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La verdad sobre el hombre que sofoca a Khaleesi

Michiel Huisman es uno de los actores más deseados del momento gracias a su papel en 'Juego de tronos'. Casado y con un hijo, tiene un lema: "No le hago ascos a nada"

Michiel Huisman posa en exclusiva para ICON con camiseta interior Hanes, pantalón Dockers y cinturón Diesel.
Michiel Huisman posa en exclusiva para ICON con camiseta interior Hanes, pantalón Dockers y cinturón Diesel.MICHAEL SCHWARTZ

¿Qué hago yo hablando de un buen café con Michiel Huisman? Estamos en Los Ángeles, no hay cafetera a la vista y el hombre capaz de enamorar y sofocar a Khaleesi, de Juego de tronos, ni se ha puesto los zapatos para bajar a tomar algo. “Sabes que es bueno cuando en el bar te reciben moliendo el grano”, se regodea imitando el regurgitar de la máquina. “Los ves llenar la canasta hasta el borde, sin apretar, al filo. ¡Zas! Un golpe seco seguido de ese olor que acompaña al ruido ensordecedor de la cafetera. ¡Ahí está! ¡En la taza! Solo, ni leche, ni azúcar. Cuando es bueno no necesita nada. ¡Bebida de dioses!”.

Nunca he pensado que me llamen porque otros no quieran desnudarse. No me siento estereotipado ni me preocupa ser guapo

El momento no tiene nada de pose, no es elegante ni hipster. Tampoco habla del Starbucks que se ve desde la ventana del hotel Roosevelt, donde estamos. Atardece y, con la melancolía del día, a Huisman le ha venido el sabor de los cafés que se tomaba en ese pueblo sevillano donde estuvo rodando Juego de tronos. “¡Café de los de a un euro!”, recuerda. Pero, ¿por qué hablar de ello ahora? “Porque, con todo lo que me gusta el buen café, también he aprendido a disfrutar de uno malo. Me pasa con todo lo que me gusta y a veces no tengo. La música, el cine, el café. En lugar de ser un esnob o gruñir, he aprendido a que no me afecten tanto las cosas. A no hacer ascos. A pasar más”, entona.

Huisman se toma un descanso con camiseta Bottega Veneta, pantalón Salvatore Ferragamo, zapatos Prada y calcetines Topman.
Huisman se toma un descanso con camiseta Bottega Veneta, pantalón Salvatore Ferragamo, zapatos Prada y calcetines Topman.Michael Schwartz

Sentado en el suelo, con camiseta blanca y pantalones de chándal, podría ser un príncipe. Uno que realmente pasa de todo. Tranquilo y relajado, dejando que Hollywood bulla a sus pies. De su cuello cuelga un pequeño lápiz, un abalorio que siempre lleva y que le regaló un diseñador procedente de su Holanda natal (Huisman nació en Amstelveen, cerca de Ámsterdam, hace 34 años). Con él puede ir apuntando las cosas que ha dejado atrás. Hoy ha sido un día de encuentros con la prensa y sesiones fotográficas, como la que acaba de protagoniza para ICON.

Michiel Huisman en el hotel Roosevelt de Hollywood con camisa Louis Vuitton y pantalón Calvin Klein Collection.
Michiel Huisman en el hotel Roosevelt de Hollywood con camisa Louis Vuitton y pantalón Calvin Klein Collection.Michael Schwartz

Nuestra charla no parece lograr arrancarle la sonrisa. Quizá le faltaba café del bueno. O su familia, a la que no ha visto en toda la semana porque viven en Nueva Orleans y él se ha estado moviendo por Hollywood. “Como actor no hay un sitio perfecto para vivir, aunque Los Ángeles lo haría más fácil”, admite. Lo dice, pero pasa de mudarse. Pudo establecerse aquí, pero prefirió el Misisipí para no sentirse “como otro actor desesperado buscando trabajo”. Antes, también había dejado atrás Ámsterdam, donde se forjó una carrera desde los 10 años. ¿Lo dejó todo por ligarse a la madre de los dragones? “Alguien tenía que hacerlo”, le gusta bromear. Pero con el gesto más serio, pensativo, añade la verdadera razón de su filosofía: “Lo dejé todo porque quería ser yo”.

