Grafeno, el material divino

El grafeno es un material tan especial, tan particular y tan prometedor que parecería magia si no fuera algo tan simple como una capa de átomos de carbono enlazados de forma hexagonal, como un panal de abejas pero de dos dimensiones. Aunque presente aún tiene poco, su futuro es tan prometedor que amenaza con revolucionar las tecnologías y sectores más diversos.

Con un grosor de un átomo, no hay material más delgado, un millón de veces más fino que un cabello humano. El grafeno es, al mismo tiempo, muy resistente, unas 200 veces más que el acero. Y si embargo es muy flexible y tan ligero que un metro cuadrado de grafeno solo pesa 0,77 miligramos. Otra de sus particularidades pone los ojos chiribitas a toda la industria electrónica y tecnológica. Además de ser un gran conductor térmico, también conduce mejor la electricidad que el cobre o el silicio. Y encima es abundante y relativamente barato producirlo.

Descubierto en 2004 por dos investigadores de la Universidad de Mánchester que recibieron el Nobel, promete servir para tantas cosas como particularidades tiene. En el campo de la tecnología, en esa misma universidad ya ha logrado el transistor más pequeño del mundo hecho, cómo no, de grafeno. Por su conductividad, será el material con el que se harán los semiconductores de la informática del futuro, mucho más rápidos, fríos y pequeños. Además, su ductilidad hará realidad la era de los aparatos que se pueden llevar puestos.

Pero son muchos más los servicios e industrias que se beneficiarán del grafeno: capaz de bloquear los átomos de helio, el gas más difícil de retener, membranas de grafeno purificarán el agua. Las baterías de grafeno acabarán con la mayor limitación para el despegue de los coches eléctricos y el adiós a los combustibles fósiles. Este material bidimensional también es uno de los mejores candidatos para usar dentro del cuerpo, ya sea como sensor o como transporte para fármacos… ¿Seguimos?