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Ellas tienen un objetivo

Nueve adolescentes de diferentes países defienden ante los líderes mundiales en Nueva York cuáles son sus prioridades para lograr un mundo más equitativo

Alejandra Agudo
Luiza, brasileña de 16 años, quiere acabar con la violencia de género.
Luiza, brasileña de 16 años, quiere acabar con la violencia de género.JAVIER SAURAS

No son pocos quienes afirman que la de género es la madre de todas las desigualdades. Y que acabar con ella es un requisito inapelable para lograr progreso social y económico en cualquier sociedad. Tales afirmaciones han sido en cierto modo aceptadas por la comunidad internacional en tanto que la lucha contra ella no solo tiene dedicado uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (el 5) sino que impregna transversalmente todos los demás. Ghene, Nurfahada, Lindsay, Jacinta, Irlane, Antonina, Sana, Darakhshan y Luiza lo tienen claro: para acabar con esta inequidad, las niñas deben gozar de las mismas oportunidades y derechos que los varones. Estas adolescentes de diferentes países —Filipinas, Nigeria, Pakistán y Brasil— llevaron este mensaje ante algunos de los líderes mundiales citados en Nueva York el pasado 25 de septiembre en la 70ª Asamblea General en la que se adoptó la nueva agenda internacional de desarrollo. Ellas fueron las elegidas por la ONG Plan Internacional para asistir a la cita en la Gran Manzana y ser las portavoces de millones de niñas y mujeres que sufren discriminación y violencia.

Las nueve jóvenes alzaron su voz por las que no la tienen para pedir educación universal, pues las niñas que no han recibido ninguna formación tienen una probabilidad tres veces mayor de casarse antes de cumplir 19 años que aquellas que han estudiado hasta secundaria, como subraya un informe de 2012 del Fondo de Población de la ONU (UNFPA). Todas reivindicaron el efectivo cumplimiento de objetivo número cinco —"lograr la igualdad de género y autonomía de las mujeres"— y especialmente respecto a las niñas. Los datos y la realidad que reflejan urgen a tomar medidas. Sirvan de ejemplo dos datos de la Organización Internacional del Trabajo que destaca Plan en su campaña Por ser niña. El primero es que el 10% de las pequeñas entre 5 y 14 años realiza tareas domésticas 28 horas o más a la semana, lo que las mantiene alejadas de los estudios. Otro: el 98% de la cifra estimada de 4,5 millones de personas que son explotadas sexualmente son mujeres y niñas.

Este 11 de octubre en el que se celebra el Día Internacional de la Niña, escuchamos y reproducimos sus reivindicaciones, inquietudes y sueños de futuro a través de estas adolescentes que tuvieron la oportunidad de pedir cara a cara un compromiso real por la igualdad de género y los derechos de las mujeres a quienes ostentan la batuta del mundo.   

Jacinta, 16 años. Kenia

Jacinta durante su estancia en Nueva York el pasado septiembre.
Jacinta durante su estancia en Nueva York el pasado septiembre.JAVIER SAURAS

"En mi país, las niñas no tienen las mismas oportunidades que los chicos. Mientras que ellos cuentan con una asignación económica y pueden socializar, nosotras nos tenemos que quedar en casa para cocinar y cuidar de la familia", se queja elocuente, en perfecto inglés, la joven. Continúa: "Las niñas no pueden tomar sus propias decisiones. Y ellos sí. Pero nosotras podemos tomar decisiones en nuestra vida. Ahora sé que yo puedo". Lo sabe porque de entre todos sus compañeros de clase, la ONG la eligió a ella para acudir a la ONU después de que diera un discurso en su colegio contra la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil que "ocurre mucho en Kenia". El país africano, de hecho, está muy atrás en la tabla del Índice de Igualdad de Género de la ONU, en la que ocupa la posición 147ª de 187. Para mejorar y erradicar la ablación o los casamientos forzados, entre otras lacras que sufren las kenianas, el más importante objetivo según Jacinta es el número cinco. "Que todas otras adolescentes tengan igualdad de oportunidades y se sientan empoderadas", apostilla. Sus padres, al principio, no aceptaron de buen grado que su hija adolescente se convirtiera en una activista que organizaba (y aún lo hace) grupos de conversación sobre igualdad de género en su escuela. "Me llevó mucho tiempo convencerles, pero ahora están contentos conmigo. Estoy aquí", subraya mientras agarra con fuerza su asiento en el barco que une Manhattan con Staten Island. De mayor, concluye, quiere ser abogada. "Para defender a las niñas como yo", zanja. 

