"No se debería olvidar el mensaje reivindicativo y feminista de la subcultura 'lolita' de Japón"
La artista Zazi White participa en una exposición colectiva con Jacobo Piñeiro y Laura Vifer en la galería Espacio Ananas de Madrid. Fotos que retratan la arquitectura, cultura y subculturas japonesas. ¿Es Japón el nuevo EEUU?
Aida es una fotógrafa asturiana que acaba de exponer las fotografías de su viaje a Japón en el Espacio Ananás, en una exposición colectiva junto a Laura Vifer y Jacobo Piñeiro. Responde al nombre de Zazi White y, aunque no se considera ninguna experta en la cultura japonesa, ya está aprendido el idioma y su obra es una declaración de amor color pastel al país nipón. Mientras que antes los jóvenes se fascinaban por la cultura norteamericana, parece que las nuevas generaciones prefieren apuntar a Asia.
¿Cuándo te empezaste a interesar por Japón?
No lo recuerdo exactamente, pero sí es cierto que cuando estaba en la ESO hice un trabajo para clase sobre Japón, hablando sobre la cultura e idiosincrasia del país. No sé muy bien por qué lo escogí, pero a partir de ahí empecé a introducirme más y más en el tema hasta tontear con el lolita porque me flipó la estética.
¿Te cautivó el país en general o algo en concreto como el manga o el anime?
Yo me movía en ambientes de manga-anime. Pero en realidad no soy tan otaku como la gente piensa. Veo series y leo manga, pero me interesan mucho más las corrientes socioculturales del país.
¿Qué series estás viendo?
Ahora mismo una antigua y bastante popular, Paradise kiss. Y luego series tontas de humor como Shirokuma café, un oso polar que tiene una cafetería. Es muy mono.Sin embargo en manga me interesan cosas más serias como el gore, psicológica.
¿Qué añoras de Japón cuando estás en Occidente?
Me gusta el respeto, el ambiente que se respira. En las cafeterías no hay nadie dando voces. Aunque también soy bastante crítica con Japón. Por ejemplo, el tema de los sentimientos, es algo muy complicado allí. De hecho, todo es muy colectivo y no se habla de cómo te sientes. Y por otro lado, el tema de la mujer. Porque es una sociedad muy tradicionalista. Sigue el patrón de casarte, tener hijos y que tu marido te mantenga. Entonces a la gente le entra prisa por vivir. Es un tema complicado.
¿Las subculturas del país son una vía para comprender su sociedad?
No te puedo hablar de todas las que hay, porque no las conozco. Pero en mi caso, estoy dentro de la subcultura lolita. Es una corriente que surgió a finales de los setenta en contraposición de la sociedad tradicional de la que estábamos hablando. Es una subculutura que también está ligada al feminismo. Una respuesta a, “me voy a dedicar a mi misma y paso de vuestra mierda”. Sobre el nombre, no se tiene nada claro. Lo que sí, es que no hay que asociarlo a la novela de Vladimir Nabokov, y por lo tanto no tiene nada que ver con nada sexual, porque la peña se confunde. En los últimos tiempos ha cogido mucho más poder y puede que muchas se olviden del otro mensaje reivindicativo. Cosa que no debería suceder.
¿Cuándo empezaste a cambiar tu forma de vestir?
Hubo un punto de inflexión a raíz de que ver una falda que me flipó. Yo en un principio vestía ropa oscura, estilo gótico. Pero lo vi en Madame Chocolat, una de las tiendas de Barcelona que tienen ropa lolita, y me enamoré. Era blanca y color menta a rayitas. Y a partir de ahí empecé a dejar de lado los colores negros
Hablando de nombres. ¿Por qué Zazi White?
No es un secreto, vaya. Me lo empezaron a llamar en el colegio por un chico que pronunciaba mal mi nombre, se deformó tanto la cosa, que de hecho hasta los profesores me llamaban Zazi, pero realmente me llamo Aida. Lo del White lo escribí cuando me hice Facebook y no recuerdo por qué.
¿Qué supuso para ti viajar por primera vez a Japón?
Algo muy especial. Ya no solo era cumplir el sueño de mi vida, sino que también me iba a reencontrar con una amiga allí. Era como desvirtualizar algo que había visto por Internet tantas veces.
¿Y lo que más te decepcionó?
