueva York ideas sobre un proyecto de resolución que incluía: señalar responsabilidades del régimen sirio en el ataque con armas químicas del 21 de agosto, solicitar que los autores respondan ante la justicia, marcar un plazo para la destrucción del arsenal químico y establecer represalias bajo el capítulo 7 de la Carta de Naciones Unidas –que permite el uso de “todos los medios necesarios”- en el que caso de que Siria no cumpliese lo acordado.
Rusia inmediatamente dejó claro que, de ninguna manera, iba a tolerar una resolución de esa naturaleza, y convocó una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad para presentar su propia iniciativa. No se conoce el contenido exacto de la misma, pero ha trascendido que se menciona de manera genérica el uso de armas químicas, no se alude a la destrucción del arsenal y, no solo se descartan represalias militares con Siria, sino que se exige a EE UU, Francia y el Reino Unido que renuncien a los planes bélicos que actualmente tienen sobre la mesa.
Tanto Rusia como
EE UU tienen, potencialmente, un interés común en el control de las armas químicas en Siria
La gestión telefónica entre Kerry y Lavrov consiguió frenar por el momento a Rusia, que renunció a la convocatoria del Consejo y aceptó tratar el tema por separado con la Administración norteamericana, sin la presencia de Francia, a la que Moscú acusa de tener la posición más beligerante.
Tanto Rusia como EE UU tienen, potencialmente, un interés común en el control de las armas químicas en Siria. Para Rusia también es un riesgo que, en una situación de anarquía generalizada en Siria o ante la caída del régimen de Bachar el Asad, esas armas cayeran en manos de extremistas islámicos, aliados de los rebeldes de Chechenia. Pero la diferencia entre Rusia y EE UU en este momento radica en que, mientras Vladimir Putin parece controlar el tiempo a su antojo, Obama es prisionero de una estrategia fallida que le deja muy poco margen de maniobra.
En su discurso a la nación en la noche del martes, Obama dijo que estaba dispuesto a darle oportunidad a la propuesta rusa, pero advirtió que el Ejército norteamericano estará “listo para responder” si la negociación fracasaba. Pese a esas palabras, Obama sabe que, de naufragar la opción diplomática, se encontraría de nuevo ante la realidad de un Congreso y una opinión pública que se oponen a la guerra. Si fracasa la negociación con Rusia, Obama volverá al mismo punto en el que estaba el lunes, pero con menos autoridad y mucha más confusión en su entorno.
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