Perfectos (des)conocidos, amantes navideños
Diciembre es el mes con más sexo del año
Tiren del Instituto Nacional de Estadística para comprobar cuándo tenemos más relaciones sexuales y celebren estar justo en el mes más sexual del año.
Dicen que la Navidad es la época más familiar del año. Lloramos con los anuncios de estos días y algunos hasta agradecemos que se recurra a métodos menos ortodoxos en el guion para que nos broten las lágrimas. Comemos más, nos bebemos hasta el agua de los floreros y nuestra agenda se colapsa con cenas y fiestas. No solo tenemos las celebraciones familiares; en este mes cae seguro alguna con perfectos (des)conocidos, aunque sea para despedir el año. Y en esas las posibilidades de que termines enredando se multiplican.
Durante décadas, los nacimientos proliferaban en el mes de mayo, pero de unos años a esta parte, el mes de septiembre triunfa. Esto solo tiene una explicación: en diciembre follamos más que en ningún otro mes del año. La mayoría de los nacimientos se dan en parejas más o menos estables, pero la cifra muestra lo que ocurre también entre parejas fortuitas que se juntaron en Navidad. Por lo que dice el INE y explican los sexólogos, parece que recurrimos al sexo para relajar la tensión de glúteos que producen estas fechas tan entrañables.
Los españoles follamos más en diciembre que en ningún otro mes del año. Estas fiestas sí que son familiares de verdad, tanto como para que nos dé por hacer hijos.
Sylvia de Béjar puede que sea la sexóloga que más ahonda en el tema del deseo; eso que tanto nos gusta y nos incita al sexo. En sus terapias de pareja incide mucho en mantenerlo vivo para que una relación funcione, sobre todo en esas relaciones que son duraderas: "Se supone que las Navidades nos han de encantar, pero a muchos las fiestas nos superan. ¿Qué tal si las aligeramos practicando con la persona amamos nuestra propia tradición sexual navideña?". La propuesta de Sylvia establece citarte con tu pareja para provocar el deseo en mitad de las fiestas ejerciendo una tradición más o menos golfa: "Viendo en una fecha señalada una película pornográfica juntos, o yendo de la mano a comprar lencería y escapar unas horas a un hotel para arrancarla teniendo sexo. Marcar estas aventuras en el calendario de la cocina provocará deseo y complicidad".
Pero no todos tenemos pareja con la que relajarnos. Y todos queremos sexo. Esos perfectos (des)conocidos con los que nos cruzamos esporádicamente o acaban de presentarnos, se convierten en amantes de espumillón y confeti igual de válidos.
¿Cómo son estas aventuras fortuitas?
Lo primero, novedosas, rápidas y efectivas. Triunfas con facilidad. Te sientes objeto de deseo, corres cierto peligro y eso te excita. No sabes qué podría pasar y cada conquista es un chute de energía. "En ese polvo puedes innovar y tratar de hacer justo la locura que te venga en gana; no habrá consecuencias. Como mucho puedes terminar con alguien que solo vaya a lo suyo y a ti te deje a medias", sentencia de Béjar. No se nos juzga, como remarca Ignasi Puig Rodas, psicólogo y sexólogo: "A muchas personas el sexo les supone una prueba de fuego: qué van a pensar de mí; tengo que cumplir. Si el sexo se tiene con desconocidos, esa presión disminuye. No nos importa tanto la opinión de un amante fortuito como la de nuestra pareja. Paralelamente, también somos más egoístas: Tenemos prácticas que de otro modo no nos atrevemos porque no nos importará que nos juzguen. Si sale mal... ¡Si te he visto no me acuerdo!" Lo único que debe preocuparnos es estar protegidos. Una enfermedad de transmisión sexual no es nunca un buen regalo de reyes; un bebé no deseado para septiembre, tampoco. El preservativo, tanto el masculino como el femenino, no debe faltar nunca.
Lo más habitual es que en estas aventuras haya poca sinceridad y mucho calentón. María Jesús Álava Reyes, psicóloga clínica y autora de La verdad de la mentira, describe hasta qué punto nos mentimos para alcanzar una cama: "En las esferas en las que tenemos más intimidad es en las que más mentimos. Ya en la primera cita, el 90 % reconoce que está dispuesta a mentir. Lo hacemos para intentar seducir, conquistar a esa persona, lograr una cercanía, dar una imagen que imaginamos que es la que esa persona está buscando de nosotros". Triunfar, en definitiva. Aunque solo sea durante la próxima media hora, la que invertimos en follar con esos perfectos (des)conocidos.
Asumamos que de estos polvos, pocos lodos. Serán aventuras furtivas que perpetraremos con el matasuegras entre los labios, pero que en ínfimas proporciones supondrán la historia de amor de nuestra vida. Habrá que esperar a septiembre del 2017 para comprobar hasta qué punto estas navidades fueron prolíficas.
Deseémonos lo mejor; no queda otra: Felices (y sexuales) fiestas.
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