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Tentaciones
el anticrítico gastronómico

Sí, la cerveza es la nueva 'comida sana'

A sus propiedades naturales se ha unido una nueva moda: la de las birras artesanales hechas de frutas y verduras. Temblad, smoothies

Hay una cosa de la que parece que aún no nos hemos enterado. La cerveza artesana ya empieza a oler a astracán y naftalina; la mayor parte de la juventud hipsteriana ahora quiere nuevas experiencias. Tras tontear con el veganismo, el naturalismo, el nihilismo antropofágico o el existencialismo proteínico de todo runner, resulta que lo flexiteriano ahora es lo que está en boca de todo influencer que se precie. El moderno de verdad quiere encontrar en su cerveza artesana, sin filtrar, con el gas justo y demás exigencias un toque exótico y a la vez natural y saludable. Vamos, que de repente se están poniendo de moda las cervezas artesanas de frutas y verduras fabricadas en España y Dios no nos ha pillado ni confesados ni bautizados ni cuernos que valgan.

Todo el mundo perdió el cuero cabelludo buscando la cerveza artesana más molona, tajarse en el bar más moderno donde te sirvan su propia cerveza y, por descontado, hacer de cuñado redicho con los colegas a golpe de homilía coñazo sobre lo muchísimo que sabe uno de cervezas artesanas. A todo esto que los medios de comunicación y la blogosfera, se han llenado de criticólogos de planeta Disney que, por encima del bien y el mal, categorizan, clasifican y sentencian en función de lo mucho que saben. Tedioso

Tostada: la cerveza primigenia

Aunque la cerveza tostada tiene más años que el sol, tardamos poco en convertirla en la sucesora de la rubia y la negra. En el caso de las cervezas artesanas sucedió lo mismo; la incansable búsqueda de la novedad ha convertido la oferta de los bares casi en un anuncio de esos que Benetton nos metía con calzador en la década de los 90. Y a pesar de que la cerveza industrial nos intenta contar historias sobre el triple tostado y demás marcianadas, la tostada artesana evoluciona a sabores como la vainilla y el ron de la Yakka Brown Ale, que se fabrica en Murcia. Lo más puristas apuestan por otras Brown Ale más conocidas como Ebora o Enigma. Si lo que te mola es ir al garito donde las fabrican, en Madrid hay un templo de la tostada en la misma calle Juan Bravo: El Rooster, un restaurante que fabrica su propia pale ale.

Buscando antioxidantes desesperadamente

Pero claro, somos tan sumamente sanos que lo tostado no nos sacia. En esa búsqueda desenfrenada por lo que es más sano, más natural y, a su vez, molón sin que desemboque en un infernal smoothie, cada vez está ganando más adeptos las cervezas artesanas frutales. Como la palabra antioxidante vende más que una churrería al lado de un after, de repente empiezan a aparecer cervezas de frutos rojos. frutas del bosque o de donde sea, que aseguran ser sanas a tope. Muchas de estas cervezas de frutas, suelen ser de temporada, como la que hace Sagra de frambuesa ácida para el invierno. La más alucinante es la que la extremeña Cerex hace con cerezas del jerte, una cerveza intensa y contundente que se está empezando a ver en todas partes. Y aunque la Pilsen es la que ha encumbrado a esta artesana como la mejor del país este último año, yo os aconsejo buscar la de cereza. Muy fan

¿Innovación o baúl de los recuerdos?

Viendo el filón de lo que mola beber cervezas con sabores diferentes, las cerveceras se han vuelto locas del todo sacando viejas recetas ya existentes o creando nuevas. Una de estas locas creaciones ha sido la cerveza de alcachofa de Badum, producida en Castellón. La Badum de alcachofa, reza las propiedades para prevenir problemas circulatorios y cardiovasculares, nutritiva a tope y gancho perfecto para los amantes del círculo vegano. Por su parte, la toledana La Sagra ha rescatado una antigua tradición yanqui de cerveza de calabaza con su versión de calabaza y canela, más dulzona y correcta. Los de paladar de jabalí ibérico, apuestan por las de castaña de La Virgen (la hacen con castaña asada) o de Cerex, que además también se han sacado de la manga una de bellota. La fábrica Maravillas, en el corazón de Madrid, sabe muy bien que su Cabrona, es decir, su artesana con higos secos y vainilla, hace las delicias de los más golosos y menos intrépidos.

En definitiva, que la cerveza artesana se está convirtiendo en el nuevo gin-tonic ensalada, pero esta vez con más aciertos que meteduras de pata. Las posibilidades se multiplican, y cada cerveza tiene su momento. Como sabéis, que cada uno beba lo que quiera y pague lo que pueda. Yo con una litrona fresquita del chino también soy feliz.

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