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Un futuro ‘almodovariano’

El prometedor Palomo Spain devuelve la magia a la Semana de la Moda de Madrid con una presentación 'performance'

Modelos en una de las habitaciones de la 'performance' de Palomo Spain.
Modelos en una de las habitaciones de la 'performance' de Palomo Spain. Noel Quintela
Carmen Mañana

Lo más emocionante que ha sucedido hasta el momento en la 65º edición de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid pasó lejos del pabellón de Ifema donde se celebran los desfiles oficiales. Ocurrió en el Club Matador, el sábado por la noche. Alejandro Gómez Palomo mostró su tercera colección a través de una performance que evocaba La ley del deseo bajo un prisma rococó. Entre el público, captando cada detalle con su móvil, se encontraba el referente -consciente o inconsciente- de esta propuesta estética: Pedro Almodóvar.

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El diseñador cordobés, de 24 años, no podía disimular su sorpresa. Tampoco el resto de los allí presentes, lo que demuestra hasta qué punto es extraordinario que una personalidad del mundo de la cultura visite la pasarela.

Hace 15 días Palomo ya presentó esta colección en la Semana de la Moda de Nueva York con Malia Obama, la hija del expresidente de Estados Unidos, y el diseñador Nicola Formichetti como testigos. Sus vestidos historicistas -inspiradas revisiones de Mariano Fortuny, Christian Lacroix o John Galliano- despertaron el entusiasmo de medios tan influyentes como la edición estadounidense de Vogue o la publicación especializada en moda WWD.

Una vez bendecido por la crítica internacional, la nacional parecía sentirse respaldada para convertir al prometedor modisto en la última esperanza del diseño español. Una actitud que prueba lo hambrienta que está la pasarela de talento y nuevas emociones. Se trata, sin duda, de una ilusión justificada, pero volcar todas las esperanzas del sector en un joven que lleva dos años de carrera resulta contraproducente. Hay expectativas tan altas que ni siquiera Cristóbal Balenciaga podría satisfacer.

Medina Azahara en el desfile de Juana Martín.
Medina Azahara en el desfile de Juana Martín.Zipi (EFE)

Aun así, el sábado la moda española recuperó la magia durante unas horas. Encerrados en habitaciones que emulaban el infierno o dispuestos en un angelical fresco, los modelos masculinos de Palomo dieron vida a una colección llamada Objeto sexual, que aspiraba a dinamitar el concepto de género. Piezas que transitaban de los setenta más románticos al New Look de Dior: blusas con chorreras, ricos tules bordados con piedras y plumas, chaquetas que parecían sacadas del siglo XVIII. Exceso y decadencia. Ironía en el planteamiento y seriedad en la ejecución. Una bacanal en el fondo y en la forma.

“Cuando diseño pienso: ‘¿Qué prenda me gustaría tener en mi armario que quisiese mirar toda la vida?’ No busco hacer algo que sea tendencia esta temporada y la próxima se quede obsoleto”, resume el creador.

Custo debuta en Madrid

María R. López

Los diseños de Custo Dalmau no habrían llegado a tiempo a Madrid si los hubiera enviado desde Nueva York, donde desfiló hace cinco días. Por eso, él y su equipo cargaron con un par de maletas cada uno desde Manhattan para presentar su trabajo este domingo en la MBFWM, por primera vez en los 36 años que tiene su marca. "Soy un enamorado de Madrid, el único problema es el calendario", confiesa el diseñador. La razón por la que acude a la capital es mostrar una colección que representa el primer eslabón de su nuevo proyecto. La firma catalana quiere conectar con los hijos de sus compradores tradicionales, pero manteniendo su ADN, la fusión de materiales y colores.

Nueva York seguirá siendo su plataforma de presentación oficial, donde desfiló por primera vez hace 21 años, siendo el único extranjero. Pero cree que se ha masificado: “Ya no es una pasarela, es un supermercado de lanzamiento”.  Sin embargo, sabe que su poder de convocatoria y de difusión sigue siendo espectacular. Los Ángeles se está convirtiendo en una apetitosa alternativa a la Gran Manzana, y Dalmau espera que se consolide pronto. “Yo me iría. Es una opción muy inteligente, tienes al lado Hollywood. Estados Unidos necesita una pasarela más filtrada”, advierte.

Desde luego, su puesta en escena tardará más de seis meses en olvidarse: jóvenes semidesnudos retorciéndose por el parqué y modelos retadores lamiendo los cristales que les separaban de unos invitados divididos entre la fascinación y el desconcierto. Y es que, a veces, hay que salir de Ifema para que pasen cosas. Cosas buenas.

Ya al día siguiente, y dentro del recinto ferial, esta energía se diluyó. Solo la actuación en directo de los Medina Azahara durante el desfile de Juana Martín ha conseguido elevar la tensión arterial del pabellón.

Antes que Palomo, la firma María Ke Fisherman ya desfiló en Nueva York. Lo hizo hace un par de años y desde entonces sus diseñadores, María Lemus y Víctor Alonso, han vestido a Miley Cyrus, Katy Perry y Lady Gaga. Su propuesta del domingo parecía pensada expresamente para ellas. “Recuperamos una estética urbana que en su momento odiamos, pero que con una mirada nostálgica nos gusta; la de los bakalas del 2000”, explica Alonso. La pieza que sirve de punto de partida a la colección es un voluminoso anorak corto y “con triple relleno de plumas”. Alrededor de él, surgen vestidos de ganchillo “a lo Christina Aguilera”, abrigos desestructurados, banderas de España y hasta una pequeña colección cápsula realizada en colaboración con la marca de neumáticos Bridgestone, que encajaba a la perfección con su trabajo. Techno y gasolina siempre han combinado bien.

En el resto de los desfiles, mucho más convencionales, el protagonista indiscutible ha sido el abrigo. Ulises Mérida lo formula en grueso Mohair y los hermanos Iñaki y Aitor Muñoz, de Ailanto, desarrollan esta prenda en diez volúmenes diferentes. Los chaquetones en lana virgen lavada y los construidos a partir de un patchwork geométrico definen un trabajo que, como viene siendo habitual en el dúo, se inspira en un proyecto artístico. En este caso, en el del fotógrafo Jimmy Nelson, que retrató, entre otros pueblos, a los gauchos de la Pampa. Con este referente como excusa contraponen pesadas prendas de corte masculino con vaporosos vestidos femeninos. Y dan a sus estampados un motivo silvestre.

Marcos Luengo, que ha debutado este domingo en la MBFWM, ha sido el vencedor de esta suerte de competición contra el frío. El taller del oventense está especializado en la confección de abrigos desde que hace diez años la crisis le obligase a reconvertir su fábrica de bolsos. Sobre la pasarela mostró versiones XL en piel de cordero, napa y lana cocida. Propuestas que compensaban la falta de riesgo con una magnífica factura, algo que, desgraciadamente, no puede darse por sentado en la pasarela madrileña.

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