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De las sandalias con calcetines al ‘burka’

Tormenta en Alemania por la defensa de un ministro de la “cultura dominante” en el país

DAN KITWOOD / GETTY IMAGES

Una palabra del ministro de Interior ha bastado para abrir la espita y desatar un ejercicio de introspección nacional en Alemania. “Leitkultur” significa algo así como “cultura dominante”. El contexto ha sido una entrevista en el diario Bild, en la que el ministro Thomas de Maizière ha venido a decir que los alemanes no deben avergonzarse de su patriotismo y que los inmigrantes que vivan aquí deben respetar la llamada leitkultur.Se ha animado incluso con un decálogo, que aspira a condensar en qué consiste ser alemán: “Aquí, las manos entre personas de igual o distinto sexo se estrechan, los nombres se dicen [aunque a las mujeres aún se las conozca por el nombre de su marido] y las caras deben verse y no taparse”.

El tema de la identidad nacional en Alemania es todavía un tema peliagudo por el que a excepción de la extrema derecha, se acostumbra a pasar de puntillas. Porque los sentimientos patrióticos tienen todavía un encaje complicado en un país en el que la evocación del pasado nazi y las derivas nacionalistas más peligrosas es casi automática. Ante tanta densidad, hay quienes han optado por recurrir al humor. En las redes, han empezado a colgar fotos de calcetines con sandalias y de alemanes fornidos vestidos con lederhosen, los típicos pantalones cortos de cuero con tirantes. Pero más allá del pitorreo, políticos e intelectuales han puesto el grito en el cielo ante un debate que consideran innecesario, excluyente y que destila un cierto aroma electoralista con los comicios previstos para después del verano.

El filósofo Jürgen Habermas, indignado, ha animado a los musulmanes en una columna a no darle la mano al ministro, porque la cultura es algo vivo, que definen todos los que viven en una democracia, vengan de donde vengan. Desde las filas socialistas se oyeron duras críticas y las hubo también incluso desde la CDU de Merkel, el partido del ministro. Pero a pesar del previsible viento en contra, probablemente De Maizière echó sus cuentas a políticas y le salieron a favor. El ambiente es ciertamente propicio para triunfar apelando a las emociones patrióticas.

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