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Tribuna
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Invierno austral

Argentina entra en lo que los expertos llaman una fase de 'stress electoral' por la cercanía de los comicios legislativos

El presidente argentino, Mauricio Macri.
El presidente argentino, Mauricio Macri.MARIO RUIZ (EFE)

Aunque son frioleros -el clásico abrigo se lo encasquetan oficialmente en cuanto llega julio, suba o baje la temperatura-, los argentinos creen que este invierno austral no será especialmente duro. Al contrario, sueñan con que las cosas pueden mejorar. Asentada la democracia, con el Gobierno del presidente Macri parece notarse una suave y todavía incipiente recuperación económica y en los oportunos círculos del poder se percibe con gratitud un cierto reconocimiento internacional que se concreta en visitas de mandatarios extranjeros y en el resultado de algunas encuestas.

Por ejemplo, Argentina ha sido en el último año el país latinoamericano que más ha progresado en la lucha contra la corrupción, aunque suspenda una vez más en el análisis de Transparencia Internacional correspondiente a 2016. Cuando se lo comento a mi amigo, el taxista tautológico de Bs As, me dice que no es fácil salir del populismo de la noche a la mañana; que nunca se debe despreciar al peronismo (donde caben ideologías y facciones dispares que se fagocitan entre sí) porque la tortilla no se da la vuelta de un día para otro y que, en definitiva, Argentina es así porque es así y que, para ser diferentes, muchos de los peronistas/kirchneristas deberían leer y viajar más, pedir perdón por sus políticas clientelares y por la corrupción que desangró el país y, definitivamente, desterrar la melancolía…

Argentina ha sido en el último año el país latinoamericano que más ha progresado en la lucha contra la corrupción
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Credit Suisse pronostica un crecimiento del 2,4 del PIB en 2017, que no es poco para un país que arrastra una profunda multicrisis de credibilidad económico/social desde hace años, pero que, poco a poco, va levantando cabeza. El Gobierno de Macri espera que Argentina ingrese muy pronto en la OCDE y proyecta un más que necesario reajuste del aparato burocrático estatal, actualmente con 21 ministerios, 88 secretarías de Estado, más de 500 subsecretarías y direcciones generales y un notable exceso de funcionarios públicos. Mientras, las exportaciones de biodiésel, un subproducto de la soja (Argentina está en el podio mundial de los productores), lideran ya las ventas de energía y representan el 40% del total en el último año. El dólar se cambia a 16 pesos, el empleo sube poco todavía y el Gobierno quiere impulsar decididamente las pymes, el 98% de las empresas del país y el 70% del empleo formal; y en su lucha contra la corrupción, pelea para sacar adelante una modificación del Código Penal que, como ocurre en otros países democráticos, contemple y castigue la responsabilidad penal de las empresas.

En este invierno austral, Argentina entra en lo que los expertos llaman una fase de stress electoral por la cercanía de los comicios legislativos del próximo 22 de octubre, y no será fácil para los ciudadanos sobrevivir a estos meses plagados de promesas electorales que siempre se incumplen, de discursos retóricos y de apuestas ilusorias para alcanzar el bienestar general; y, además, con la irrupción en la cancha electoral de Cristina Fernández de Kirchner, la expresidenta, que vuelve y ha decidido sorpresivamente (?) presentar su candidatura al Senado de la Nación. Algunos dicen que lo hace porque necesita estar aforada (y así ocurre desde que se proclama candidata) para poner trabas, tiempo y olvido en las causas judiciales en las que se encuentra procesada por corrupción junto con sus hijos, su entorno y algunos antiguos colaboradores, y porque, si la cosa sale bien en las legislativas con Unidad Ciudadana, su flamante y nuevo partido, ella se ve como candidata en las presidenciales de 2019…

Claro que las cosas no van a ser tan sencillas para su recién creada formación política y los errores, ya desde el principio, son gruesos, aun en tiempos de posverdad y hechos alternativos: La candidata que lidera la lista de Cristina Fernándeznen Buenos Aires, Fernanda Vallejos, ha dicho (y Macri se frota las manos) que el exvicepresidente Boudou, procesado también, es un “perseguido político” y que “la corrupción es un invento de los medios” porque, de verdad, “a transparente no hay quien le gane al Gobierno de los Kirchner…”

De todas formas, y es un mantra que se repite en ámbitos sociales, empresariales y universitarios, pareciera que el Gobierno no se da cuenta de que, además de ordenar la economía y luchar contra los corruptos, que está muy bien, hay que hacer algo más que ir a remolque: garantizar una justicia independiente y eficaz, luchar contra la pobreza y la desigualdad, promover necesarias políticas sociales, invertir en educación y no perder el tren de la digitalización. Y es necesario, sobre todo, un proyecto-país con un liderazgo fuerte que Macri no acaba de asumir. Los ciudadanos lo demandan pero los políticos son así: siempre ocupados en lavarse las manos y pensando en las próximas elecciones, nunca en las futuras generaciones…

 Juan José Almagro es doctor en Ciencias del Trabajo.

 

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