Tratar a los estudiantes como arquitectos
FOTO: Janez Martincic, Andrej Gregoric y Anze Cokl
Son muchos los profesores que consideran que responsabilizar al estudiante es clave para preparar al futuro profesional. En las Escuelas de arquitectura nórdicas, la construcción de un proyecto, y no sólo el diseño, es un paso habitual para la formación de los futuros arquitectos. Lo mismo sucede en la Escuela de Arquitectura de Talca, en Chile, reconocida por esa práctica que obliga a mancharse las manos. De este modo, los estudiantes se convierten en dobles profesionales. Son proyectistas, pero también constructores. Su conocimiento es un equilibrio entre lo teórico y lo práctico que puede que los torture al principio, pero que beneficiará a la profesión a largo plazo.
Los eslovenos Rok Oman y Spela Videcnik, del estudio OFIS, pusieron a prueba a sus alumnos de la Graduate School of Design de Harvard (GSD). En contacto con la asociación de montañismo de su ciudad, Liubliana, la capital de Eslovenia, les pidieron que desarrollaran un refugio alpino innovador. “¿Cuánto se puede llegar a innovar en situaciones extremas?”, plantearon.
La respuesta de los alumnos fue contundente: mucho con los materiales, poco con las formas. Así, fue la arquitectura vernácula la que inspiró la mayoría de las 12 propuestas en las que trabajaron los alumnos. Una de ellas, la realizada por Katie MacDonald, Kim Frederick y Erin Pellegrino se pudo construir. Se utilizó para sustituir un antiguo refugio de más de 50 años. Y fue necesario un helicóptero (del ejército) y el trabajo de 60 voluntarios para instalarlo, en un solo día, en la cima del monte Skuta.
El refugio es a la vez emblemático y paradójico. Preparada para soportar las bajas temperaturas y los fuertes vientos de la cima (con una estructura de hormigón revestida de fibra de vidrio) la cabaña es a la vez refugio y mirador. Por eso resulta excepcional, porque defiende una protección más basada en la el conocimiento (la vista) que en la oscuridad.
Compuesto de tres elementos (tres secciones que se trasladaron individualmente), el interior, forrado de madera de pino, puede acoger hasta a ocho montañeros. Y el exterior, cercano a la angulosidad de las montañas, también evoca la idea básica del refugio primitivo. Así, la tradición y la necesidad, en manos de los alumnos, dan como resultado una intervención tan simbólica como funcional. Pero el hecho de confiar en ellos para levantar un edificio sometido a condiciones tan extremas añade, a cualquier conocimiento, la gran lección de la responsabilidad.
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