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MIRADOR
Columna
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El ‘Guernica’, de vuelta

Gernika sufrió en abril de 1937 un bombardeo cruel, pero nadie pintó allí ningún cuadro, ni Picasso estuvo allí

Jorge M. Reverte
Exposición Pablo Picasso.
Exposición Pablo Picasso.© ÁLVARO GARCÍA

Animales los hay en todos lados. Creo, sin datos científicos que avalen la afirmación, que la densidad de borricos por metro cuadrado es igual en una comunidad que en otra. Para combatirlos el hombre (y la mujer también, claro) inventó el libro.

Ahora resulta que el Guernica tiene historia, y que esa historia tiene fechas, nombres y lugares precisos. Genoveva Tusell se ha encargado de recordarlo a toda esa bandada de voraces carroñeros que se han dedicado durante años a jugar con medias verdades respecto al cuadro que pintó Picasso en 1937.

Tusell ha escrito un libro (El Guernica recobrado, Cátedra) basado en una documentación exhaustiva sobre un asunto en el que tuvo mucho que ver su padre, Javier Tusell, uno de los grandes responsables de que el cuadro viniera a España.

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Y vino porque Pablo Picasso así lo había querido. Y vino porque la República, a través de ese hombre tan importante que fue Josep Renau, le encargó a Picasso un cuadro para apoyar la causa republicana en el exterior. Y vino porque el cuadro sirvió para llenar de contenido el pabellón de España en la Exposición Universal de París. Y vino porque Picasso dijo que tenía que venir a Madrid, al Prado, del que fue nombrado director por el mismo Renau. Y vino desde Nueva York, porque las autoridades norteamericanas no fueron cicateras a la hora de interpretar el derecho internacional. Y vino porque gente como Javier Tusell, y como Íñigo Cavero, pusieron todo el entusiasmo necesario para ello.

El Guernica no puede volver a ningún sitio donde no estuvo antes. Gernika sufrió en abril de 1937 un bombardeo cruel, experimental e innecesario militarmente. Pero nadie pintó allí ningún cuadro, ni Picasso estuvo allí. Decir que el cuadro tiene que “volver” a Euskadi o a la villa mártir es no solo propio de un ignorante sino de un ignorante malintencionado. Porque su destino estaba claro para quienes encargaron la obra y quien la pintó.

Tusell cuenta muy bien todo lo que ha rodeado a la peripecia. Eso debería bastar para que muchos cerraran la boca en adelante sobre el destino del cuadro, que siempre fue propiedad del Estado español. Quizás haya que poner también énfasis en que Picasso era un pintor malagueño. En esas cosas ya no se detiene Tusell. Su libro es definitivo por todos los demás motivos.

Tenemos en España (y en el mundo) ignorantes muy variados. Los que quieren opinar barbaridades sobre el Guernica tienen ya muchos menos motivos. Más libros, por favor. Más como el de Genoveva Tusell.

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