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Unas elecciones carentes de suspense

La incógnita es si Netanyahu formará el Gobierno más derechista de la historia

Un hombre camina frente a un cartel electoral de Netanyahu en Tel Aviv.
Un hombre camina frente a un cartel electoral de Netanyahu en Tel Aviv.Uriel Sinai (Getty Images)

Los políticos israelíes han peleado en las últimas horas por conquistar los votos del 15% de indecisos, que dicen no saber a quién apoyarán en las elecciones de hoy. Los votantes que aún dudan podrían moldear la coalición de Gobierno que se forme tras los comicios, pero no decidirán, según los sondeos, quién será el nuevo primer ministro. Benjamín Netanyahu, al frente del actual Ejecutivo, se perfila como claro ganador, en unas elecciones carentes de suspense. La apatía cunde entre buena parte del electorado, que cree conocer el ganador y que siente que no se juega demasiado en las urnas. Prefieren, además, el continuismo y la firmeza que ofrece Netanyahu, en un momento de convulsión regional, que los israelíes sienten que difícilmente les beneficiará.

La ventaja de Netanyahu se ha reducido, sin embargo, en las últimas semanas a un ritmo preocupante para los dirigentes de su partido, el derechista Likud. La meteórica ascensión de Nafatli Bennet, un joven empresario ultraderechista, es la mayor fuente de preocupación para la alianza gubernamental Likud-Israel Beitenu, que parte como ganadora. Sonados choques con Washington y el proceso judicial de Avigdor Lieberman, hasta hace poco ministro de Exteriores y número dos de la alianza electoral que dirige Netanyahu, podrían ser también culpables de que el tándem Bibierman haya cojeado sobre todo en la recta final de la campaña.

En el llamado bloque de centroizquierda, un puñado de partidos pelean a brazo partido por conquistar al segmento de población que rechaza a los candidatos ultranacionalistas y de la derecha. Solo una improbable alianza con los partidos ultrarreligiosos les podría encumbrar en el Gobierno. Entre ellos, se encuentra el partido de Tzipi Livni, la única formación que junto con la extrema izquierda ha convertido el mal llamado proceso de paz con los palestinos en una prioridad durante la campaña.

Ningún partido israelí ha logrado jamás la mayoría absoluta en la historia del país. Por eso, en esta ocasión en la que además el ganador parece estar cantado, la importancia radica más bien en saber qué tipo de coalición de Gobierno resultará de las complicadas y dilatadas negociaciones que darán comienzo tras los comicios. Está por ver si será el Ejecutivo más derechista de la historia, como parecen indicar los números y las posibles alianzas naturales. O si, por el contrario, Netanyahu tratará de incluir en su Gobierno a partidos de centro para labrar una imagen más digerible ante la comunidad internacional.

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