Moluscos
Los casos de corrupción atraviesan día y noche sin parar, como una corriente fétida, el cuerpo social
Hablemos una vez más de política nacional. Las ostras son moluscos bivalvos que filtran más de mil litros de agua al día. Otro tanto sucede con los mejillones cultivados en las bateas. Estos moluscos encerrados cada uno en su propio caparazón están unidos por la misma corriente marina que atraviesa sus cuerpos y deja en ellos el plancton microscópico con que se alimentan. A menudo sucede que por sus entrañas discurre agua contaminada, y en este caso, si no es correctamente filtrada, quien consuma estas ostras y mejillones se expone a una grave intoxicación. Filtrar o no filtrar, he aquí una propiedad de los moluscos y de algunos políticos nacionales. Cabe preguntarse si el Gobierno del PP no será como un conjunto de ostras que sobrevive en medio de una gran cantidad de agua contaminada y es incapaz de expulsar las toxinas. Pasa lo mismo con los ciudadanos. Ya se sabe que este país, que se mueve entre el pesimismo histórico y el triunfalismo desaforado, está lleno de magníficas individualidades en el campo de la ciencia, de la medicina, del arte internacional, del deporte de élite, de las empresas constructoras y, por otra parte, la mayoría de sus ciudadanos corrientes constituyen un ejemplo de solidaridad, de alegría de vivir y de resistencia ante la adversidad. Pero sucede que tan nobles ciudadanos se ven obligados a tragarse una enorme cantidad de toxinas, que a cada hora generan los medios de comunicación. Si los casos de corrupción atraviesan día y noche sin parar, como una corriente fétida, el cuerpo social, ¿no seremos los ciudadanos anónimos como los mejillones colgados de las bateas, incapaces de filtrar tanta basura política, y nos hemos quedado sin capacidad de respuesta, humildes mejillones intoxicados siempre dispuestos a consumir, pese a todo, una y otra vez las mismas ostras podridas?
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