Triple empate

Los expertos en sociología política suelen decir que las campañas electorales no cambian mucho la intención de voto de los ciudadanos. Una afirmación que seguro que servía en los tiempos del bipartidismo, pero que, hoy por hoy, no tiene demasiada justificación.

Los resultados de la encuesta realizada por Metroscopia, que hoy publica EL PAÍS, muestran una alta volatilidad y apuntan un triple empate entre el PP, Ciudadanos y el PSOE, y un rebote de Podemos, en estimación de resultado electoral. Desde el mes de junio, la evolución de la intención de voto de los cuatro mayores partidos políticos se ha mostrado muy cambiante, tanto en porcentaje como en la posición en el podio, acorde con los tiempos que corren.

Con todas las precauciones que hay que tomar, una estimación tentativa y aproximada del reparto de escaños apunta que ningún partido superará los 100 diputados y que hay tres fuerzas políticas con capacidad de liderar un Gobierno pactando con otra. El PP se sitúa en el primer puesto, en estimación de voto y en escaños, mientras que Ciudadanos gana en porcentaje al PSOE, pero no en número de diputados (ello se explica porque el sistema electoral prima las fuerzas con apoyos electorales más homogéneamente repartidos por el territorial nacional).

La encuesta también señala que las dos fuerzas emergentes han ganado posiciones respecto al mes anterior, mientras que el PP mantiene un suelo firme y el PSOE ha perdido posibles votantes, que se han desplazado a su derecha y a su izquierda para recalar en Ciudadanos o en Podemos. La lucha por el centro político provoca cada mes corrimientos entre los distintos partidos.

Ante esta situación, los principales líderes políticos deben ser conscientes, al menos, de dos cosas. En primer lugar, que la formación del nuevo Gobierno dependerá de la capacidad de llegar a acuerdos poselectorales. Y, en segundo lugar, que la campaña electoral probablemente va a desempeñar un papel decisivo en el resultado final. Quedan 50 días para que los ciudadanos voten el 20 de diciembre, y cada propuesta, cada decisión y cada declaración pública pueden hacer variar la distribución de escaños en el Parlamento y el posterior rompecabezas de pactos para la investidura.

Es la hora de los programas. Ya no valen las posiciones emboscadas o las vaguedades sobre los principales temas de debate. Los ciudadanos esperan propuestas concretas a las que premiar o castigar con su voto; y datos que demuestren que las promesas electorales son realistas y no puros brindis al sol. Los partidos tienen que presentar y explicar sus programas electorales con la valentía, la claridad y la transparencia que exige el momento, y aportar unas cifras que hagan cuadrar las cuentas públicas.

También es la hora del debate entre los candidatos. Un debate que debe ser lo más amplio y democrático posible y que tiene que basarse en la discusión de las propuestas, evitando las descalificaciones. No hay que olvidar que, al menos, dos de los grandes partidos tendrán que pactar para formar Gobierno; no es conveniente atacar a quien puede ser tu socio en enero.