Muere Juan Goytisolo, el escritor disidente
Su vara de medir era exigente, para consigo mismo también, y eso lo convirtió en un vigía difícil de la cultura y de la política españolas
Juan Goytisolo murió esta mañana en Marrakech, donde vivía, tras una enfermedad larga que tuvo altibajos y que al final lo rindió cerca de la plaza de Yemaa el Efna, donde consolidó su obra literaria de la diáspora y la rabia.
Nació en Barcelona en 1931. Antifranquista, eligió el exilio exterior en 1956. Abrazó el realismo social hasta que adoptó nuevas formas literarias que le abrieron el camino de una escritura cosmopolita, de ruptura y de búsqueda.
Aunque su voluntad fue la de dejar atrás las formas tradicionales de la cultura literaria española, Cervantes fue su guía, así como los clásicos inconformistas que rompieron la lengua y las convenciones de la novela, la poesía o el teatro.
Señas de identidad o Reivindicación del Conde Julián, así como Coto vedado, memorias sin remordimientos, duras y ácidas como el tiempo vivido, forman parte de lo más sobresaliente de una producción que mereció el premio Cervantes y otros premios o reconocimientos españoles o mundiales.
Era un hombre metódico y tranquilo, muy ensimismado, capaz de grandes silencios y de extraordinarias polémicas. Su vara de medir era exigente, para consigo mismo también, y eso lo convirtió en un vigía difícil de la cultura y de la política españolas.
Desde Marruecos siguió este país al milímetro y en EL PAÍS dio cuenta de sus posiciones intelectuales y políticas, siempre al borde de la disidencia. En su libro más reciente, Examen de ingenios, su colega y casi coetáneo José Manuel Caballero Bonald destaca la capacidad crítica de Goytisolo, su dedicación a grandes de la historia literaria española, como Fernando de Rojas, Francisco Delicado o Juan de la Cruz, hasta Blanco White o Valente y Octavio Paz.
“No es que Goytisolo aloje esa varia y eminente nómina de escritores hispánicos en una misma estirpe literaria, sino que le otorga a cada uno de ellos una palmaria eminencia como disidentes de una historia lastrada de integrismos y malformaciones”, dice Caballero Bonald.
Fue un disidente, también de sí mismo.
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