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Casi uno de cada cinco vecinos de Madrid es pensionista

El aumento de este colectivo exige la adaptación de los servicios y la fisonomía de las ciudades. Moratalaz, el distrito con mayor representación de este colectivo, carece de residencia pública para mayores

En la ciudad de Madrid hay 582.344 personas que cobran una pensión contributiva —13.205 más que en 2013— y suponen ya el 18,5% de la población. Mucho se ha hablado de la sostenibilidad del sistema de pensiones en un país cada vez más envejecido, pero la situación tiene otras consecuencias sociales y económicas sobre las ciudades que acogen ese nuevo contexto. Por ejemplo, en el distrito de Moratalaz, el 20,7% de los vecinos es pensionista, pero carece de una residencia pública para mayores o bocas de metro accesibles para personas con movilidad reducida.

Hay varios tipos de pensionistas (los que cobran por jubilación, invalidez, orfandad…), aunque la inmensa mayoría son personas mayores. Y, dentro de estas, hay colectivos muy distintos con situaciones y necesidades muy diferentes: están los que van a la asociación de vecinos a que les lean las cartas del banco porque no las entienden bien y los que apenas salen de casa porque viven en un cuarto piso sin ascensos, pero también los que llenan las clases de bailes de salón y todas las excursiones y actividades culturales que pillan por delante... Sin embargo, pese a su heterogeneidad, su presencia como colectivo marca profundamente la vida y las necesidades de un distrito. Sobre todo en casos como Moratalaz, donde alcanzan a ser 1,35 de cada cinco vecinos, el 20,7%, a lo que además habría que sumar el pequeño porcentaje que cobra también pensiones no contributivas, las que se otorgan a quienes no han cotizado.

Es la cifra más alta de la ciudad, seguida por Latina (19%) y Retiro (18,7%) y Ciudad Lineal (18,4%), según las cifras de 2016 publicadas por el Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid. En el lado contrario, están los distritos con menor presencia de pensionistas: algunos de la periferia que han sido los preferidos por las familias jóvenes con hijos en la última década: Villa de Vallecas (11,8%) y Vicálvaro (12,4%); y el gentrificado Centro de la capital (12,2%). En la Comunidad de Madrid, la media es del 16,6%, con coscilaciones que van desde el 3,7% del pequeño municipio de La Hiruela al 55% de Madarcos.

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“Cuando llegamos hace 60 años, que todo esto era campo, pues no se estaba tan bien, pero ahora estamos encantados. De aquí ya no nos movemos”, dice tajantemente Modesta Arias, de 82 años, junto a su marido José Cejudo (89), muy cerca de la plaza de la Lealtad, justo en el vértice de los barrios de Vinateros, Fontarrón, Media Legua y Marroquina de Moratalaz, un distrito hecho de la inmigración interior de los años cincuenta y sesenta, ampliado y rejuvenecido apenas un poco en los años ochenta.

“La gente ha vivido aquí toda la vida y quieren quedarse, aunque solo sea para asomarse a la ventana y ver su barrio”, asegura Mercedes San Ildefonso, presidenta de Asociación de Vecinos Avance Moratalaz. Por eso, dice, aunque las cosas funcionan razonablemente bien para los mayores, se mantienen carencias graves como la ausencia de una residencia pública para mayores; hay cuatro privadas que muchos vecinos no pueden permitirse cuando llega el momento. Además, ninguna de las bocas de las cuatro paradas de metro del distrito están adaptadas para personas con movilidad reducida (no tienen ascensor) y las rutas de autobús “pegan muchas vueltas”. “No puedes tardar una hora en llegar al Alcampo”, se queja San Ildefonso.

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“Hemos pedido la adaptación del metro y, de momento, no lo hemos conseguido. Lo mismo con los autobuses, que también forman parte del Consorcio Regional de Transportes. Con la residencia, estamos buscando la manera de impulsarlo con la Comunidad, que es de quien dependería este servicio”, repasa el concejal presidente del distrito de Moratalaz, Pablo Carmona.

Una visión de conjunto

El concejal dice ser absolutamente consciente de las particularidades de una zona con ese alto índice de pensionistas, un colectivo que quiere participar, que se le tome en cuenta y que además “tiene una visión de conjunto de los problemas del barrio”, es decir, que sabe lo que él necesita, pero también cómo está la escuela infantil de su nieto y por qué no consigue un trabajo su hijo después de tantos meses, añade Carmona. En Moratalaz, en uno de cada tres hogares hay una persona mayor de 65 años (en un 15%, los mayores viven solos).

