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Coordinado por Lola Huete Machado
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El largo y cálido verano africano: #Zimshutdown2016

Ángeles Jurado

Zimbabue es otro de los territorios que desmienten la pasividad que se achaca a los africanos en el terreno de la contestación social. Una huelga masiva en julio hizo temblar las certezas del régimen de Robert Mugabe y los cimientos del país parecieron resquebrajarse cuando se unieron a la protesta los veteranos de la independencia, un colectivo con el prestigio ganado en la pelea contra los británicos en los años 70 del siglo pasado, que siempre apoyó al dirigente y que ahora es objeto también de las amenazas del líder nonagenario

#Zimshutdown2016 es el hashtag que hizo furor en Twitter este verano a la par que la huelga se extendía: un desafío público a un partido y un presidente que ya llevan más de 35 años en el poder y que han conducido al país al estancamiento social, la decepción y la corrupción generalizadas y la ruina económica.

“Ya no tenemos miedo. Estamos preparados para derrocar al dictador”, decía Promise Mkwananzi, líder del movimiento #Tajamuka (“Nos levantamos/Nos rebelamos”) en plena huelga, lanzada por funcionarios sin pagar y que se extendió a cierres de comercios y "ciudades muertas" (huelgas generales). Médicos, enfermeras, profesores y otros funcionarios encontraron el apoyo del resto de su sociedad (conductores, comerciantes, vendedores callejeros, jóvenes) y endebles excusas de Mugabe, que achacó la demora de los salarios a problemas temporales. Los veteranos llegaron a organizar una rueda de prensa en la que solidarizaron con los huelguistas, acusando al gobierno de mala gobernanza y corrupción endémica y pronosticando la destrucción del tejido de la nación a sus manos. Los veteranos se han unido a algunos miembros del ejército para solicitar un cambio al frente del país en las elecciones del año que viene. Un viraje significativo, puesto que Mugabe tenía en ellos un escudo protector, sin fisuras, desde los años 80.

No hablamos de Zimbabue con frecuencia, pero lo cierto es que éste parece el colofón de un largo y accidentado proceso de toma de conciencia y movilización de sus ciudadanos. Sin alejarnos mucho del momento presente, hace apenas dos años que el activista y periodista Itai Dzamara se lanzó al ruedo de la protesta en la Plaza de la Unidad de Harare, poco antes de desaparecer supuestamente secuestrado y asesinado por agentes de seguridad del estado. Su hermano Patson lidera también el movimiento #Tajamuka y las acciones de protesta que continúan en el mismo sitio donde se manifestó Itai Dzamara antes de su desaparición. El año 2015 fue pródigo en pequeñas protestas sofocadas por la policía. Entonces llegó el salto cualitativo y cuantitativo denominado internet.

Enough is Enough #ThisFlag pic.twitter.com/SVrPzeOcad

— African (@ali_naka) July 4, 2016

 

 

La historia de Mawarire ya es conocida: puso su cámara a grabar, envuelto en la bandera de Zimbabue, y filmó cuatro minutos describiendo su desengaño y amargura por las promesas rotas y los fallos del gobierno Mugabe. “Cuando miro la bandera, no es un recordatorio de mi orgullo e inspiración, parece que sólo quiera pertenecer a otro país”, confesó entonces. Con 120.000 visitas en un sólo día y hashtag adjunto, se convirtió en trending topic y aglutinó y etiquetó la decepción de muchos de sus compatriotas. 

Mawarire ha marcado el camino para otros también dentro del partido en el poder, ZANU-PF. Acie Lumumba siguió el ejemplo del pastor, utilizando el hashtag #digdeeper. Tras salirse de la estructura política gobernante, continúa la labor de zapa del régimen con vídeos en redes sociales, al tiempo que lanza un nuevo partido opositor, Viva Zimbabwe. Hoy florecen otros grupos de la oposición, como #Asijiki (“no retrocederemos”), que actúan en la Red y en las calles. A pesar de las amenazas, los asaltos, las intimidaciones y las detenciones, las protestas y los hashtags continúan. 

Como sucede en Kenia o Costa de Marfil, no hablamos sólo de “clictivismo”: los hashtags traspasan las barreras virtuales para agrupar y organizar a la gente en la calle. Zimbabue tiene una penetración móvil de más del 95 % y acceso a internet de casi un 50 %, así que la batalla online es prioritaria también para el gobierno. Tras lanzar el contra-hashtag #OurFlag, el ejecutivo de Mugabe ha acusado directamente a Estados Unidos de ser el inductor de las huelgas y protestas ciudadanas, “como antes hizo en Túnez, Egipto y Libia”. Mugabe también ha amenazado con controlar los medios sociales, siguiendo el ejemplo chino. Hubo acusaciones de bloqueo del servicio de WhatsApp durante la huelga y las movilizaciones de este verano.

En cualquier caso y quizás porque se huele que el miedo cambia de bando y no hay barrera que contenga el hastío ciudadano, parece más posible que nunca la llegada de un cambio al gobierno de Zimbabue. Y las protestas prosiguen con un llamamiento a vestir de negro cada viernes... 

 

Comentarios

Como admiro a la gente que va a esos países jugándose el tipo.

Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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