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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Érase una vez un puente invisible

José Naranjo

Una alumna senegalesa dibuja su casa para su amigo canario. / RESF

Los alumnos del Nouveau Lycée de Louga, en Senegal, están hoy más excitados de lo habitual. No es para menos. Por primera vez van a poder ver los rostros en vivo y en directo de aquellos con quien se han estado carteando (cartas, sí, de las de papel) en los últimos meses e incluso podrán hablar con ellos. Un ordenador con conexión a Skype gracias a un dispositivo USB colocado en la mesa del profesor basta para obrar el milagro. A más de mil kilómetros de distancia, en el IES La Isleta de Las Palmas de Gran Canaria, los chicos tampoco pierden de vista la pantalla gigante para seguir la conversación con esos jóvenes senegaleses que a comienzos de curso eran unos absolutos desconocidos pero a los que hoy llaman “sus amigos”. Hay puentes que son invisibles y la Red Educativa Sin Fronteras (RESF), un proyecto alumbrado por la ilusión y el empuje de un puñado de profesores canarios y senegaleses, ha logrado construir uno.

¿Hay coches en Senegal?”, pregunta uno de los alumnos canarios. Al otro lado de la pantalla, los jóvenes de Louga no pueden contener una amplia sonrisa. “¿Y supermercados?”, insiste el preguntón. “¡Profe, a mi amiga senegalesa le gusta Hello Kitty!”, comenta alucinada una niña en Las Palmas. El asombro es compartido en ambas orillas. “Al final, resulta que no somos tan diferentes”, resume Amadou Sow, de trece años, “si hasta oyen música parecida”. La RESF, que lleva más de una década funcionando sin prácticamente ningún tipo de apoyo institucional, ha alcanzado el curso pasado los sesenta colegios, 40 canarios y 20 senegaleses, pero la idea es seguir creciendo en la medida que más profesores se quieran sumar a la idea. Los puentes, ya se sabe, casi nunca tienen techo.

Todo comenzó en 2004 cuando Rafael Blanco, un dinámico profesor de Secundaria afincado en Tenerife, se encontraba de visita en Senegal y decidió acudir a un encuentro cultural en el Liceo Lamine Gueye. Allí se encontró con un grupo de estudiantes de español de la Universidad Cheikh Anta Diop (UCAD) con los que hizo amistad y empezó a tejer un sueño al que llamaron Puente Humano. “En aquellos años miles de jóvenes se subían a las pateras rumbo a Canarias”, explica Amadou Bâ, uno de los padres de la criatura. “Circulaban muchas historias, como que en España te acogía la Cruz Roja y luego te llevaban a la Península, cuando en realidad lo que ocurría era que te metían en una especie de cárcel para intentar expulsarte. Teníamos que luchar contra la desinformación”, añade.

Mamadou Samba Sow, Ibrahima Sow y Amadou Bâ, profesores de Louga. / J.N.

En 2006, en plena vorágine migratoria, justo cuando se elevaban las vallas y se intensificaba la vigilancia en las costas africanas, Rafael y Amadou hicieron posible el primer contacto entre dos centros escolares de ambas orillas, un colegio llamado Daara Djolof, en la región de Louga, y el IES María Pérez Trujillo de Puerto de la Cruz. “Fue muy rudimentario, por teléfono, los profesores de Tenerife pagaron la llamada”, recuerda Bâ con una sonrisa. De aquella primera experiencia se ha pasado a decenas cada año y se llevan a cabo tanto en francés, lo que permite a los alumnos canarios practicar la lengua que están aprendiendo, como en español, para que los chicos senegaleses que lo estudian tengan la oportunidad de expresarse.

Abdoulaye Mbow, coordinador de la célula pedagógica de español de Louga y entusiasta colaborador de este proyecto, destaca que “aquí tenemos el privilegio de ser el punto focal de esta relación con la RESF porque nos da la oportunidad de practicar con nativos. Nosotros hemos aprendido en francés, pensamos en francés, y el español lo hablamos como viene en los libros. Gracias a los contactos con la RESF tenemos acceso al idioma actual”. Y es que además de los contactos vía carta o Skype entre centros, la Red ha permitido que profesores y alumnos senegaleses viajen a Canarias y, al revés, que docentes y escolares de las Islas tengan la ocasión de conocer este país africano. Y todo ello apenas sin ayuda de ninguna institución u organismo público.

