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¡Socorro, me ataca el narcisismo!

Hace quince años descubrí unos personajes curiosos en las discotecas de Los Ángeles. Eran los “paparazzi aficionados”, personas apostadas a las salidas de los clubs para tomar fotos de los famosos. No eras periodistas ni fotógrafos del corazón. Sencillamente, chavales que tenían ese deporte nocturno y coleccionaban fotos de sus perseguidos famosos. Y no hablo de cuatro que no tuvieran otra cosa que hacer, sino de más de treinta o cincuenta, que huían de los porteros de discotecas, siempre tan simpáticos en cualquier parte del mundo. Pues bien, años después, hay personas que llegan a contratar a unos cuantos de estos paparazzi con el simple objetivo de aparentar ser famosos. Con eso no se libran de los porteros de discotecas, sino que se convierten en la mirada de los que están haciendo la fila. Es la moda en Los Ángeles y otras ciudades que refleja un síntoma de nuestra sociedad: el narcisismo ha aumentado y los datos así lo avalan.

Existe un test que evalúa el nivel de narcisismo en nuestra personalidad y este se ha duplicado entre los estudiantes universitarios desde 2002 hasta 2009, en comparación con la media de entre 1982 y 2006, según Jean Twenge y Joshua Foster. Curiosamente, los hombres suelen ser más narcisistas, pero parece que las mujeres estamos “trabajando duro” para alcanzarles y nos estamos aproximando a ellos, en opinión de estos profesores de las universidades de San Diego y de Alabama.

El narcisista está encantado de conocerse. Le preocupa su imagen, su prestigio y tiene una alta desconexión con las emociones del resto. Vamos, la empatía no es precisamente su fuerte. Y el narcisista se esconde detrás de muchas caras: desde una persona muy agradable que cae bien a todos, el que siempre cuenta chistes o el que “yo, yo, primero yo y nadie me entiende”.

Posiblemente, todos tengamos algo de narcisistas y eso no significa que debamos irnos corriendo a terapia. De hecho, como explican Twenge y Foster, la edad lima este impulso: en el famoso test solo el 3 por ciento de las personas mayores de 65 años tenían rasgos acentuados narcisistas frente al 10 por ciento que ocurre en los veinte. Por tanto, es algo que se va sanando. El problema surge cuando se convierte en algo enfermizo o cuando tenemos que soportarlo en otros.

Muchos políticos parecen narcisistas (en campaña electoral tenemos material muy interesante de análisis y me temo que es independiente del partido político en cuestión); al igual que unos cuantos jefes y directivos que he conocido, tan preocupados por su poder y muy poco por lo que les ocurría al resto. Y quizá tengas algún amigo o pareja (o ex) que también lo fuera.

El problema del narcisista es que va a lo suyo. Como le ocurrió al actor Alec Baldwin en 2011. Le expulsaron de un avión porque se negó a apagar su iPad antes de despegar. Motivo: estaba en pleno videojuego y acabó encerrado en el baño para no perderse la partida, como si nadie se fuera a dar cuenta. Las celebrities son carne de narcisismo (no todas, pero muchas). Y las redes sociales en las que mostramos nuestra mejor cara y nuestra imagen siempre maravillosa, para que nos den muchos likes, nos refuerzan esta conducta.

El gran Woody Allen lo resume así: “Yo me crié en la confesión israelita, pero al hacerme adulto me convertí al narcisismo”. Así pues, como el narcisismo nos puede “atacar” a cualquiera, ¿qué debemos hacer? (para no convertirnos en insoportables y desarrollar un poquito más la empatía).

  1. No te tomes tan serio. Estamos de paso. El éxito y la fama son pasajeras. Incluso nuestro cuerpo. Si nos obsesionamos con ello, dejamos de perder el contacto con el resto de personas y con valores mucho más profundos, lo que sí que es un síntoma de fracaso.
  2. Humildad, siempre. Rafa Nadal es y será uno de los deportistas más apreciados en España, precisamente por su humildad y por su respeto hacia los otros.
  3. Actitud abierta al aprendizaje. El eterno aprendiz no es narcisista. No mira hacia sí mismo, sino hacia lo que puede alcanzar.
  4. Un poco de sentido del humor con uno mismo. Reírnos de nosotros, de nuestros fracasos, sin esperar que el resto nos aplauda, es una manera de aterrizar nuestras tendencias a ser el epicentro del mundo.
  1. No te tomes tan serio. Estamos de paso. El éxito y la fama son pasajeras. Incluso nuestro cuerpo. Si nos obsesionamos con ello, dejamos de perder el contacto con el resto de personas y con valores mucho más profundos, lo que sí que es un síntoma de fracaso.
  2. Humildad, siempre. Rafa Nadal es y será uno de los deportistas más apreciados en España, precisamente por su humildad y por su respeto hacia los otros.
  3. Actitud abierta al aprendizaje. El eterno aprendiz no es narcisista. No mira hacia sí mismo, sino hacia lo que puede alcanzar.
  4. Un poco de sentido del humor con uno mismo. Reírnos de nosotros, de nuestros fracasos, sin esperar que el resto nos aplauda, es una manera de aterrizar nuestras tendencias a ser el epicentro del mundo.

Publio Siro

Foto: Código nuevo.

Comentarios

Está muy bien José y también gracias a Pilar, modestia es lo que nos falta precisamente y empatía igual. Os dejo con estohttps://youtu.be/Lj-W6D2LSlo
Mil gracias José y Nina. Vuestras aportaciones dan color y voz a un tema que a todos nos atañe pero que pocos quieren verse en ese espejo. ¡Qué grande Serrat en Caminante...! Mil gracias de nuevo a los dos :)

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