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Dani Rovira, lee esto: tres trucos fáciles para no caer en el machismo

El humorista, tras su polémico tuit sobre una campaña publicitaria de lencería, aseguró que quería que se le enseñase cuando se equivocaba. Nos ponemos a ello

Dani Rovira, en un momento de la presentación de los Goya 2017, cuando se calzó unos tacones de tacón rojos.
Dani Rovira, en un momento de la presentación de los Goya 2017, cuando se calzó unos tacones de tacón rojos.

Digámoslo de una vez: la mayoría somos machistas. No se trata de una actitud consciente y meditada, es simplemente que hemos sido educados en una sociedad machista y por tanto, reproducimos aquello que, posiblemente con buena intención, nos enseñaron. La diferencia y lo importante está en el grado de machismo que se filtra en nuestras conexiones neuronales y si estamos dispuestos o no a cambiarlo. Que no sea una excusa y sí un punto de partida.

“Somos machistas por educación, no por genes. La igualdad se aprende y la desigualdad también. Se nos educa en el machismo, pero luego hay una elección y una voluntad”, explica Nuria Varela, periodista y escritora experta en feminismo y violencia de género. En la misma dirección apunta June Fernández, coordinadora de la revista feminista Pikara: “Reconocerse machista es el primer paso para dejar de serlo, pero no puede ser el único”. Y se suma Miguel Lorente, profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada y ex delegado del Gobierno para la Violencia de Género: "Para no ser machista hay que dejar de serlo porque inicialmente ya lo somos".

“Tengo mil dudas sobre los pequeños gestos, acciones y palabras que puedan ser micro, medio o macro machismos”, decía Dani Rovira cuando intentaba explicarse en Instagram tras su polémico tuit sobre un anuncio de ropa interior. Y concluía diciendo: “Yo pienso seguir luchando a vuestro lado… si me dejáis hueco...si me enseñáis cuando me equivoque”.

Así que este artículo quiere aportar algunas claves para saber si lo que estás diciendo o haciendo es discriminatorio con la mujer. Y no va dirigido a los hombres, porque el machismo no es solo cosa de hombres. “Esa tiene ese puesto porque está buena”. “Todos los hombres son iguales”. “No depilarse es una guarrada”. “Mi novio me ayuda mucho en casa”. O la clásica, atemporal y redundante: “Yo no soy feminista, yo creo en la igualdad”. Son frases que se escuchan habitualmente de boca de mujeres y que muchas no clasificarían como machistas. Pero lo son. Así que estos trucos valen para ellas, para ellos y básicamente para todas las personas que tienen la voluntad de dejar de ser machistas.

- Juguemos al mundo al revés

Se trata casi de la forma más evidente de comprobar si una frase o una actuación es machista y consiste, simplemente, en darle la vuelta y que se refiera a un hombre. “La regla de la inversión o el mundo al revés es muy útil. Como recurso rápido nos puede llevar a entender que si algo suena ridículo, absurdo o pintoresco es que ahí hay sexismo”, asegura June Fernández. Un ejemplo, que ha denunciado Mayim Bialik, una de las actrices protagonistas de la serie Big Bang Theory, se refiere a cómo se usa el término girl en vez de woman, lo que no sucede con sus equivalentes masculinos boy y man. Si lo extrapolamos al español podría referirse a los términos “chica” o “niña” o incluso “guapa”. Démosle la vuelta. ¿Te resultaría normal el que una jefa se refiriera a uno de sus empleados como “guapo” o “niño”? Es un ejemplo, como explica Varela, de que “esa frase solo es posible en el contexto de las mujeres ya que con los hombres no ocurre nada parecido”.

A veces también se utiliza el darle la vuelta usando términos asociados al racismo. Aunque para June Fernández no es útil ya que no cree “que sea verdad que haya socialmente mayor sensibilidad hacia el racismo que hacia el machismo”. Sin embargo, hay algunos casos en los que hacer el ejercicio nos devuelve una imagen lo suficientemente esperpéntica como para hacernos pensar.

Eso pasa por ejemplo en las polémicas declaraciones de Yon González, actor de la serie Las chicas del cable, que culpabilizaban a las víctimas de violencia de género. Las cogemos íntegras y le damos la vuelta con blancos, negros y racismo, donde sustituimos hombre por blanco; mujer por negro, y machismo por racismo. A ver cómo suena.

