Desgaste popular

Los escándalos que llaman una y otra vez a la puerta del Partido Popular bloquean las soluciones que pudieran conducir a la formación de un Gobierno para España. Ayer se mezclaron dos asuntos diferentes. Primero, la apertura de una investigación judicial a Rita Barberá. Y después, una dura sesión de la comisión de Economía del Congreso en la que quedó de manifiesto que el Gobierno mintió en torno a la designación de José Manuel Soria para el Banco Mundial y la posterior retirada de su candidatura a petición del propio Gobierno. Este asunto no solo desgasta al ministro de Economía, Luis de Guindos, sino que ha mostrado las maniobras de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, para tratar de protegerle frente al Parlamento.

Todo esto le sucede al Partido Popular mientras espera el vencimiento de otras facturas procesales en los próximos meses. Carece de sentido que Barberá, senadora y exalcaldesa valenciana, se haya enrocado durante ocho meses en la cámara alta, que es el tiempo que llevan decenas de concejales, asesores y administrativos del Grupo Popular valenciano incursos en una causa abierta en Valencia, de la cual Barberá se había salvado hasta ahora gracias a su aforamiento en el Senado. Es posible que sea personalmente inocente de la sospecha concreta que pesa sobre ella -eso lo determinará la investigación judicial-, pero es impresentable tener imputados a tantos subordinados sin considerarse políticamente responsable de nada. Al final la causa le alcanza en un momento muy delicado para un partido del que ha sido un símbolo indiscutible. Barberá tiene que salir del Senado, sin disponer por más tiempo de la protección dispensada por su partido.

Las maniobras para proteger políticamente a personas investigadas judicialmente no contribuyen en nada a la credibilidad de las instituciones. La corrupción y la falta de ética son los argumentos que lo ensombrecen todo, el eje del debate político y la causa más alegada para mantener un bloqueo que deteriora el sistema institucional y la credibilidad del sistema político. Lo que hay que hacer es despejar este obstáculo para conseguir que los verdaderos problemas a considerar en pactos de gobernabilidad sean la negociación sobre el déficit con las autoridades europeas, el desafío soberanista de las instituciones catalanas, la reforma constitucional o los retos educativos.

De lo contrario, no habrá manera de recuperar la credibilidad política ante una sociedad atónita por lo que está sucediendo. Como tampoco contribuye a ello un asunto muy distinto, que es la extraordinaria cercanía al Gobierno demostrada por la presidenta del Congreso, Ana Pastor. Esa proximidad le ha llevado a crear un conflicto con la Junta de Portavoces y la Mesa de la Cámara para retrasar o bloquear el pleno exigido por la mayoría de los grupos para examinar el 'caso Soria' y desviarlo a la comisión de Economía, celebrada finalmente ayer.

Cualquier acuerdo de gobernabilidad ha de incluir un firme compromiso por el restablecimiento de la ética política. Si el Partido Popular y Mariano Rajoy no cambian radicalmente, sus opciones de pacto se reducirán cada vez más.