Harajuku, una zona popular de Tokio. Pensé que estaría más vivo el tema pero era un ambiente bajonero. Y por ejemplo, el turismo que hay en los templos, era horrible. Todo el mundo haciendo piruetas y saltos echándose fotos en zonas donde quedaba explicito que estaba prohibido. Y ahí encontré un punto muy grande con el tema del turismo. Deberíamos plantearnos un turismo responsable.
¿Es cierto que la gente de Harajuku te rechazó por ser occidental?
(Risas) Yo estaba muy preocupada por la forma en la que debía dirigirme a ellos para fotografiarles y charlar con ellos para el tema del street style. Entonces me preparé unas frases en japonés, porque la mayoría no hablaba inglés, pero al final no les llegué a decir nada. Hubo un momento en el que quise hablarle a una chica, me miró y me quedé sin palabras. Y el último día de estar allí comprendí que lo que tenía que traer a España era otra cosa.
¿Qué era eso que te tenías que traer a España?
El tema de por qué no puede hacerlo, la gentrificación que sufría ese barrio en concreto, la masa de turistas y su comportamiento…
¿Pudiste llegar a hablar con alguien de los que retrataste?
Sí, mi amiga hizo de traductora y le pregunté a una persona qué opinaba de los occidentales que vestían como la gente de Harajuku. Me contestó “espera que lo voy a pensar”. Yo me quedé asustadísima, porque todo era muy enigmático. Y su respuesta final fue que le parecía increíble que le hubiera hecho unas fotos, que le hubiera dado mi tarjeta y que una persona de un sitio pequeño de España se hubiese interesado tanto en esto. Que aún siendo algo propio de Japón, le parecía increíble que lo estuviera disfrutando. Valoran mucho que conozcas una cosa concreta que pertenezca a su cultura. Son muy agradecidos.
¿Por qué crees que las nuevas generaciones empiezan a interesarse más por Japón que por Estados Unidos?
Esto lo estuve hablando justamente con Adriana, de Espacio Ananás, donde expongo junto a dos compañeros más el trabajo que saqué en Japón. No tengo una teoría clara al respecto. Quizá es porque la gente que nació en los ochenta y noventa, pillaron el boom del manga y el anime en España, Dragon Ball, Oliver y Benji y todos los salones de manga. Puede que en parte tenga bastante que ver.
¿En qué te inspiras? ¿Cuáles son tus fuentes de documentación?
Ahora es más fácil acceder, aunque siga muy cerrado al mundo occidental. No usan apenas Facebook y siguen usando blogs, que por ejemplo en España están como en desuso. Lo que más usan es Instagram, y es a través de la App donde empiezo a seguir a gente que lo está petando, que muchos son dependientes de tiendas, y ahí es donde voy cogiendo ideas. Aunque luego no compro ropa por Internet, sino de segunda mano. Compro mucho en Humana y lo traslado a mi estilo.
¿Te sientes muy diferente a ellos a pesar de que tengáis el mismo estilo y subcultura?
Las diferencias que puede haber entre ellos y yo es que yo aquí lo tengo todo más complicado. El ambiente en España es más hostil, y en Japón más normalizado. Para mi, la manera en la que visto y me expreso es una declaración de intenciones.
¿A qué te refieres con declaración de intenciones?
En el sentido de que yo me visto así porque me gusta. Y que salir a la calle todos los días así es de alguna manera un activismo. Porque tenemos que estar todos en el punto de ser original, pero no demasiado, porque entonces la gente te insulta. Y yo paso de esa mierda. Yo creo en mí y, aunque pueda tener mis momentos de flaqueza, creo que tengo derecho a disfrutar de mí misma porque no estoy haciendo nada malo.
¿Te sentiste más aceptada allí que en España?
En algunos puntos sí. Aunque ya te digo, en Harajuku había también gente sacándome fotos. Pero sí hay cosas que tienen superadas que en España no tienen.
¿Qué cosas?
Como llevar el pelo verde. En Madrid hay muchísima gente con el pelo de color y la peña te dice cosas por la calle o te mira raro. Y es como "madre mía, 2017, pelo de color, guau".
¿Crees que el hecho de que tu apariencia sea tan diferente te ha ayudado a nivel profesional?
Sí, de hecho donde estoy trabajando, rubystar.es, la tienda de Kling, me dijeron que me querían a mi por ser cómo soy y lo que muestro. Tengo una personalidad fuerte y mi estética me ha ayudado en esto.
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