Ya lo dijo Laura Palmer
"Nos vemos en 25 años". Con estas palabras se despidió Twin Peaks en 1991. Su director, David Lynch, cumple la profecía y dirige ahora una nueva temporada de su icónica serie
"Muerta y envuelta en plástico". Con estas palabras describía un horrorizado vecino de Twin Peaks el hallazgo de un cuerpo en la orilla del lago donde solía pescar. Así, de cuerpo presente, el mundo conoció a Laura Palmer. La joven, uno de los cadáveres más bellos de la historia de la televisión, apareció ante la audiencia el 8 de abril de 1990 alterando para siempre la rutina de ese pequeño pueblo estadounidense de 51.201 habitantes. También la de medio mundo que se vio absorbido por la intriga y, en paralelo a los investigadores de la ficción, intentaba contestar a la pregunta: ¿Quién mató a Laura Palmer? Aunque (parte de) el misterio se resolvió —la serie acabó de manera abrupta en junio de 1991—, David Lynch y Mark Frost, director y guionista de Twin Peaks respectivamente, han decidido regresar a esos misteriosos bosques plagados de abetos Douglas. Su finalidad: realizar una tercera temporada (prevista en 2017 en Showtime) de una serie rara, reflejo del mundo de Lynch, desde sus miedos e inquietudes hasta su particular sentido del humor y misticismo. Una propuesta que fue revolucionaria por su alta audiencia —el capítulo piloto en EE UU emitido por la ABC atrajo a 34,6 millones de espectadores y provocó que, por primera vez, descendiera el número de seguidores de Cheers, con la que competía en franja horaria—; reconocida como pionera de la actual edad de oro de la televisión, y convertida en objeto absoluto de culto. Bienvenidos a Twin Peaks.
Con dos característicos acordes de la banda sonora de Angelo Badalamenti y la imagen de un chivirín (ese apacible pajarito que aparecía posado en una rama) arrancaba cada capítulo. Segundos después aparecía una serrería en pleno funcionamiento, “dando paso a la típica visión lynchiana del arte industrial”, resume el compendio de ensayos La filosofía de David Lynch, publicado en 2011. Esa atracción por los parajes industrializados es una constante en el trabajo del director desde su primera película, Cabeza borradora (1977), en la que un trabajador de una fábrica va cayendo en las redes de la locura junto a su pareja y al monstruoso hijo de ambos. “No estoy muy seguro de saber qué significa exactamente”, contaba un joven Lynch en una de sus primeras entrevistas. “La idea estaba en mi cabeza, pero no de una manera abstracta en general, sino abstracta concreta”, añadía. Acababa de volver a casarse y cuidaba de su pequeña hija, Jennifer. A la vez, se estrenaba en el cine con una historia turbulenta y grotesca. “Un ejercicio enfermizo de mal gusto”, sentenció la revista Variety. “No soy tan raro, de verdad”, contaba él. “Bajo la calma exterior está el subconsciente, ¿no? Y todo el mundo tiene sus pequeños… habitantes de las profundidades”.
A Lynch le gusta penetrar en esos abismos, en la podredumbre y la oscuridad que subyace en toda escena de aparente normalidad. Durante la investigación del asesinato de Laura Palmer también se va destapando la oscuridad que late en los habitantes del idílico Twin Peaks: tráfico de drogas, prostitución, incesto, masoquismo, ambición, muerte…
Terciopelo azul (1986) selló la relación de Lynch con los actores Laura Dern y Kyle MacLachlan. También con el compositor Angelo Badalamenti. Estos dos últimos son piezas clave en Twins Peaks: MacLachlan como el extravagante agente del FBI Dale Cooper, alter ego de Lynch, apasionado, como el director, por la meditación, el café y el pastel de cerezas; Badalamenti como ideólogo de una inigualable partitura que también se convirtió en icono.
“El rodaje va genial”, contaba MacLachlan en una entrevista para la revista Icon. Hablaba de su participación, de nuevo como Cooper, en la próxima temporada de la serie. “Cuando leí el guion entendí que todo iba a ser tan especial como esperaba. Será puro David Lynch. Está haciendo el Twin Peaks que quiere hacer”, añadía sin revelar ni una palabra. Badalamenti también regresa, al igual que gran parte de los personajes del original, como el sheriff Harry S. Truman (Michael Onteak); la comedida Donna Hayward (Lara Flynn Boyle) o la fallecida Laura Palmer (Sheryl Lee). Aunque está muerta desde el minuto uno, la figura de Laura, víctima a la vez que tentación, inunda la serie en un ejercicio de necrofilia al estilo de Vértigo o Rebeca, ambas de Hitchcock. En realidad la búsqueda de su asesino es una excusa, un MacGuffin [un elemento de suspense que hace que la trama avance pero carece de importancia], para desgranar los misterios de Twin Peaks en base a las relaciones que sus habitantes tenían con la corrupta adolescente.
Infidelidades, intereses cruzados, violencia doméstica, secuestros o trifulcas familiares. Un culebrón. Enfatizando esa idea, Lynch da relevancia a Invitation to Love, un serial de estilo ochentero al que están enganchados muchos de los habitantes de Twin Peaks. Esa mezcla de culebrón, terror, surrealismo, drama criminal y humor que fascinaba al director. De hecho, el nombre del asesino le parecía tan irrelevante que no tenía planeado desvelarlo. Solo lo hizo, a través de un sueño en el capítulo siete de la segunda temporada (Lonely Souls), tras las presiones de los productores. A partir de ahí, inmerso en el rodaje de Corazón salvaje (1990. Palma de Oro en Cannes), se apartó de Twin Peaks.
Solo regresó tras el hundimiento de la audiencia para concluir la historia y dirigir los capítulos finales. Poco después, en 1992, rodó Fuego camina conmigo, una precuela de Twin Peaks en la que relataba los días previos a la muerte de Laura Palmer. Pero esta especie de colofón no convenció ni a seguidores ni a críticos. Twin Peaks había acabado y parecía que para siempre. En 2001, Lynch intentó lanzar otra serie, Mulholland Drive, con una atmósfera semejante a la de su anterior trabajo televisivo. Grabó el piloto, pero el trabajo no gustó y el director lo reconvirtió en película de misterio neo-noir con la que obtuvo otra nominación al Oscar como mejor director. Twin Peaks empezaba ya a formar parte de la nostalgia cuando, el pasado noviembre, una serie de cuatro anuncios para la televisión japonesa sorprendió a sus fans. Promocionaba café enlatado de la marca Georgia y los había dirigido el propio Lynch en 1993 desarrollando la resolución de un caso en el universo Twin Peaks con los mismos actores. Salieron a la luz cuando ya estaba confirmada la nueva temporada y Lynch había anunciado su retorno en Twitter. Poco a poco fue explicando que volvía parte del elenco. Así, 25 años después de su emisión, el director ha conseguido emocionar a sus seguidores. Los fans no se olvidan del último capítulo, en el que Laura contaba un secreto a Cooper en la onírica habitación roja: “Nos vemos en 25 años”.
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