Un convenio público-privado financia proyectos de jóvenes investigadores
La Fundación General CSIC, junto a ocho empresas colaboradoras, impulsa 14 proyectos de investigación en salud, sostenibilidad de innovación industrial
La situación es preocupante para los jóvenes científicos españoles, según las altas cifras sobre expatriaciones y abandonos en la carrera científica. De hecho, hay 11.000 investigadores menos que en 2010 debido, en gran medida, a la falta de una mayor inversión en I+D en nuestro país.
La Fundación General CSIC ha firmado un acuerdo con ocho empresas, tanto españolas como extranjeras, para llevar a cabo el programa ComFuturo, que pretende retener el talento de jóvenes investigadores altamente cualificados que resuelvan problemas relevantes en la sociedad y en la industria.
El director general de la Fundación CSIC, Miguel García Guerrero, ha reconocido que ha sido difícil encontrar empresas dispuestas a financiar proyectos de investigación porque "no hay mucha tradición de mecenazgo en nuestro país", pese a que con iniciativas como esta "al final ganamos todos: la ciencia, la sociedad y la empresa".
Las empresas —el Banco Santander, BASF, la farmacéutica Lilly, Aqualogy, Fundación Jesús Serra, Gas Natural Fenosa, Hotel Aguas de Ibiza e Iberdrola— apoyarán económicamente durante tres años a los investigadores con 50.000 euros anuales. Esta dotación también incluye el contrato laboral para el investigador, de 31.600 euros anuales. El CSIC, además de dotar los proyectos con 5.000 euros anuales, se hará cargo de los medios técnicos, así como de los laboratorios, el equipamiento y personal de apoyo.
Las empresas apoyarán económicamentes a los investigadores con 50.000 euros anuales
Cuatro de los catorce proyectos tienen como objetivo contribuir a mejorar la salud de las personas, ya sea facilitando la detección precoz en sangre de mama, diseñando nuevas estrategias terapéuticas para enfermedades inflamatorias crónicas, con nuevas prótesis basadas en piel electrónica o explorando nuevas formas de desinfectar las aguas.
Otros, sin embargo, tienen un enfoque sostenible, como generar combustibles limpios con energía solar, investigar maneras más eficientes de almacenar energía, y reducir el CO2 proveniente del transporte marítimo. Este último, lejos de lo que pueda parecer, no requiere muchos medios: “Solo necesito un ordenador y conexión a internet”, explica Jordi Isern-Fontanet, quien diseñará un software de seguimiento de todas las corrientes marinas del mundo para poder así economizar el gasto de combustible de los barcos.
Cuatro más aspiran a contribuir al avance tecnológico de las industrias, gracias al procesamiento de imagen en criomicroscopía electrónica, con nuevas formas de ADN polimerasas de fusión con aplicaciones biotecnológicas, desarrollando sensores de alta precisión para control térmico en misiones espaciales, y explorando tecnologías cuánticas de computación.
Innovando en nuestra industria
Las tres investigaciones restantes pretenden impulsar algunos de los sectores en los que España disputa el liderazgo mundial: uno dirigido a conservar la riqueza de su patrimonio cultural, otro para incrementar el rendimiento de sus cultivos subtropicales y otro a preservar la calidad de sus aceites.
Noelia Tena Pajuelo, doctora en Química por la Universidad de Sevilla, se ha propuesto conocer cuál es la vida útil del aceite de oliva virgen. “Lo que propongo es utilizar la espectroscopia infrarroja para determinar cuáles son los cambios que se producen en el aceite a lo largo de su tiempo de vida y crear un modelo matemático que prediga cuál va a ser el tiempo de vida útil que va a tener ese aceite desde el momento que yo obtengo su espectro”, indica Tena.
Garantizar la calidad del aceite de oliva tiene mucho interés porque cualquier problema que surja con él puede afectar a la economía del país" Noelia Tena Pajuelo, doctora en Química y una de las beneficiarias del programa
“España es el principal exportador de aceite de oliva en el mundo. Garantizar la calidad de este producto tiene mucho interés porque cualquier problema que surge con él puede afectar a la economía del país”, ha señalado.
El químico escocés Scott Mitchell plantea encontrar la clave para evitar que el patrimonio cultural se siga desgastando, y evitar que se pierda. “El objetivo es tratar la contaminación de bacterias y hongos en papel, cuero y piedra”, ha indicado el investigador.
Desarrollando materiales con una alta actividad antimicrobiana, el investigador tratará de ver cómo pueden actuar como biocidas para ayudar a la conservación del patrimonio cultural. Es decir, usar los materiales para matar a las bacterias y hongos que contaminan superficies de papel, cuero y piedra en objetos antiguos como libros, ropa y estatuas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.