Ghene, 14 años. Filipinas

Ghene, de Filipinas, quiere llegar a ser presidenta en su país.
Ghene, de Filipinas, quiere llegar a ser presidenta en su país.JAVIER SAURAS

"Quiero que todas las niñas sean iguales en todos los aspectos: educación, salud, política...". Su objetivo, dice, es el quinto de los 17 que se han aprobado por las Naciones Unidas y que guiarán la acción internacional hacia un mundo más justo y equitativo para 2030. Ghene observa cómo en "algunos lugares" de su país, las crías sufren violencia y abusos. "El 60% de las escuelas no son seguras. Y ellas tienen problemas porque se da voz a los chicos, y ellas son ignoradas". Cree que esta diferencia de trato y oportunidades se da porque la sociedad cree que ellos son mejores en liderazgo. "Pero yo sé que las mujeres podemos". Tanto es así que planea estudiar Ciencias Políticas y Sociales para ocupar "alguna posición en el Gobierno". Según lo dice, matiza: "Sueño con llegar a ser la presidenta del Gobierno de mi país". Y ríe.

Nurfahada, 16 años. Filipinas

"No quiero obviar lo que les pasa a otras niñas", dice Nurfahada.
"No quiero obviar lo que les pasa a otras niñas", dice Nurfahada.JAVIER SAURAS

"Los Objetivos de Desarrollo Sostenible tienen que poner fin a toda discriminación contra las mujeres y niñas. En la educación, cargos públicos...". Nurfahada es voluntaria en uno de los centros de atención a las víctimas de violencia en su país. Es en los desplazamientos internos, debido a los conflictos y enfrentamientos en determinadas zonas geográficas, en los que las chicas sufren violaciones, embarazos, matrimonios forzados. "Veo que cada año hay casos crecientes de agresiones a mujeres y he sido testigo de cómo les afecta física y mentalmente". Así lo explica esta adolescente involucrada en la lucha por la igualdad de género porque, según dice, no quiere obviar lo que les pasa a esas niñas. "Deben tener las mismas oportunidades. Han de saber que tienen un futuro mejor si quieren. Quiero que puedan ir a la escuela, deseo que se curen de sus heridas. Creo que pueden", argumenta. Con tal convicción, estudiará Trabajo Social. "Para ayudar a cambiar el mundo, a las niñas y a mí misma. Porque ellas aprenden de mí, pero yo también aprendo de ellas", termina.

Sana, 17 años. Pakistán

Sana asegura que con educación todas las niñas sabrán resolver sus problemas.
Sana asegura que con educación todas las niñas sabrán resolver sus problemas.JAVIER SAURAS

"En mi opinión, el objetivo más importante es la educación universal", afirma Sana. La joven pakistaní continúa su razonamiento: "En mi país, el sistema educativo no es bueno. Solo el 25% de las escuelas son adecuadas para las niñas". La joven está convencida de que cuantas más niñas estén educadas, mejor será la sociedad en su conjunto. "Ellas podrán resolver cualquier problema", apostilla. Se refiere a que las jóvenes podrán enfrentarse con herramientas personales a situaciones de vulnerabilidad frecuentes en su país, como el matrimonio infantil —en Pakistán, una de cada cinco menores se casa antes de cumplir los 18 años, según las estimaciones de la organización Girls Not Brides—. Sana asegura que ella se ha librado de ese destino porque su padre cree que la educación es importante. "Tengo dos hermanas y dos hermanos. Todos estudiamos". Pero no todos los progenitores son como el suyo. "En mi pueblo, que tiene 200 casas, las niñas no tienen permitido estudiar. O no pueden porque no tienen dinero", afirma. Por eso, reparte material e imparte clases gratuitas a quienes no pueden permitírselo. Eso es lo que hace hoy, en el futuro quiere ser abogada. "En mi país hay muy pocas letradas que defiendan a mujeres. Y lo necesitan porque cada día las violan, las matan...", explica su elección. "La mayoría de abogados en Pakistán solo se dedican a ganar dinero y no a resolver los problemas de la gente", critica.

