Repugnante politización

La convocatoria a manipular la cabalgata de los Reyes Magos en Vic, sembrándola de banderas estrelladas, sería risible si se dirigiese a los adultos. Pero llamar “especialmente a los más pequeños” a movilizarse por la secesión —o cualquier otra causa política—, como hacen sus organizadores, es repugnante. Y no porque se trate de una fiesta familiar, como señala el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sino porque los menores deben gozar de una especial protección.

La Declaración de Derechos del Niño (Naciones Unidas, 1959) consagra en su principio 7 que los padres, y toda la sociedad, deben dar prioridad al “interés superior del niño”: utilizarlos para una campaña invierte los términos, antepone el objetivo político al interés de los menores.

Jordi Sánchez, presidente de la Assemblea Nacional Catalana, que junto con la muy subvencionada Òmnium Cultural convoca la parodia, ha defendido que no pretendía “politizar ninguna fiesta de los niños”, justo lo contrario de lo que hace. “Parece que nos hemos vuelto locos y hemos ido a contaminar una fiesta”, alega.

Corresponde a cada uno saber en qué se ha convertido, pero no hay duda de que con esta convocatoria Sánchez y compañía contaminan. Deben retirarla de inmediato. Para preservar los derechos de los menores. Para acreditar que tienen sentido del ridículo. Para no herir la sensibilidad de los ciudadanos que mantienen un legítimo ideal independentista y que al tiempo se profesan demócratas a carta cabal.

Los organizadores se proponen “seguir ampliando la base social” secesionista. ¿Seguir ampliando? Sucede lo contrario, según las últimas encuestas oficiales. Pero no importan esos engaños en gentes capaces de pisotear hasta los derechos de los menores. Con la activa, y aún más repugnante, complicidad de TV-3, trocada en agente publicitario público de este desmán. Si el Gobierno de la Generalitat no se desmarca, el baldón será también para él.