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Pajeándose, gerundio y reflexivo

El pecado más saludable capaz de reportar más beneficios de los que hubiera querido la santa madre iglesia.

Jamás imaginé que aquellos restregones a horcajadas con la almohada entre las piernas pudieran resultarme tan imprescindibles, placenteros y necesarios como para formar parte de mi sexualidad diaria. Pajearse es un placer, a solas o en compañía.

Fotograma de la película The Glamorous Life of Sachiko Hanai, (2003) de Mitsuru Mike
Fotograma de la película The Glamorous Life of Sachiko Hanai, (2003) de Mitsuru MikeCordon Press

"¿Has cometido actos impuros?" El padre Villar se cercioraba en cada confesión de que no hubieras transgredido el sexto mandamiento. Se preocupaba personalmente de saber si cometíamos el impúdico pecado de tocarnos entre las piernas, al tiempo que deslizaba sus dedos por la rodilla de la avergonzada y ruborizada menor que confesaba con la mirada perdida en el suelo."Sí, padre". A partir de aquí podía pasar cualquier cosa. Como mínimo una gran retahíla de reproches, acompañada de una buena ristra de padres nuestros y ave marías con los que penar tan magno pecado. Con frecuencia un par de azotes en los muslos. Y alguna vez hasta un pellizco en su parte interna.

"¡¿Es que no puedes ser una buena niña?!"

Sí, padre, claro que lo puedo ser. De hecho, lo soy desde el momento en el que me percato de que le está metiendo mano a una de mis compañeras y eximo de mi larga lista de pecados cualquiera que tenga que ver con los pasajes del Éxodo y el Deteuronomio. Total, solo tengo doce años. Siempre supe que el padre Villar se mataba a pajas. No había más que verlo y padecerlo.

La masturbación nos ha sido negada por sistema; máxime a las mujeres, a las que ni siquiera se nos ha concedido la información de cómo es nuestro órgano sexual. Como no nos lo tocamos para orinar desde que somos niñas, la autoexploración en la mujer es todavía un misterio que se traduce en una falta de control absoluta sobre su propio placer. Algo que se hubiera solventado con una buena educación sexual a tiempo.

BIEN SANO QUE ES

Hacerse pajas parece que era cosa de hombres. Y lo comprobamos reclamando a Alfred López el origen etimológico de la expresión "hacerse una paja". La mayoría de expertos apuntan que se denomina 'paja' a la masturbación debido a que el movimiento de bajar y subir la piel del pene recordaba el gesto que se hacía a la hora de separar la semilla del cereal del tallo en el que crece (paja). Aunque ahora es un término que se usa indistintamente del género del que se masturba, queda claro que solo se les presuponía a los hombres la capacidad de autocomplacerse.

Masturbarse incide en nuestra salud en general, no solo en la sexual, aunque esa salubridad provenga directamente de nuestra entrepierna:

1.- Cura el insomnio y relaja. 

2.- Fortalece el sistema inmunológico.

3.- En mujeres disminuye los dolores provocados por la menstruación en cualquiera de sus ciclos.

A todo esto, únanle los beneficios psicológicos de quererte más, cuidarte mejor y sentirte divino.

Como bien explica la sexóloga Silvia C. Carpallo, la masturbación conduce al orgasmo mientras que el autoerotismo invita al regodeo. Poco a poco nos dejamos de penetración para disfrutar de nuestros cuerpos. Como el día que descubrimos que el clítoris no se limita a los tres milímetros que emergen entre los labios vaginales y sacamos tiempo de donde sea para explorarnos cuanto haga falta. Es el único órgano que solo sirve para dar placer, con más de 8.000 terminaciones nerviosas y, solo las mujeres tenemos clítoris. Mala suerte compañeros. Sergio Fosela; dale...

Curso de Terapia sexitiva sobre estimulación del clítoris

Dominar la masturbación es una inyección de droga dura. Es quererse hasta límites insospechados. Es saber que siempre podrás echar el mejor polvo, provocar el descanso gritando como una condenada. Yo me masturbo en la ducha y me ducho todos los días. Blanco y en botella. Desde que en Facebook me salta el anuncio de una ducha hipermolona sueño con gozarla a ella. Zuckerber sabe más de mí que mi marido, incluso. ¡Ese sí que es un buen regalo del día de la madre!

Cuanto más he aprendido de mi cuerpo mejor he aprendido del placer ajeno. Escuchemos a nuestros amantes incluso cuando no emitan palabras. Por mi parte acostumbro a sentirme poderosa cuando me entiendo con cuerpo ajeno; mis mejores amantes escuchan mis caderas y hacen caso omiso de mis lorzas. Solo tienen importancia las primeras. Y eso se tiene que notar en mi cama. 

JUGUETES SEXUALES, EL ACABOSE.

Bienvenidos al maravilloso mundo de la autocomplacencia. Tenemos para todos los gustos. Elijan el juguete que más les guste: dildos, ya sean hombres o mujeres, si les gustan las penetraciones, con los que descubrirse el punto P (los hombres) y alcanzarse el punto G (las mujeres). Esa sí que es una de las experiencias religiosas. Usaremos vibradores si atendemos también al clítoris. Y hora están muy de moda los huevos masturbatorios para penes ávidos de rugosidades varias. Experimentemos hasta encontrar lo que nos conduce al verdadero placer: Venus O'Hara se sintió atracada por un orgasmo el día que probó un succionador de clítoris. Yo casi pierdo el sentido proyectando el chorro de cualquier piscina, jacuzzi o bañera de hidromasaje que se precie...

Pajeándose: estupendo verbo reflexivo en tiempo verbal gerundio con el que hasta prescindimos de compañía, que no de satisfacción. Irrenunciable aun condenándome al mismísimo infierno.

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