Alumnos del CEIP Agustín Millares Carlo con las cartas de sus amigos senegaleses. / RESF

Pero más allá del aprendizaje del idioma, lo mejor de todo, según Mbow, es que todo este movimiento está contribuyendo a cambiar mentalidades. “Nuestra visión ahora del extranjero es más positiva. Vemos a estos docentes que son como nosotros, que tienen problemas similares a los nuestros, que vienen hasta aquí de manera voluntaria y hacen todos los esfuerzos por integrarse y pienso que vale la pena”. Desde este punto focal de Louga la Red ya se ha extendido a otras zonas de Senegal, como la Casamance en el sur, mientras que en Canarias se fue abriendo desde Tenerife a islas como La Gomera, Gran Canaria e incluso Fuerteventura, que ha comenzado el curso pasado.

Ángeles Moreno es una profesora grancanaria que durante este último curso ha pasado largas temporadas en Louga coordinando las actividades de la Red, que además de los intercambios ha incluido apoyo psicopedagógico y la puesta en marcha de una biblioteca ambulante gracias a las donaciones procedentes de Canarias. Por ejemplo el IES Joaquín Artiles de Agüimes, en Gran Canaria, acaba de comenzar, con la colaboración del Ayuntamiento de esta localidad, una campaña de recogida de libros para enviar a Louga. Otro ejemplo que muestra cómo el puente funciona en ambas direcciones ha sido la colaboración de la Red en la organización del Festival Internacional del Renacimiento del Patrimonio Cultural Inmaterial de Louga que se celebró el pasado mes de julio y contó con la participación, entre otros, de Toni, un profesor tinerfeño que hizo varias exhibiciones de lucha canaria, o de Ana Griott, filóloga y narradora oral leonesa que acaba de publicar una recopilación de cuentos de la Baja Casamance con ilustraciones de Daniel Tornero llamada El dragón que se comió el sol, editado por Libros de las Malas Compañías. “Estamos aquí para aprender, para conocernos mejor”, asegura Ángeles Moreno.

Niñas de Louga y miembros de la Red durante el FIRPI. / J.N.

Uno de los inspiradores de la Red Educativa Sin Fronteras fue el profesor de español de la UCAD El Hadji Amadou Ndoye, un gran conocedor de la literatura canaria, fallecido hace tres años. Mamadou Samba Sow fue uno de sus alumnos y hoy es miembro de la Red. “Me acuerdo mucho del profesor Ndoye, siempre decía aquello de hay que ver, volver a ver, averiguar, ver de nuevo. Era incansable”. Hoy, el concurso de fotografía de la RESF que ya ha alcanzado su tercera edición lleva el nombre de Amadou Ndoye. Samba Sow, que da clase en el Instituto Malick Sall, intercambia con Sandra, profesora de Filosofía del IES Mesa y López. “Al principio los alumnos son tímidos, pero luego se sueltan y preguntan qué tal la vida en España, qué se estudia, qué hacen los chicos por la tarde tras salir del colegio. Y también hablamos de filosofía, de libertades y derechos y de fútbol, claro. Para mis alumnos ha sido muy beneficioso, las fronteras van cayendo, cogen más confianza para hablar en español y enriquecen sus conocimientos”, explica Samba.

Dos niñas posan delante de uno de los carteles de la RESF. / J.N.

Ibrahima Sow también lleva muchos años en el proyecto y ha intercambiado con institutos de La Gomera y Tenerife. Este curso, por primera vez, ha iniciado junto a una decena de profesores de ambas orillas un proyecto denominado El periódico de las buenas noticias en el que los alumnos escriben en castellano sobre distintos temas que van desde el patrimonio cultural hasta los problemas en la escuela. Además, Sow tuvo la oportunidad de conocer Canarias en el último viaje de miembros de la RESF. “Cada día dábamos charlas sobre África en los centros. La idea es ir más allá de las cartas y el Skype, que también nos podamos conocer en persona”, explica.

Aunque Senegal es el país con más actividad, la RESF también ha plantado su semilla en otros lugares como Gabón, Haití, Palestina o los campos de refugiados de Tinduf. Nació como un proyecto de Puente Humano y ha ido adquiriendo identidad propia, sumando a cada vez más profesores y alumnos convencidos de la importancia de conocer al otro, de comunicar, para que el mundo sea un lugar mejor donde vivir. Todo vale. Los grupos de Whattsap, el Skype, las cartas escritas a mano, los intercambios en persona o incluso la radio. “La cosa es estar en contacto, crecer juntos, aprender, desarrollar el conocimiento que tenemos de nuestros vecinos, respetarnos”, concluye Amadou Bâ.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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