_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Arrepentidos

‘Voté por la salida, pero hoy me golpeó la realidad y me han entrado remordimientos’

Manifestantes a favor de Europa y del Brexit reunidos en en una manifestación pro-Brexit en Londres el 9 de julio.
Manifestantes a favor de Europa y del Brexit reunidos en en una manifestación pro-Brexit en Londres el 9 de julio. DANIEL LEAL-OLIVAS (AFP PHOTO)

Yo tenía unos cuatro años. Era verano y me había quedado a dormir en casa de mis abuelos. Aquella noche, por algún motivo, desperté en la madrugada y quise volver al departamento de mis padres. Mi abuelo sacó su bicicleta, me sentó en el canasto y empezó a pedalear. Allá fuimos, cruzando la ciudad dormida. La avenida de Arias; la escribanía donde se casó Perón; el cine San Carlos. Sobre el siseo fantasma de las ruedas, mi abuelo me contaba cuentos: el del elefante, el del dragón. Cuando llegamos, tocó timbre, apareció mi padre, y yo dije: “Quiero volver a lo del abuelo”. De pronto, la idea de dormir bajo la galería de chapa y despertar con el canto de los gallos debe haberme parecido inmejorable. ¿Cómo un departamento podía ser mejor que eso? Pero mi padre dijo: “No. Ahora te quedás acá”. Yo supe que me había perdido para siempre una noche magnífica, y estuvo bien. Hay algo que se llama “decisiones” y algo que se llama “consecuencias” y en mi casa, que nunca propició arrepentimientos, el nexo entre ambas cosas se aprendía rápido. En junio pasado, después de la votación que dejó a Inglaterra fuera de la Unión Europea, millones de ciudadanos de ese país, perplejos con el resultado, reclamaron que se votara de nuevo. Muchos habían optado por la salida pero se decían arrepentidos: “Voté a favor del Brexit, pero no creí que mi voto contara. Creí que al final nos quedaríamos”; “Voté por la salida, pero hoy me golpeó la realidad y me han entrado remordimientos”. Creí que mi voto no contaba, voté por irnos pero no pensé que iba a suceder. ¿Con ese razonamiento rudimentario y esa irresponsabilidad pueril votan los ciudadanos de uno de los países más poderosos de la Tierra? ¿Así deciden las cosas importantes quienes deciden, también, dónde arrojar las bombas? Todavía no sé si me da risa, piedad, desprecio o miedo.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Leila Guerriero
Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_