_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ellas vs. ellas

Según Cristina Rivadeneira, el destino de toda mujer que decide hacer dedo es la muerte segura

Leila Guerriero

El 23 de febrero las argentinas María José Coni, de 22, y Marina Menegazzo, de 21, fueron encontradas muertas cerca de Montañita, una localidad turística de Ecuador y, aunque se detuvo a dos hombres por el crimen, los familiares de las víctimas no creen que sean los asesinos. El caso cobró resonancia internacional y los medios se hicieron eco de la muerte de estas mujeres “que viajaban solas”. Pero ¿no eran dos? ¿Qué les faltaba para ser juntas y no solas: un macho alfa, un varón rampante? A través de entrevistas con pobladores de la zona se analizó su comportamiento: cómo vestían, si tomaban alcohol. Urgía saber si eran busconas con la falda demasiado corta: urgía saber si se lo habían buscado. A comienzos de marzo la subsecretaria de Turismo de Ecuador, Cristina Rivadeneira, dijo a DPA, en el estand de Ecuador de la feria de turismo ITB de Berlín: “Yo soy mamá. A estas chicas seguro que les iba a pasar eso en cualquier lado porque de ahí se iban a ir haciendo dedo hasta Argentina (...) les iba a pasar algo tarde o temprano”. Según Rivadeneira, el destino de toda mujer que decide hacer dedo es la muerte segura. Renunció a su puesto apenas después, diciendo: “Me disculpo como madre e hija, mis expresiones no buscaron hacer daño a nadie”. ¿Un ministro se disculpa “como padre y abuelo”? ¿Por qué disculparse “como madre e hija”? Quizás porque en el fondo, aunque haya renunciado, sigue creyendo en las cosas que se desprenden de lo que dijo: que una mujer es, ante todo, un reservorio de huevos para fabricar embriones; un ser endeble que, si tiene la ocurrencia de salir al mundo, enfrenta más posibilidades de ser cortada en postas que un varón. Quizás porque, como a tantas otras, así se lo enseñaron en su casa. E inevitablemente, como tantas otras, así lo enseñará a su descendencia. La cadena es infinita. El daño, interminable.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Leila Guerriero
Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_