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CLAVES
Columna
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Se acabó la Guerra Civil

Iglesias y Sánchez coincidieron en querer colocarle la etiqueta de derechas a Rivera

Jorge M. Reverte

Era de suponer, pero tenía que producirse en la práctica: la Guerra Civil ya se acabó. Su evocación o no ha existido o ha sido irrelevante durante el debate del pasado lunes en EL PAÍS. No solo eso, sino que no aparece por ningún lado en los anuncios de otros actos de campaña.

No hay que ir muchos años atrás para ver que las referencias a la contienda eran muy abundantes. En las elecciones más locales, sí se producen unas referencias continuas, pero ahí la memoria de los muy próximos a los perjudicados es muy difícil de borrar. Como sucede sin ir más lejos en casos de crímenes pasionales o de raíces de propiedad de la tierra. Algo así como lo de Puerto Hurraco llevado a escala comunitaria. Ahí sí tenemos a Esperanza Aguirre, sempiterna defensora del franquismo que sigue mostrando la simpatía que siente por quien tiene que sentirla, porque yo no dudo que ella sea de verdad liberal en el terreno económico, pero en lo político le ha costado.

El lunes Iglesias y Sánchez coincidieron en querer colocarle la etiqueta de derechas a Rivera. Pero les falló la Guerra Civil, que era lo que servía antes para distinguir izquierda y derecha. Tanto es así que los nacionalistas les parecieron de izquierdas a mucha gente durante años. Ahora Rivera hace algo tan sencillo y tan propio de la bonhomía como abrir las fosas, y ya se ha quitado de en medio ese problema.

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Esta es una historia muy saludable, y hemos llegado aquí en mejores condiciones que otros. Por muy masoquistas que seamos, la guerra civil española está teniendo un vencedor claro que es la memoria y la historia. En Francia todavía no se ha encontrado el hueco para desvelar todas las verdades sobre Vichy. Incluso en la desvergonzada Inglaterra no se ha contado del todo la espantosa posibilidad que se produjo con Oswald Mosley, que no estuvo demasiado lejos del poder en los años anteriores a la Guerra Mundial.

Bueno, ya podemos decir que somos como todos los europeos. Nuestra Guerra Civil está ahí, muerta para casi todos menos para los estudiosos. Ya nadie vota a Franco, como nadie vota al PCE de entonces. Muchos suspirábamos hace veinte años por tener una derecha no fascista y una izquierda no estalinista.

Ya las tenemos.

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