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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí
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Slow flowers: en casa y en la acera

El movimiento slow ha ralentizado el ritmo de varias cosas en nuestra vida y ha cambiado nuestra mirada y nuestra relación con ellas como por ejemplo en el caso de la alimentación (slow food) y la moda (slow fashion). Y también quiere cambiar nuestra perspectiva sobre las flores. Si hemos decidido optar por comida producida localmente, de temporada y ecológica ¿por qué no aplicar la misma lógica a las flores?

¿Tiene aún hoy sentido que millones de flores recorran miles de kilómetros para aterrizar en nuestra mesa, donde van a sobrevivir dos semanas a lo sumo? Flores todas idénticas, calibradas, de aspecto impoluto, producidas en masa, regadas con agua y, además, con pesticidas. ¿Tiene sentido este derroche de combustible, de dinero y por ende esta contribución a la polución global? ¿Tiene sentido todo esto cuando las flores pueden crecer y de hecho crecen un poco por todas partes?

Porque nada de todo esto tiene mucho sentido surgió hace unos años el movimiento slow flowers, extendido sobre todo en Estados Unidos y en Gran Bretaña. De Estados Unidos es Debra Prinzing, una periodista que se presenta en su web como «abogada en defensa de las flores producidas en Estados Unidos», cabeza visible del movimiento y promotora de la web slowflowers. Se trata de un directorio online de todas las granjas, floristerías y tiendas diversas de Estados Unidos donde se venden flores producidas localmente.

Prinzing es también la autora de un precioso libro, titulado también Slow Flowers, en el que recoge los 52 ramos que creó ella misma como un reto. Se trataba de ser capaz de crear un ramo para cada una de las 52 semanas del año con flores de temporada, cultivadas localmente y no importadas. Junto a las flores añadió al ramo tallos y pétalos, ramitas de coníferas, hojas perennes... La autora quería desmontar la falsa creencia según la cual no se dispone de flores durante todo el año para poder hacerse uno mismo su ramillete semanal. Según ella, cualquiera es capaz de crearse su propio bouquet de flores sólo con que cambie su mirada sobre su entorno. El libro es una invitación al DIY aplicado al arte floral. Según la autora no es necesario tener un título en ornamentación floral para crearse su propio ramillete.

¿Qué relación tenemos con las flores? La pregunta me vino a la cabeza también cuando descubrí la última campaña de mi municipio. El ayuntamiento de la pequeña ciudad francesa donde vivo quiere promover que los ciudadanos cultiven flores en las aceras. Tal como suena. La idea del departamento de Parques y Jardines es hacer «florecer» las calles de Tours, que así se llama el municipio, y por ende mejorar el entorno.


Hay que inscribirse en el Ayuntamiento para formar parte del programa, pero los servicios municipales se ocupan de todo y encima es gratis
. Una empresa se desplaza hasta tu domicilio para hacer un agujero de 30 cm. en la acera, justo enganchado a la pared de casa, agujero que rellenan de tierra. Las primeras semillas son también de regalo. A cargo de los residentes queda la tarea de regar, de desherbar y de mantener el pequeño «jardín» sin el uso de pesticidas. La primera campaña, en primavera del año pasado, tuvo tanto éxito que se vieron obligados a crear listas de espera. Una muy buena idea que merece ser exportada. ¿Quién se anima a dar vida a flores locales en casa y en la acera?

Fotografía de portada: slowflowers.com

Comentarios

Cuanta razón. Soy florista desde hace unos años. Y este es un tema que me inquieta pero en España estamos a años luz de EEUU i Gran Bretaña.

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