Lindsay, 16 años. Filipinas

Lindsay: "En Filipinas hay muchas niñas que sufren. ¡Y yo no lo sabía!"
Lindsay: "En Filipinas hay muchas niñas que sufren. ¡Y yo no lo sabía!"JAVIER SAURAS

"Educación". Lindsay es rotunda. Cree que cada uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente la igualdad de género, se pueden conseguir si hay acceso universal a la educación. "En nuestro país hay casos de acoso sexual, embarazo adolescente, matrimonio temprano... Y creo que la educación es la solución a todos estos problemas", detalla. Fue durante un viaje a Manila, cuando Lindsay se dio cuenta de lo grande que era el mundo, tanto que descubrió poblados allí en los que las niñas sufrían violencia y discriminación. "¡Y yo no tenía ni idea!", advierte. Ella, que ya trabajaba en su comunidad en programas de resiliencia frente a desastres naturales (por lo que fue seleccionada para visitar proyectos en Manila), se encontró con otra terrible realidad que no está causada por las inclemencias climáticas, sino por la falta de respecto que algunas personas le tienen a los derechos humanos. Lejos de amilanarse, decidió luchar contra la injusticia. Como defensora de los derechos de las mujeres, pero sobre todo como periodista, "Estudio inglés y comunicación porque creo que dar voz a la gente puede contribuir a solucionar sus problemas", dice. 

Irlane, 17 años. Brasil

Irlane es una de las autoras de 'La declaración de las niñas de Brasil'.
Irlane es una de las autoras de 'La declaración de las niñas de Brasil'.JAVIER SAURAS

Fue en el seminario Es mi turno, impartido por la ONG Plan Internacional en Brasilia, en el que las 18 adolescentes asistentes decidieron redactar La declaración de las niñas de Brasil, un documento en el que exponían los objetivos que, según ellas, son prioritarios para las menores de su país. "De los 17, creemos que tres son fundamentales. La salud, la protección y la educación", apunta Irlane. "En Brasil no tenemos un servicio de atención sanitaria especializado para mujeres. Tampoco la policía y somos más vulnerables. Y respecto a la educación, no todos los niños reciben una formación de calidad y, peor aún, las chicas no pueden especializarse en la formación que es considerada de hombres. Deberíamos poder cursar lo que queremos", enumera. La realidad a combatir es muy distinta de la que reivindica: "Muchas adolescentes se quedan embarazadas y dejan el colegio".

Darakhashan, 15 años. Pakistán

Para Darakhashan, la educación es fundamental para salir de la pobreza.
Para Darakhashan, la educación es fundamental para salir de la pobreza.JAVIER SAURAS

"Tengo una historia que quiero compartir. Tengo una tía que cuando tenía 14 años, su padre quería casarla. Ella se negó porque quería estudiar y pensaba que era muy joven para formar una familia. Pero al final se casó. Forzada. Yo tenía nueve años, vivía en el mismo pueblo y me preguntaba si a mí me pasaría lo mismo. Con 15, mi tía tuvo su primer hijo. Han pasado seis años y ahora tiene cinco. Mis padres, como yo, han conocido la situación de mi tía, y la ven trabajar duro para cuidar de su extensa familia. Cuando yo misma cumplí 15 años, mi padre decidió que ese no debía ser mi destino, sino que debía continuar mi educación. Y ahora estoy en Nueva York gracias a él". Con este relato, Darakhashan explica su compromiso personal contra el matrimonio infantil en su país. Trabaja en colaboración con ONG que operan en su zona, como Plan Internacional. "Formo parte de un grupo de 13 chicas que nos dedicamos a advertir a los padres de los riesgos de los casamientos tempranos. Vamos puerta por puerta dando charlas a las niñas y sus progenitores", detalla. Algunas veces, reconoce, sus interlocutores les cierran sus hogares pues consideran que sus ideas sobre los beneficios de asistir a la escuela o respecto a la salud femenina son peligrosas. "Pero volvemos una y otra vez e insistimos".

