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MIRADOR
Columna
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De mujeres

Dijsselbloem ha sido menos directo que Korwin-Mikke, pero más devastador

Jorge M. Reverte
Jeroen Dijsselbloem en Bruselas el pasado día 21.
Jeroen Dijsselbloem en Bruselas el pasado día 21.Eric Vidal (REUTERS)

Es socialdemócrata, preside el Eurogrupo, y se llama Jeroen Dijsselbloem. Es importante escribirlo, porque los españoles no tenemos herramientas para reconstruir con facilidad un nombre así. Y hay que recordarlo para evitar la posibilidad de tomarse una copa con él.

El tipo este ha dicho que la actitud de los países del sur es como si alguien se gastara el dinero en alcohol y mujeres y luego pidiera ayuda. Le han avisado de lo inconveniente de su poco sofisticado discurso y también se ha pedido su dimisión, aunque no su expulsión, que es lo que procedería.

Jeroen se ha disculpado por su polémica frase, y ha dicho que se le ha malinterpretado porque él no quería ofender a los países del sur. Solo quería decir que no se puede malgastar el dinero y luego pedir ayuda.

Yo le perdonaría su alusión a los países del sur, que algo de fundamento tiene. Pero me parece intolerable que este señor siga teniendo alguna responsabilidad en Europa y, además, que forme parte del grupo socialdemócrata. Porque, por razones que yo ignoro, lo peor de su frase ha pasado desapercibido, en apariencia al menos: la mitad del despilfarro que le ha servido para encontrar la imagen adecuada a su mensaje son las mujeres, algo parecido en su cabeza al alcohol.

Jeroen ha cosificado a la mitad de la población europea, y del mundo, ya puestos. Uno cuando se va de juerga se gasta el dinero en alcohol y mujeres. ¿Y las mujeres, qué hacen cuando se van de juerga? A lo mejor se lo gastan también en mujeres. Bromas aparte, usar a las mujeres para explicar una juerga merece de verdad una expulsión del grupo socialdemócrata y la dimisión como presidente del Eurogrupo.

Hace muy pocos días fue increpado en el Parlamento Europeo un diputado polaco, llamado Korwin-Mikke, por decir que las mujeres eran más débiles y, sobre todo, menos inteligentes que los hombres. Dijsselbloem ha sido menos directo pero más devastador: las mujeres sirven para desfogarse. Aunque es difícil dirimir qué frase es más ofensiva para el género femenino.

En España tenemos un complejo muy acendrado de inferioridad respecto a nuestros compatriotas europeos del norte. Actitudes como las del polaco y el holandés nos igualan por abajo. Aquí solo podemos competir ahora mismo con el autobús que deshace los inexistentes equívocos entre la vulva y el pene. Quizá sería bueno invitar a los dos energúmenos a pasear en el autobús por toda España.

Lo que parece imposible de entender es que Dijsselbloem no se haya ido ya.

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