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“No entendemos la vida, pero sabemos modificarla de forma útil”

Este gran experto en el origen de la vida, profesor en la Universidad de Yale, defiende la biología sintética con el fin de crear "nuevas formas vivas para entender mejor la biología"

Javier Sampedro
Dieter Söll, profesor de Biofisica Molecular y Bioquimica en la Universidad de Yale, durante su reciente visita a Barcelona.
Dieter Söll, profesor de Biofisica Molecular y Bioquimica en la Universidad de Yale, durante su reciente visita a Barcelona.Gianluca Battista

Dieter Söll ha dedicado la mayor parte de su larga vida profesional al problema más profundo de toda la biología en su conjunto: la estructura profunda del código genético, su origen y su evolución. Es el proceso que subyace, y precede, a la totalidad de la vida del planeta Tierra, y por tanto a todos los sistemas vivos que conocemos. Si hay zonas de la ciencia que tienen un ángulo metafísico, éstas forman parte sin duda de una lista muy corta, y por eso le pregunto:

Pregunta. Suponga que encontramos vida en otro planeta. ¿Cómo sería el código genético allí?

Respuesta. No lo sé, y hay otra pregunta similar que tampoco puedo responder: si la vida desapareciera del planeta Tierra, ¿podría evolucionar de nuevo? Lo que se me ocurre sobre estas cuestiones es que la evolución depende de accidentes muy improbables; en cada punto de bifurcación de la historia, la diferencia entre dos caminos puede ser infinitesimal, pero la elección de uno u otro conduce a unos futuros muy dispares, y crecientemente dispares. Ni siquiera sabemos si la vida en otro planeta estaría basada en el ADN, ni en el carbono. ¡Podría basarse en el silicio!

El concepto de conjunto mínimo de genes no vale más que en unas condiciones muy particulares. No comprendemos bien todos los componentes de la bacteria más pequeña, no hablemos ya de un ser humano"

Söll es uno de los verdaderos clásicos del género. Fue el primer firmante del artículo científico que en 1966 descifró el código genético –el diccionario que traduce genes a proteínas—, por el que su jefe H. Gobind Khorana ganó el premio Nobel dos años después. Fue uno de los artífices de la primera reunión en que los biólogos moleculares acordaron unos límites éticos para su disciplina, en los años setenta. Un clásico. “Tengo más de ochenta”, bromea sobre su edad. Hizo los ochenta en abril. Y sigue investigando, fresco como nunca.

Hace unos días fue la estrella invitada de la Asociación de Becarios de La Caixa para dar una conferencia en Barcelona. Pero no ha acudido a España a hablar del origen de la vida, sino de su futuro: la biología sintética, el sueño humano de tomar las riendas de la evolución biológica, y por tanto de su propio futuro.

Dieter Söll, profesor de Biofisica Molecular y Bioquimica en la Universidad de Yale durante su reciente visita a Barcelona.
Dieter Söll, profesor de Biofisica Molecular y Bioquimica en la Universidad de Yale durante su reciente visita a Barcelona.Gianluca Battista

P. ¿Podría usted sintetizarme?

R. Si contamos células, usted solo es un 10% humano: el 90% restante de su cuerpo son células bacterianas. Y si contamos genes, usted solo es ¡un 1% humano! Aun cuando conozcamos todos sus genes, aún no sabemos lo que es usted, y por tanto no podemos sintetizarle.

P. ¿Qué es, entonces, la biología sintética?

R. La biología sintética es ingeniería biológica: el diseño y construcción de nuevas formas vivas para entender la biología. Como dijo Richard Feynman, “no puedo sintetizar lo que no puedo entender”, y ese es el problema actual, que no entendemos la biología.

P. ¿Y todas esas secuencias de ADN de la genómica?

Conocemos todas las partes de una célula, pero no sabemos cómo se interconectan, cómo se organizan en un todo que funciona. Ni si quiera lo sabemos para una sola célula, para una sola bacteria"

R. Conocemos todas las partes de una célula, pero no sabemos cómo se interconectan, cómo se organizan en un todo que funciona. Ni si quiera lo sabemos para una sola célula, para una sola bacteria. Sabemos que hay bacterias que pueden vivir con solo 450 genes, y podemos sintetizar los 450 en el laboratorio, pero no tenemos ni idea de cómo interconectarlos. A menos, naturalmente, que copiemos el modo en que la bacteria lo hace.

P. Al menos conocemos el genoma mínimo para sostener la vida.

R, Eso en condiciones de laboratorio ideales; si quitas un nutriente, o la bacteria tarda más de dos horas en dividirse, ya no es un ser vivo autónomo, según la definición convencional. El concepto de conjunto mínimo de genes no vale más que en unas condiciones muy particulares. No comprendemos bien todos los componentes de la bacteria más pequeña, no hablemos ya de un ser humano.

P. Le veo escéptico sobre la biología sintética.

La biología sintética puede hacer muchas cosas muy útiles. La artemisina, por ejemplo, que ha merecido el último premio Nobel de medicina"

R. En realidad soy muy positivo sobre ella, la biología sintética puede hacer muchas cosas muy útiles. La artemisina, por ejemplo, que ha merecido el último premio Nobel de medicina. Se obtiene de un helecho, pero la extracción es muy ineficiente, y una dosis cuesta más de cuatro dólares, lo que es inviable en los países pobres. La posibilidad de sintetizarla químicamente se ve lastrada porque supone muchos pasos de síntesis. Pero los científicos han logrado meter todos los genes necesarios en la levadura. Y ahora se puede hacer, se puede tratar la malaria por 50 céntimos.

P. Eso es magnífico.

R. Sí, pero la empresa Sanofi ha tenido que poner 150 millones de dólares para generar toda esa ingeniería metabólica. Para resolver los problemas, hay que saber dirigir las inversiones.

El código genético puede acomodar uno o dos nuevos aminoácidos artificiales, y esas células bacterinas ya se han hecho, y son viables pero necesitan para sobrevivir esos aminoácidos que no existen en la naturaleza"

P. ¿Otras aplicaciones?

R. También en bioseguridad, como generar bacterias útiles pero arriesgadas que, si se escapan del laboratorio, no pueden vivir. El código genético, que los seres vivos utilizamos para codificar los 20 aminoácidos que forman las proteínas, puede acomodar uno o dos nuevos aminoácidos artificiales, y esas células bacterinas ya se han hecho, y son viables pero necesitan para sobrevivir esos aminoácidos que no existen en la naturaleza.

También hay virus que usan un código genético algo distinto del de su huésped, y eso hace posible erradicarlos de los huéspedes modificados genéticamente. Ya existen, y pueden ser muy importantes en procesos industriales como la fabricación de queso, donde los virus son una fuente de ruina.

P. Entonces, no necesitamos comprender a fondo la célula para alterarla y que juegue a nuestro favor.

R. Exacto, no entendemos la vida, pero sabemos modificarla de forma útil.

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