Sarkozy se ‘lepeniza’
El expresidente francés se escora hacia posiciones ideológicas más propias de la ultraderecha

La dureza de los planteamientos que ha empleado Nicolás Sarkozy en el lanzamiento de su candidatura a las elecciones presidenciales del año próximo es una malísima noticia para la democracia francesa, que durante decenios ha representado en todo el mundo valores de acogida y tolerancia. El extremismo del que ha hecho gala el expresidente francés indica un lamentable escoramiento hacia posiciones más propias de la ultraderecha contra quien, paradójicamente, pretende pugnar por la jefatura del Estado como alternativa moderada al Frente Nacional.
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El primer mitin de Sarkozy ha demostrado el contagio del discurso ultranacionalista, antieuropeísta y xenófobo del FN en el resto del arco político. El candidato ha colocado en el centro de su discurso la identidad francesa, recalcado que existe un problema con la inmigración, modificar las condiciones en las que se concede la nacionalidad a los extranjeros y abogar por el arresto domiciliario o la prisión preventiva para aquellas personas sospechosas de tener contactos en el yihadismo, una medida esta última que numerosas voces en el país vecino —entre ellas la del Gobierno— aseguran que es anticonstitucional.
De este modo, Sarkozy ha colocado en el centro de su proyecto político para Francia no la superación de los problemas a los que se enfrenta su economía, la lucha contra el desempleo, las reformas estructurales necesarias o incluso el papel que debe jugar el país en una nueva etapa de la construcción europea con un Reino Unido autoexcluido del liderazgo. En vez de eso, Sarkozy ha elegido el camino facilón del establecimiento de distinciones entre los nacionales y los extranjeros, entre el ellos y el nosotros, en un pasmoso ejercicio de mimetismo —por no decir copia descarada— del discurso de Marine Le Pen. Un comienzo de campaña desalentador.
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