15 pautas para padres de niños que “comen mal”
La labor educativa con respecto a los hábitos alimentarios es fundamental para sentar unas bases adecuadas frente al plato
Las guerras en casa con los niños malos comedores son habituales. Pero esas tensiones suelen ser debidas a una percepción equivocada de los padres sobre cómo y cuánto deben comer sus hijos. Tienden a agobiarse si su hijo/a come poca cantidad o escasa variedad de alimentos. No obstante, esta preocupación es innata en los progenitores de todas las especies, ya que quieren asegurar la supervivencia de sus crías. Definir a un niño que no come como sus padres quisieran como mal comedor puede tener el efecto contrario al buscado y favorecer que el pequeño asuma esas pautas de comportamiento que se le asignan para llamar la atención o porque cree que, efectivamente, come mal.
Las consultas pediátricas se llenan de padres agobiados porque piensan que su hijo/a no come bien son habituales. “Vemos con muchísima frecuencia niños que sí obtienen los nutrientes necesarios para su desarrollo a través de su dieta y, sin embargo, sus padres piensan que comen poco”, explica María Teresa Cenarro, pediatra de atención primaria y miembro del grupo de gastroenterología de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. "Unos padres estresados, porque su hijo come lento o poca variedad de alimentos, puede derivar en situaciones de tensión como “gritos, llantos, discusiones entre los padres o niños que desarrollan fobia a la comida". "Para evitarlo, el primer paso es determinar, a través de una evaluación pediátrica, si estamos ante un niño/a mal comedor o si son los padres quienes piensan que lo es. Por ello, es importante saber qué es normal”, aclara la pediatra, Cenarro. La labor educativa de los padres con sus hijos en edad temprana con respecto a sus hábitos alimentarios es fundamental para sentar unas bases adecuadas frente al plato.
Aquí adjuntamos algunas pautas que se pueden tener en cuenta con los niños en casa a la hora de comer:
- No forzar al niño/a a comer para evitar tensiones en la mesa que provoquen en el pequeño fobias frente al plato.
- Permitir que el niño/a elija los alimentos. Es habitual que un niño no coma de todo, pero sí es recomendable que su dieta incluya todos los grupos de alimentos (lácteos, frutas, verduras, carne). Es aconsejable que se acostumbre a todo tipo de alimentos, primero con los que más le gusten y luego, de manera paulatina, se aumente la composición de su dieta.
- Comer en familia. El niño/a imita las conductas de las personas de su entorno. La hora de la comida se puede convertir en un acto social alrededor de la mesa durante el cual no solo se comparten alimentos, sino que también se interactúa. Este es el momento de que los padres ofrezcan ejemplo a sus hijo/as al comer variado y sano.
- Permitir que el niño/a manipule la comida. Los niños pequeños aprenden a través del tacto y el olor y con los alimentos no se trata de una excepción. Por ello, es aconsejable dejarles experimentar con sus sentidos frente a los alimentos (tocarlos, olerlos).
- Ofrecer poca comida. Un plato a rebosar de comida puede agobiar al niño. Es preferible que se quede con hambre y pida más. El truco consiste en usar un plato grande con poca cantidad de comida.
- Mezclar en el plato alimentos que le gustan con los que rechaza. De esa manera, el niño/a se puede animar con más facilidad a experimentar con diferentes sabores y ampliar su dieta.
- Presentar los alimentos de manera atractiva. Un plato con alimentos dispuestos de manera atractiva entra por los ojos e invita al pequeño/a a comer. Se puede jugar con los colores de los alimentos y sus formas y disponerlos de forma divertida, por ejemplo con forma de cara o de animales.
- Dejar al niño/a que participe en la cocina. Cuando el niño ya no es un bebé puede colaborar en la compra de la comida y ayudar en actividades sencillas de la cocina bajo supervisión.
- Dar margen de tiempo al niño/a para que coma. La hora de la comida no se puede convertir en una carrera contrarreloj. Como mínimo hay que contar con 40 minutos para que el pequeño coma. Pero hay niños que lo hacen a un ritmo muy lento y conviene respetarlo. Si es necesario, es aconsejable planificarse para que comience a comer con mucho margen de tiempo.
- No ofrecer al niño/a alimentos diferentes del menú. Es fácil caer en el error de dar al niño otros alimentos diferentes de los previstos para que coma. Pero, a la larga, las consecuencias se traducen en que el pequeño es quien decide lo que come, es decir, solo lo que le gusta, con la consecuente restricción en la variedad de alimentos necesarios para tener una dieta equilibrada.
- Frenar el exceso del consumo de leche. Es un error confundir este lácteo con una bebida; se trata de un alimento. Pero los padres, para que el niño coma, le pueden ofrecer más cantidad de lácteos de la recomendable. La pediatra María Teresa Cenarro, advierte en este sentido: “Los niños que toman mucha leche suelen tender a padecer anemia por la falta de hierro, lo que a su vez provoca la disminución del apetito”.
- Evitar castigar o premiar al niño con las comidas. La estrategia de guardar el plato de comida que el niño no quiere en la nevera para la próxima comida y reñirle o bien de premiarle con un alimento que le guste por haber comido algo que no quería, puede favorecer la actitud del pequeño de querer llamar la atención. Por ello conviene felicitarle, pero con moderación.
- Conseguir que la televisión no forme parte del menú. Si el niño/a ve la televisión mientras come, se distrae. El acto de comer debe ser consciente para poder disfrutarlo e integrarlo como experiencia en la vida del niño.
- Evitar que el niño/a coma entre horas. Para tener hambre cuando se llega a la mesa es necesario no ingerir alimentos entre horas.
- Introducir los alimentos de manera paulatina en el menú infantil. Colocar en el plato del niño/a un solo alimento para que lo pruebe y, aunque lo rechace en principio, insistir cuando ha pasado un tiempo. De esta manera, se previene restringir la dieta solo a determinados alimentos que el niño/a acepta. Lo que en un momento dado no quiere comer puede convertirse en un futuro en uno de sus alimentos preferidos, así que, paciencia y constancia.
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