Salteadores
Ante cualquier desorden siempre hay alguien que exclama: ¡Esto solo lo arregla la Guardia Civil!
Como su nombre no indica, la Guardia Civil es un cuerpo militar, creado por el duque de Ahumada en 1844 para preservar la seguridad de los caminos y combatir el bandolerismo, que en mitad del siglo XIX infestaba el territorio nacional. Desde su fundación hasta hoy, la Guardia Civil se ha adaptado con proverbial lealtad a todos los regímenes establecidos, incluida la II República durante la guerra, y esta fidelidad ha hecho que fuera utilizada en muchas ocasiones para aplastar con extremada dureza cualquier brote de rebeldía frente al poder constituido. El miedo a la Guardia Civil está inscrito como un sello indeleble en el inconsciente de los españoles. Estuvieras dentro o fuera de la ley, vislumbrar de lejos en los caminos rurales de España las siluetas de una pareja con tricornio, capote y naranjero fue durante mucho tiempo siempre un mal trago. Puede que la derecha, gente de orden, la amara, pero muchos españoles de izquierdas la odiaban por llevarla asociada a episodios de nuestra historia más negra, hasta el día en que este odio o temor comenzó a ser atemperado por el respeto que inspiraban sus motoristas en la carretera o su ejemplo en operaciones de salvamento en las que arriesgaban sus vidas. Ante cualquier desorden siempre hay alguien que exclama: ¡Esto solo lo arregla la Guardia Civil! En eso estamos. La corrupción es hoy tan asfixiante como lo fue la plaga del viejo bandolerismo del siglo XIX. Los políticos corruptos asaltan las instituciones como antiguamente los bandidos asaltaban las diligencias en los caminos, y parece que de ellos ya solo puede librarnos de nuevo esta Guardia Civil del UCO, altamente tecnificada. Ahí la tienes sacando mierda a destajo todos los días para llevarla a los jueces en una operación de salvamento nacional. Si la derecha también ha comenzado a temer a la Guardia Civil, se acabó la fiesta.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.