“Pero sí que es verdad –continúa Yon González– que el racismo y todo esto se cuenta siempre a favor del negro. Y pienso que luego en la realidad también está el racismo pero al revés, a nivel psicológico, que he visto en muchas situaciones y dices: ‘¿Qué es lo que está bien?’. ¿Me explico? Quiero decir que siempre es en defensa del negro y no al revés, que puede haber un maltrato psicológico por parte del negro hacia el blanco, y creo que eso tampoco se cuenta. Y sí que en un futuro me gustaría ver. Que siempre el racismo se defiende hacia… y no es por ser racista, ¿me explico? Situaciones que puedan ser inversas… Me gusta que se hable de racismo, pero me gustaría que en un momento dado se dé la vuelta a la tortilla y se reflejase muchas veces de dónde surge… porque es lo típico, el blanco que pega al negro y hay luego otra parte en la que… cómo se llega a que una persona que no es racista llegue a cruzar esa línea… ¿Qué función tiene el negro ahí? Es una cosa de dos. El negro porque permite y el blanco, porque decide cruzar la línea. Con lo cual los dos han cruzado la línea y están… Lo he explicado fatal”.

De eso no hay duda, Yon.

- Párate y piensa

Puede parecer obvio, pero a veces no lo es tanto. “Hay frases que forman parte de la cultura machista en sí misma que vertimos sin habernos parado a pensar y que hay que hacer una reflexión”, afirma Varela, aunque para ella no es tan difícil detectarlas. “Siempre que una frase sea un desprecio o un menosprecio a las mujeres, implícito o explícito, es machista”, sostiene. Y como decíamos antes, no tienen por qué venir exclusivamente por parte de los hombres. “Por ejemplo prejuzgar a una mujer por su aspecto, creo que es algo que las mujeres, incluso las feministas, también podemos hacer”, ilustra Fernández.

Y esto ¿qué supone?. "Significa enfrentarse al día a día de una manera crítica y ver si lo que tú dices o haces tiene una consecuencia que favorezca al machismo", advierte Lorente. Es posible que encuentres detalles que quizas te parezcan nimios pero que no implican que no sean significativos. Lorente usa una metáfora médica para explicarlo: "En medicina, 37’1º ya es fiebre. Si la tienes, es posible que no hagas nada porque sea una situación puntual pero tienes que tener cuidado porque puede evolucionar a más. Los 40º de fiebre empezaron con 37’1º".

Es como el comentario de Rovira. "Es un síntoma de una sociedad en la que hay relaciones muy desiguales y en la que el cuerpo de las mujeres y el cuerpo de los hombres se percibe de forma muy distinta", señala Fernández.

- No te sientas como si te estuvieran acusando

Esto lo dijo el cantante Nacho Vegas, tras ser señalado como machista por algunas de sus letras: “Si cuando nos llaman machistas lo percibimos como algo corrosivo, es buena señal... Nosotros debemos dar un paso atrás, tomar aire y preguntarnos por qué nos lo han llamado. Yo me he comportado en muchas ocasiones de manera machista, pero tuve la suerte de tener cerca a mujeres que me lo hacían ver y me daban una colleja si hacía falta. Mi primera reacción era protestar y ponerme a la defensiva, pero con el tiempo he tenido que darles la razón”. En la misma línea se ha posicionado Rovira cuando pide que se le enseñe si se equivoca.

"Nunca se puede ser feminista por omisión, el no hacer es hacer mal porque estás permitiendo que se siga haciendo de la manera tradicional. La neutralidad no existe o se hacen cosas para que lo que ocurre deje de suceder o al final lo que se hace es para que continúe todo bajo las mismas referencias", explica Lorente.

De ahí la importancia en que se produca una reflexión ante este tipo de acciones y comentarios. “El feminismo se ve todo el rato como el dedo acusador y para mí tiene que ser una invitación a reflexionar, a mirarnos dentro y echo en falta profundidad en esa reflexión”, apunta Fernández. El problema es que no siempre pasa y es más habitual que, ante una llamada de atención por machismo, la reacción, sin meditación alguna, sea una defensa combatiente. “Si una crítica que debería provocar una reflexión y una disculpa a quien se ha ofendido, lo que provoca es violencia y beligerancia es que es machista y no se tiene intención de modificar ese comportamiento”, aporta Varela. Y sentencia: “El machismo tiene muy poca capacidad discursiva, por eso es tan violento”. 

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