Por lo que al Ayuntamiento le toca, la Junta Municipal está preparando un plan estratégico de entornos urbanos —para mejorar los incómodos y peligrosos recovecos, los culos de saco y las intransitables aceras que hay diseminadas por todo el distrito— y preparan nuevas actividades “intergeneracionales” que los mayores puedan compartir con otros adultos más jóvenes y con los niños, por ejemplo, en los huertos urbanos.

Un 20,7% de los vecinos de Moratalaz es pensionista.
Un 20,7% de los vecinos de Moratalaz es pensionista.ÁLVARO GARCÍA

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para que las ciudades sean prósperas y sostenibles resulta ineludible que se adapten a las necesidades de un creciente número de personas que durante muchos años (la esperanza de vida en Madrid es de 84,5 años) van tener más tiempo que nunca para lo que quieran —desde la participación política a las actividades culturales y de ocio— mientras gozan de la cierta estabilidad económica que les dan sus pensiones (al menos de momento).

Bajo estas ideas nació en 2006 la Red Mundial de Ciudades Amigables con las Personas Mayores de la OMS, a la que el Ayuntamiento de Madrid pidió unirse en 2013, con el anterior equipo de Gobierno del PP, y cuyos compromisos ha mantenido el actual equipo, de Ahora Madrid.

La red establece que las mejoras deben plantearse en torno a espacios al aire libre y edificios, transporte, vivienda, inclusión social, participación, comunicación e información y servicios sociales y sanitarios.

Ablandando la ciudad

Así, el pasado mes de noviembre, el Consistorio presentó el informe de diagnóstico previo a la redacción de un plan —que estará listo previsiblemente este año— para convertirse en esa ciudad amigable. Los expertos y mayores consultados (a través de pequeños grupos de discusión y encuestas telefónicas a 3.900 personas) le dieron un aprobado a la capital —por sus espacios verdes o sus servicios— pese a ser “una ciudad dura”, que por su tamaño acrecienta sentimientos de desubicación, soledad e inseguridad.

La encuesta, hecha a finales de 2013, preguntó sobre todo tipo de cuestiones, hasta por el número de bancos en las calles (en una escala de 0 a 10, le dieron un 5,75, y el 32,5% se mostró satisfecho con ellos). La limpieza fue una de sus grandes preocupaciones, tanto en general (5,25 puntos, con solo un 25% de personas mayores satisfechas) como en concreto en parques y plazas (5,82 puntos, con porcentajes de personas satisfechas con grandes oscilaciones entre zonas, del 26,4% y 44,5%). Sin embargo, las aceras y las calles, en un estado de deterioro grave que puede llegar a ser peligrosas, es lo “que suscita, de forma unánime, más quejas”. La conservación de las aceras obtiene 5,35 puntos (30,5% satisfecho) y tampoco les hace gracia “la invasión’ de terrazas y mesitas para fumar”.

Entre las propuestas de mejora que ahora se deben plasmar en la estrategia hay desde más bancos, el rebajo de aceras o más limpieza y regar las calles durante las noches; hasta la instalación de baños públicos (se están colocando 130 por toda la ciudad), más ayudas para la instalación de rampas y ascensores y mantener la atención presencial o telefónica para la realización de trámites.

Madarcos: de 45 habitantes, 25 cobran prestación

Madarcos, un bello municipio en la sierra Norte de Madrid, a 87 kilómetros de la capital, es el pueblo más pequeño de la Comunidad. Tiene 45 habitantes de los que 25 (el 55,5%) cobran una pensión contributiva. Así que también es la localidad madrileña con mayor porcentaje de pensionistas. Los nombres que le siguen en la lista coinciden en esas características de pueblos pequeños de la sierra: Robregordo (el 37% de sus 48 vecinos son pensionistas), La Acebeda (32,3% de 65) y Berzosa del Lozoya (28,2% de 202).

Curiosamente, también las cumple el pueblo que ocupa el otro extremo de la gráfica, La Hiruela, donde únicamente dos de sus 54 habitantes (el 3,7%) es pensionista. Le siguen, no obstante, algunos claros ejemplos de la enorme expansión demográfica a lomos de la expansión urbanística que se produjo antes de la crisis, uno en cada punta de la región: al sur, Arroyomolinos, con un 4,6% de pensionistas; al noreste, Paracuellos del Jarama (5,8%) y al noroeste, Villanueva del Pardillo (5,9%).

Entre las ciudades más grandes de la Comunidad, destacan por arriba, con porcentajes superiores al 18%, Madrid, Leganés y Alcorcón. Y por abajo, Coslada (15,1%), Alcalá de Henares (14,4%) o Alcobendas (13,5%). La media de toda la Comunidad de Madrid (16,6%), está por debajo de la de España (18,3%).

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