¿A qué ‘suena’ la cerveza?

 La estrecha relación entre el rock y la cerveza está ampliamente documentada, más allá de las ingentes cantidades de birra que se despachan en los festivales. Una rápida búsqueda en la base de datos All Music Guide depara más de mil canciones con la palabra beer (“cerveza”) en el título, algunas tan rotundas como Beer drinkers and hell raisers, de ZZ Top (1973), o Beer for breakfast (“Cerveza para desayunar”), de los Replacements (1997). Una cervecita antes, durante y después de un concierto es norma de obligado cumplimiento para cualquier aficionado que se precie. Por no hablar de la que corre en los camerinos. Pero ahí no acaba su relación.

Una buena cerveza se parece mucho a una banda de rock. Ambas se componen de una serie de ingredientes fijos. Y cada ingrediente tiene su personalidad. Para demostrarlo, el maestro cervecero de Estrella Galicia Fernando Iglesias se citó en un garito de Malasaña (Madrid) con el grupo Mister Marshall, cuyo último disco, Tormenta, salió a finales de 2016. Uno y otros fueron revelando afinidades a lo largo de una atronadora cata de cerveza y rock.

Empecemos por la batería. Sí, todos los grupos tienen a un tío dándole a los tambores, pero no son lo mismo los golpetazos desaforados del añorado Keith Moon, de los Who, que la precisión contenida del genial y discreto Stewart Copeland, de Police. Uno era la quintaesencia de la estrella del rock desmadrada y el otro, un tipo templado y versátil que ha terminado escribiendo piezas para ballet. “Pasa exactamente igual con una materia prima básica que es el agua”, dice Fernando Iglesias. El agua representa entre el 84 y el 90% del peso de cualquier cerveza.

“Hay un pueblo inglés llamado Burton —prosigue el maestro cervecero—, muy conocido en el mundo de la cerveza, porque tiene un agua dura, durísima. Da una cerveza también dura, potente. Sin embargo hay una ciudad checa, maravillosa, que se llama Pilsen, donde hay un agua espectacularmente elegante, blanda, equilibrada, que es la base de las cervezas tipo Pilsen, de amargor exacto y transparencia. Por más que intentaran hacer en Burton la cerveza de Pilsen, no lo conseguirían. Y es por el agua”.

Sucede también con el resto de la banda, como fue demostrando Mister Marshall sobre el escenario: la guitarra, que aporta el color, sería el equivalente de las maltas. Como la cebada cruda no sabe a nada —solo aporta nutrientes—, se transforma añadiendo agua y luego se seca. En función del grado de secado, aparece el color, ámbar (más breve) o tostadas (secado más intenso). Por su parte, el bajo, responsable del equilibrio entre el ritmo y la melodía, va de la mano del lúpulo. La voz del cantante sería la levadura: convierte esa base en magia. Es la fermentación de la levadura la que establece los distintos tipos de cerveza: ale (alta), lager (baja), mixta y lambic (fermentación espontánea). Esta última sabe casi a sidra y sería análoga al heavy: eso que muchos padres y madres dicen que no es música…, pero lo es.

Todo ello elaborado con sabiduría y primor da como resultado distintos tipos de cerveza para diferentes paladares. Hay quien incluso va más lejos, como Víctor Mantiñán, hasta hace no mucho guitarrista del grupo gallego Los Guapos (en 2008 publicaron Los guapos… también lloran, en Sony/BMG): “Una canción no suena igual tomando una cerveza u otra. Y una cerveza no sabe igual escuchando una música u otra. Existe un vínculo entre ambas cosas que tiene que ver con la necesidad de comunicar”, asegura.

Este taller de SON Estrella Galicia, bautizado como ¿A qué suena tu cerveza?, estará presente de aquí a final de año en los festivales Atlantic Fest, Portamérica (ambos en Pontevedra), Sinsal SON Estrella Galicia (Redondela), Noroeste Estrella Galicia (A Coruña), WOS Festival (Santiago de Compostela), Purplee Weekend (León) y MIRA Digital Arts Festival (Barcelona).