11 fotosEl camarero que remueve mucho un gin-tonic no es nuestro amigoCon una vuelta es más que suficiente. Otros errores garrafales con la bebida de moda 07 mar 2016 - 09:47CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceDebió suceder en torno a 2007: sin saber cómo, decenas de seductoras botellas de ginebra nos daban la bienvenida en casi cualquier bar. Fue el comienzo de un boom del gin-tonic que, casi una década después, no tiene visos de agotarse. En España le hemos puesto tanta pasión que, al final, acabamos creando versiones surrealistas. Aquí los (garrafales) errores más comunes, según Anshuman Vohra, autor de la ginebra Premium Bulldog.Ilustraciones: RelajaelcocoUna herencia de nuestro pasado que hay que desechar. Y junto al vaso larguirucho, también el ancho o cualquier otro intruso que intente suplantar a la auténtica protagonista, la copa de balón. “Como tiene la boca grande, es la ideal para que podamos captar los aromas de cítricos y botánicos. El olfato es muy importante a la hora de degustar un gin-tonic”.Este petardazo es de los que menos gracia le hacen a Vohra. “Yo prefiero que todo esté frío, porque el gin-tonic debe ser una bebida refrescante. O al menos es la manera de tomar Bulldog. Un combinado fresco siempre incitará al que lo está disfrutando a tomarse otro”.A Vohra le va el hielo grande y considera esencial que no tenga una calidad mediocre. “Además, hay que beber la copa antes de que el hielo se deshaga porque, en caso contrario, acabaremos teniendo un gin-tonic aguado, con un sabor completamente alterado”.La proporción áurea de Vohra es la siguiente: 5 centilitros de ginebra por 20 centilitros de tónica. Pasarse o quedarse corto supone crear una copa demasiado alcohólica o que no sepa a nada. Cualquiera de los dos errores pueden arruinar una noche: la primera por exceso; la segunda, probablemente, por aburrimiento.Lo hemos visto todos. Y más de una vez. Con intención de potenciar el “sabor cítrico” -palabras reales de camarero-, vierten medio botellín de zumo industrial de limón en la copa (o en el vaso de tubo, si tenemos mala suerte). “Creo que esto es un error grave, sobre todo, en el caso de ginebras ‘premium’ porque lo que ocurre al final es que estás añadiendo un ingrediente artificial. Es necesario que todos los componentes sean totalmente naturales”.Esto, aunque pueda ser lo más habitual del mundo, tampoco es lo ideal. “Lo que nos interesa del cítrico es el aroma, por lo que hay que intentar emplear solamente su piel”, aconseja Vohra. Es decir, todo lo demás molesta.Granitos de pimienta, trocitos de piel de naranja, pepitas de limón… Hay que evitar todo aquel cuerpo extraño que flote en la copa y que nos obligue a interrumpir el disfrute para: (uno) quitárnoslo de la boca como si fuera la cáscara de una pipa o (dos) sacarlo con ayuda de una cuchara o cualquier otro elemento que encontremos por el bar.Esto puede suceder por varias razones pero, sobre todo, porque tenga poco gas o demasiado azúcar, lo que nos lleva a otro (incómodo) tema: las calorías del gin-tonic. “Una mala tónica te va a poner calorías en la copa o va a reducir ese carbónico que le da vida al combinado. De todos modos, yo prefiero quitarme el postre antes que un buen gin-tonic”, dice Vohra.“Hay que pensar que la burbuja de la tónica es muy importante, por lo que es esencial que no se pierda. Al servir la copa, lo ideal es remover con una cuchara una vez, porque la ginebra es más densa que la tónica y así lograremos que ambos ingredientes se entremezclen adecuadamente”. El camarero que quiera echar músculo agitando el combinado como si le fuera la vida en ello no es nuestro amigo.Lugar: Cualquier bar o restaurante de nuestra geografía. Protagonista: un barman listillo (pero poco preparado) que coge la ginebra que hemos elegido con varios cítricos en su elaboración, y le añade una vaina de vainilla. ‘Fail’ total. “No hay nada peor que traicionar el espíritu de una ginebra. Por eso es tan importante que los camareros conozcan el producto con el que tratan”, remata Vohra.