Antonina, 17 años. Kenia

"Si una chica está bien educada puede tener trabajo y tomar decisiones", opina Antonina.
"Si una chica está bien educada puede tener trabajo y tomar decisiones", opina Antonina.JAVIER SAURAS

¿Cuál es su objetivo? "El cuatro, porque trata sobre tener las mismas oportunidades. La educación es uno de los pilares más importantes de la vida de las personas y para salir de la pobreza", responde la joven. "Si una niña está formada como yo, puede tener un trabajo, hablar con otros, tomar decisiones", abunda. Gracias a las oportunidades para formarse, Antonina siente que está creciendo y llegando lejos como mujer. "Pero es injusto que otras niñas sufran y creo que debo hacer algo al respecto", asegura. Por eso, planea estudiar derecho y ser una activista defensora de los derechos humanos. "La ONG Plan me ha ayudado a alzar mi voz, y en el futuro me gustaría hacer lo mismo por otros", añade. Eso, además de aviadora. "Me gusta la naturaleza y viajar".

Luiza, 17 años. Brasil

Para Luiza, brasileña de 17 años, el machismo no tiene sentido. Su objetivo es combatirlo.
Para Luiza, brasileña de 17 años, el machismo no tiene sentido. Su objetivo es combatirlo.JAVIER SAURAS

Parece mayor de lo que dice su documentación. No solo por su aspecto físico, sino por su elaborado discurso sobre por qué la educación (especialización), la salud y la protección son los tres derechos que, junto con Irlane y otras chicas brasileñas, decidió defender ante los jefes de Estado citados en Nueva York para aprobar los Objetivos de Desarrollo Sostenible a finales de septiembre. "Voy a hablar mucho", avisa. "La educación es importante porque no podemos desarrollar el país sin ella. Ahora vivimos en una continua batalla para pagar las facturas a final de mes, pero yo no quiero que mi vida sea así. Ni la de nadie. Necesitamos que la educación se mueva donde nosotras estamos. Las que vivimos en zonas rurales, tenemos que marcharnos a las ciudades para poder seguir estudiando. Muchas no pueden abordarlo y acaban viviendo en casas de familiares que no pagan con dinero, sino trabajando para ellos. Esto no les ocurre a los chicos". Luiza apenas toma aire y continúa. "Lo segundo es la salud. Las mujeres en Brasil no tienen acceso a un ginecólogo y precisamente uno de los problemas que tenemos que atajar en el país es el embarazo adolescente. En mi país se hacen bromas con el sexo. Por eso, cuando las chicas tienen alguna duda o situación difícil, no se atreven ni hablar sobre ello con el doctor, porque creen que se burlará. Sienten vergüenza". Cierra otro capítulo y continúa: "Protección". Esboza un gesto de enojo. "La Policía tiene que mejorar el servicio de atención a las mujeres víctimas de violencia. No puede ser que todavía les pregunten: '¿Qué hiciste para ser maltratada?". Luiza se sincera y reconoce que en su familia hubo un caso de abusos sexuales. "Mi prima tenía nueve y mi tío 40 años. Cuando fuimos a juicio le creyeron a él. Es difícil para una chica pasar por eso. Ella sufre violencia y es a quien la gente juzga como si fuera la culpable", relata. "Sí, me enfadé. Esto debe cambiar. Yo lo quiero cambiar. El machismo no tiene sentido", termina.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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