Ha ganado Hillary Clinton
Sin ellos, sin las Hilarias, los republicanos no habrían tenido vergüenza, no se hubieran rendido
Ha perdido Donald Trump. Ha ganado Hillary Clinton.
La retirada de la ley que desmantelaba la reforma sanitaria de Barack Obama, la Obamacare, porque no encandilaba ni a los propios republicanos, es el éxito póstumo de Hillary Rodham, también llamada Clinton por razón de matrimonio.
Hillary, la joven prodigio que fue la primera dama en tener un posgrado, en cursar carrera propia y en tener despacho en la Casa Blanca, encabezó en 1993 por delegación de Bill, su consorte, el Comité para la Reforma Sanitaria Nacional.
La que ahora denostan por símbolo del establishment, hizo un plan tan rojo que tuvo que defenderlo en una gira... con chaleco antibalas. Fracasó, por demasiado progresista, incluso a ojos de las dos Cámaras, entonces de mayoría demócrata.
Ahora, su rival y digamos que presidente, Donald Trump, le acaba de rendir homenaje por tuit, el sofisticado lenguaje que le es propio: la humillación al proyecto republicano de Paul Ryan y del propio Trump se debe a las protestas “planeadas por activistas liberales”, musita. Sin ellos, sin las Hilarias, los republicanos no habrían tenido vergüenza, no se hubieran rendido.
Unos, los extremistas del Caucus por la Libertad (semi Tea Party) por no demoler directamente la Obamacare, esa reforma más suave, heredera de la de Hillary. A otros, los conservadores centristas, no les habría angustiado tanto dejar sin cobertura médica a 20 millones de personas: la contrarreforma del moderado Ryan ya machacaba a los más débiles, los enfermos mentales, las embarazadas, parturientas y recién nacidos.
Para el ciudadano común lejano a Wall Street, el primer y humillante fracaso trumpista —con mayoría por doquier— es una noticia mayúscula. Y para la entera civilización revela que el autor de El arte de negociar tendrá negocio pero no arte. Descubre que el Partido Republicano son cuatro: lo del té, los de Donald, los centristas, los de Ryan; es decir, la anarquía. Indica que el reciente y reaccionario presupuesto queda tocado de muerte. Augura que a los dos meses de imperar, la presidencia del parafascista Trump ha empezado a capotar.
La de Hillary es muy póstuma. Pero victoria al fin y al cabo.
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