Ese yo es ahora uno de los hombres más deseados del momento. En pantalla el actor se lleva de calle a Connie Britton en Nashville, a Blake Lively en El secreto de Adaline, a Tatiana Maslany en Orphan black. Por no hablar de Gisele Bundchen en el anuncio de Chanel y, por supuesto, a Emilia Clarke (Khaleesi) a quien, como Daario Naharis, Huisman ofrece su espada y todo lo que va con ella. Queda claro que a la cámara le gusta su cuerpo. Y de nuevo el actor bromea: alguien tiene que hacerlo.

“Nunca he pensado que me llamen porque otros no quieran desnudarse. No me siento estereotipado ni me preocupa ser guapo. Yo no lo veo así, pero me halaga el comentario. Tengo suerte. Esto es Hollywood y es importante que el público te conozca y sepa que te ha visto”. Incluso a esto, algo que para casi todos los humanos de sexo masculino sería una bendición, Huisman es capaz de encontrarle pegas, reproduciendo un discurso más asociado al gremio de las actrices agraviadas por el heteropatriarcado que al de los lúbricos galanes contemporáneos. Pide el holandés para su carrera esa igualdad de oportunidades que normalmente reclaman ellas. “Es irónico que en una industria en la que no hay suficientes papeles de peso para las actrices a mí siempre me toca dar la réplica a mujeres fuertes, donde ellas llevan la voz cantante”, reclama.

Está cómodo con lo que viste, pero si hay que quitarse la ropa, tampoco hay problema. No todos están hechos de su misma pasta, si hay que juzgar por la marcha del británico Ed Skrein del papel que Huisman heredó en la cuarta temporada de Juego de tronos y que más fama le ha dado. “Eso sí que fue cortar cabezas”, bromea. No nació con el cuerpo que luce en pantalla, pero tampoco tuvo que trabajar mucho para conseguir unos pectorales al gusto de Khaleesi. Un mes de trabajo intenso, dice, y luego mantenerse. No ha sido para tanto. Entrena en casa, con su esposa, la muy indie actriz holandesa Tara Elders (36 años), y su hija (8 años). O en los hoteles mientras rueda. Allí también suelen acompañarle los suyos. Su guitarra solía completar su equipaje.

Michiel Huisman junto a su mujer, la también actriz Tara Elders, en el festival de cine de Tribeca, en 2015.
Michiel Huisman junto a su mujer, la también actriz Tara Elders, en el festival de cine de Tribeca, en 2015.Cordon

Hubo un tiempo en el que no sabía si era músico o actor. Con tres álbumes a sus espaldas, el arranque de su carrera estadounidense con la serie Treme tampoco aclaró demasiado su futuro. En la serie combinó su talento como músico y actor además de su cuerpo, también a la vista. “Ahí me importaba más”, dice del desnudo. “Era más sórdido. En Juego de tronos sé que me van a hacer quedar bien. Me tiene que mirar la madre de los dragones y decir eso de ‘¡mira este!”, se piropea. Cosas que uno no se espera de Huisman. Como tampoco que confiese su afición por las videntes.

Ahora sí se ríe. “No, no, no… No soy de los que consulta con videntes. No sé por qué lo hice. Paseábamos por Nueva York y entramos en una”, recuerda de esa tarde, hace ya varios años, junto a su esposa. “Todavía no estábamos casados y entramos a ver a esta mujer que lo primero que me dijo, sin saber quién era, fue: ‘Tú estás luchando con dos carreras, una es la música y la otra es en el mundo del espectáculo’. Y se me quedó lo de la lucha. Me hizo ver quién soy: un actor al que le gusta la música. Aceptado esto soy mucho más feliz. Estoy empezando a notar que cada vez controlo más esta industria. No debo demostrar nada más. Sólo profundizar”, respira aliviado sacando pecho sobre el cielo de Hollywood.

Realización Ángela Esteban Librero. Maquillaje y peluquería: Ashley Streicher (Forward Artists). Asistentes de fotografía: Phil Sanchez y Amanda Yanez. Asistente de estilismo: Mar Peidro. Técnico digital: Maxwell Tiggas con Industrial Color. Agradecimientos a The Hollywood Roosevelt Hotel.

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