15 fotos15 cosas que aprendió en el colegio... Y ya no son verdadSeguramente las encontrará en sus apuntes, y le sirvieron para aprobar más de un examen. Pero el conocimiento no es estático...Kristin Suleng08 jun 2017 - 11:28CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceLos colores de la piel del camaleón han alimentado uno de los mitos clásicos escolares. Estos simpáticos reptiles escamosos cambian de color no solo para camuflarse, como le habrán contado en clase. Lo hacen sobre todo para comunicar distintos estados físicos o de ánimo, por ejemplo si una hembra está receptiva o gestante, si un macho está enfadado, si hay un enemigo o una presa a la vista, si tienen sueño o hambre… Además, las distintas libreas les sirven también para regular la temperatura.En la Grecia clásica ya se sabía que la Tierra era redonda, y el propio geógrafo Eratóstenes de Cirene realizó una medición del diámetro de nuestro planeta. De hecho, el mismo Colón conocía la obra de los cartógrafos italianos que proponían la esfericidad de la Tierra.Con sus experimentos de difracción en prismas, Isaac Newton definió los siete colores del arcoíris: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil o índigo y violeta o morado. El número escogido no fue casual, sino que tenía relación con los planetas entonces conocidos, los días de la semana y las notas musicales. Pero la realidad es que se quedó corto. Recuerde, el concepto de color no es solo físico, sino también psicológico y fisiológico, por lo que, según la oscuridad y la saturación de un color y las mezclas entre ellos, percibimos una extensa variedad. Los monocromáticos, mezclados entre ellos y con diferentes cantidades de blanco o de negro, dan para cada tono infinitas sensaciones de nuevos colores.El dulce se percibe en la punta, y el amargo en la parte posterior: son afirmaciones erróneas sobre la percepción del gusto. “Las papilas para los distintos sabores se distribuyen de forma homogénea por la lengua. Si se hace el experimento de meter la punta de la lengua en algo amargo se comprueba fácilmente”, indica la bióloga Carmen de Agustín, de la Unidad de Investigación en Biología Funcional y Antropología Física la Universidad de Valencia.Aunque esa creencia se extienda desde la etapa escolar, el magma es roca derretida que, en algunos lugares, se agrupa formando bolsas en las últimas capas de la corteza terrestre, a entre 80 y 200 kilómetros de profundidad, una zona conocida como astenosfera. El centro de la Tierra se encuentra a más de 6.000 kilómetros de profundidad.También, tal vez, haya escuchado a su profesor afirmar que los peces toman el agua por la boca y lo bombean hacia sus branquias, y que el agua, ya casi desprovista de oxígeno, es expulsada por unas aperturas al costado de la faringe. La explicación conduce a un error de deducción: para vivir, los peces toman el oxígeno del agua, captándolo con las branquias. En realidad, lo que hacen es extraerlo del aire disuelto o suspendido en el agua, no de las moléculas de H2O.Lo que inventó Johannes Gutenberg fue la imprenta moderna, con tipos móviles. Pero mucho antes, romanos y chinos ya habían dado los primeros pasos con otras imprentas más arcaicas. La primera máquina de vapor tampoco la debemos al mecánico escocés James Watt. Fue desarrollada en 1633 por Edward Somerset con la idea de llevar agua desde el primer piso hasta el segundo en un castillo londinense y, décadas más tarde, fue el ingeniero Thomas Newcomen quien creó la máquina de vapor atmosférica a partir del vapor de la combustión de fósiles naturales. Watt, sin embargo, hizo mejoras espectaculares en la máquina de Newcomen. Por último, el verdadero inventor del sistema de transmisión de sonidos a través de cables eléctricos (llamado teletrófono y después teléfono) no fue Alexander Graham Bell sino el ingeniero mecánico italiano Antonio Meucci.Es cierto... A medias. Porque se suele olvidar que Alfred Russell-Wallace llegó a las mismas conclusiones, y cuando las compartió con Darwin, este decidió publicar su propio estudio. Hoy se le suele llamar la teoría de Darwin-Wallace. Técnicamente, tampoco fue el científico británico Alexander Fleming el que descubrió la penicilina, sino Howard Florey, Norman Heatley y Ernst B. Chain.En la actualidad se sabe que no es así. Hay distintas zonas que procesan información o aptitudes diferentes pero usando la mayoría de nuestro tejido neuronal. De hecho, el neuropsicólogo infantil José Ramón Gamo apunta que “la neurociencia ha demostrado que en la realización de tareas utilizamos el 100% de nuestro cerebro”.Lo correcto sería decir que lo hacen las especies mejor adaptadas, ya que en muchos casos no es preciso una fuerza física o eliminar a los competidores. “El cambio climático puede hacer que sobrevivan las especies mejor adaptadas a las nuevas condiciones, sin que medie la fuerza de ninguna de estas. Investigadoras como Lynn Margulis han hecho especial hincapié que a veces no sobreviven las especies que mejor compiten, sino las que mejor colaboran”, explica el bioquímico Mulet.A pesar de que la clasificación tradicional de los seres vivos en animales, vegetales y seres unicelulares quedó obsoleta en los años 70, ha seguido apareciendo en muchos libros de texto. “Esa división fue sustituida por animales, vegetales, protistas (eucariotas unicelulares o pluricelulares sin tejidos diferenciados) y procariotas (bacterias u organismos sin núcleo). Y hoy los reinos se han complicado más: debe añadirse el dominio eucariota, que comprende animales, vegetales, hongos y organismos unicelulares con núcleo; y el dominio procariota, que se divide en arqueobacterias y bacterias”, señala el bioquímico José Miguel Mulet, profesor de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia.¿Se quedó con la cantinela del vista-olfato-oído-gusto-tacto? Es una explicación incorrecta de nuestra percepción. Los famosos cinco sentidos del humano son, en realidad, más de una veintena: la sed, el hambre, la conciencia corporal (propiocepción), la percepción del dolor o de la temperatura (nocicepción y termocepción), el equilibrio, el significado, la profundidad y la sinestesia (la combinación de las sensaciones que percibimos) también se consideran sentidos según varias disciplinas científicas.Es cierto que el físico Isaac Newton estaba sentado en actitud contemplativa debajo de un manzano, lo cual le inspiró la ley de la gravedad que, entre otras muchas cosas, explica las órbitas de los planetas alrededor del Sol. Pero su biógrafo William Stukeley ya lo cuestionó en 1752. Parece que Newton le contó que, ciertamente, fue la caida de una manzana lo que le llevó a plantearse la idea de la fuerza universal de la atracción, pero en ningún caso le dio en la cabeza, como aparece en varias versiones de la historia.Aunque se decía en la escuela hasta hace muy poco, hoy se sabe que existe la antimateria, formada de antiprotones y positrones. Hay aplicaciones médicas basadas en el uso de antimateria. Y recientemente se ha descubierto la materia oscura, de la cual no se sabe aún casi nada.Seguro que le hicieron leer historietas infantiles similares a La fiesta de los insectos, donde aparecen arañas y ciempiés. Craso error. Las primeras, con sus característicos cuatro pares de patas, pertenecen a la clase de invertebrados denominados arácnidos, y los segundos, a la de los miriápodos, con una multitud de pares de patas.