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Tentaciones
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¿Qué llevan tatuado nuestros políticos?

Desde Churchill hasta el primer ministro de Canadá pasando por Cristina Cifuentes, tatuarse también ha sido algo propio de las clases dirigentes

Cristina Cifuentes enseñando uno de sus tatuajes en la muñeca.
Cristina Cifuentes enseñando uno de sus tatuajes en la muñeca.Carlos Bouza (Cordon Press)

A finales de 2015 un salón de tatuajes de Canadá lanzo un curioso reto a los políticos de su país. Justo antes de las elecciones federales, impulsó el hashtag #Tatouezvospromesses (#tatuadvuestraspromesas) con el que retaban a los candidatos a los comicios de octubre a  tatuarse lo que decían durante la campaña electoral. No demasiados candidatos accedieron al reto, de hecho ninguno lo hizo, quizás por lo arriesgado de mantener una promesa electoral o porque tatuarse les parecía una cosa no apta para políticos.

Sin embargo, los políticos y los tatuajes no son mundos tan alejados y, en nuestro país, varios de nuestros representantes lucen tinta sobre la piel sin ningún pudor. Bueno, o casi. El caso más destacado (e importante) es el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que lleva nada menos que cinco tatuajes. La temática es bastante ecléctica y van desde unas letras chinas en la muñeca (el que más suele verse) hasta algún tribal, una rosa y dos símbolos estelares: un sol y una estrella.

Aunque Cifuentes no suela mostrar los tatuajes, nunca ha renegado de ellos y ella misma ha hablado sin tapujos de cuántos tiene, de qué dibujos son y de en qué zona de su cuerpo están. No parece que sea algo de lo que la popular se arrepienta.

Otra política tatuada es Elena Valenciano, ex número 1 del PSOE al Parlamento Europeo. En su caso, sabemos que a los 40 años se tatuó una mariposa en el hombro. Al parecer, la socialista no lo hizo sola y su hija se hizo el mismo tatuaje junto a ella. Bastante más original es, por ejemplo, Jose María González Santos, conocido como 'el Kichi', alcalde de Cádiz. Y es que lleva un tatuaje en el antebrazo con las iniciales de su hijo mayor y de él mismo: AK/KG. La peculiaridad es que están escritas con la tipografía de AC/DC, uno de sus grupos favoritos.

'El Kichi' mostrando su tatuaje en el antebrazo.
'El Kichi' mostrando su tatuaje en el antebrazo.Matthias Oesterle / Cordon Press

Por su parte, el recién destituido ex secretario de organización de Podemos, Sergio Pascual, luce en su antebrazo una rana y un perro. ¿El significado? Al parecer son símbolo de fidelidad y de cambio.

Otro hombre, pero de muy distinto símbolo político, que también se pasó a la moda de poner tinta sobre su piel es Borja Sémper, presidente del PP de Gipuzkoa. Según se ha podido saber, lleva en su antebrazo la frase 'Ha salido el sol'. No la deja ver a menudo  pero le convierte en uno de los pocos hombres populares en llevar algo tatuado (que sepamos).

El tatuaje de un águila y el globo terráqueo de Justin Trudeau.
El tatuaje de un águila y el globo terráqueo de Justin Trudeau.youtube

Aunque nos pueda parecer algo de hoy en día, el hecho de que políticos o mandatarios lleven tatuajes es algo que viene de lejos. En el pasado, por ejemplo, Don Juán de Borbón, padre del Rey emérito llevaba dos dragones tatuados uno en cada brazo. En su caso no obedecía a modas, si no a la tradición marinera según la cual todo marino que pasase por los mares de la India y de China debía hacérselo.

En cuanto a lideres mundiales, el que fuera presidente de reino unido Winston Churchill llevaba un ancla tatuada en el brazo y el norteamericano Franklin D. Roosevelt portaba un enorme tatuaje en el pecho con el escudo de su familia. A ese nivel, en la actualidad sólo conocemos a un tatuado: el átipico primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. A pesar de la coincidencia, no fue porque aceptara el reto del salón de tatuajes. En varias ocasiones, como cuando hace unos años compitió en un combate de boxeo benéfico, se ha podido ver en su brazo los dibujos de un cuervo y de un globo terráqueo, que están inspirados en los simboos de la tribu Haida de Canadá. En lo que que respecta a nuestro país, si alguno de los líderes de los principales partidos lleva algún tatuaje, es algo que hasta que no lo digan (o se les pille en un descuido) es probable que no sepamos nunca.

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