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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Transgénicos y ciencia basura

Un estudio plagado de errores inducía a pensar, sin pruebas, que algunos cultivos genéticamente modificados producían cáncer

Campo de ensayos de maíz transgénico en en Aranjuez (Madrid).
Campo de ensayos de maíz transgénico en en Aranjuez (Madrid). MANUEL ESCALERA

En el paisaje de medios de hoy, donde abundan las opiniones infundadas, el despliegue publicitario y los rumores, el método científico —los medios por los cuales determinamos, en base a evidencia empírica y mensurable, qué es verdad— debería servir como un indicador de realidad. La ciencia nos permite evaluar lo que creemos que sabemos e identificar lo que no sabemos. Más importante aún, refuta las falsas afirmaciones hechas por razones personales o políticas o al menos debería hacerlo.

Pero los científicos ocasionalmente se vuelven deshonestos y abandonan el método científico —muchas veces en busca de notoriedad o rédito económico— para producir propaganda y sembrar miedo en una población que no es experta en la materia pero está sedienta de información. Este abuso de autoridad científica es moneda corriente especialmente en las industrias de alimentos orgánicos y naturales, que capitalizan el miedo de la gente a los productos sintéticos o antinaturales.

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Un ejemplo reciente es el científico indo-norteamericano V. A. Shiva Ayyadurai quien, junto con Prabhakar Deonikar, publicó el documento más ridiculizado de la historia: ¿Los OMG acumulan formaldehídos y distorsionan el equilibrio de los sistemas moleculares? La biología de los sistemas puede ofrecer respuestas. (Los OMG son “organismos modificados genéticamente”, muchas veces injustamente estigmatizada, que abarcan un universo de organismos modificados con las técnicas más modernas y precisas de la ingeniería genética).

Si bien el artículo supuestamente pasó por el proceso de revisión de pares, un componente clave de la ciencia legítima, apareció en una publicación de bajo impacto del tipo pagar por publicar, Agricultural Sciences, que es producida por un editor predatorio. A los días de la publicación, organizaciones que se oponen a la biotecnología como la Asociación de Consumidores Orgánicos y GMO Inside informaban sobre los "hallazgos" de Ayyadurai con titulares atemorizantes: ¿Formaldehídos en la soja modificada genéticamente? y Nuevo estudio demuestra que la soja modificada genéticamente acumula formaldehídos químicos que causan cáncer, acompañados de gráficos aterradores.

Los científicos ocasionalmente se vuelven deshonestos y abandonan el método científico para producir propaganda y sembrar miedo en una población que no es experta

Pero los problemas del artículo de Ayyadurai son muchísimos. Su título solamente basta para demostrar que algo está mal. Si pensamos que los OMG podrían "acumular formaldehídos" —una sustancia química que puede que sea cancerígena en niveles altos pero que está presente en la mayoría de las células vivas y se encuentra diseminada en nuestro ambiente—, la respuesta obvia sería medir sus niveles en los organismos. Ayyadurai, sin embargo, optó por hacer suposiciones en base a un modelado a través de la biología de los sistemas.

La biología de los sistemas sólo permite una predicción, no una conclusión experimental. En lugar de testear efectivamente los niveles de cualquier sustancia química en las plantas, Ayyadurai introdujo datos en un algoritmo informático para predecir los niveles de dos sustancias químicas, los formaldehídos y el glutatión. Es como si un meteorólogo quisiera predecir a partir de sus modelos que habrá sol todo el día, en lugar de mirar por la ventana para ver si está lloviendo.

Sin duda, como explicó Kevin Folta, director del departamento de ciencias hortícolas de la Universidad de Florida, la biología de los sistemas puede ser una estrategia útil si se la emplea correctamente. Según sus palabras, la biología de los sistemas "es una manera de hacer predicciones en base a la integración de datos existentes, obteniendo luego, estadísticamente, una probabilidad de que las predicciones puedan ser correctas". Pero, resalta Folta, las predicciones luego tienen que ser testeadas, "y la estrategia de los sistemas, validada".

Al igual que todos los estudios predictivos basados en modelos informáticos, la validez de los resultados depende de la integridad de los datos y el algoritmo. Si los datos se manipulan para respaldar las conclusiones deseadas del modelador, o si el algoritmo está fallado, los resultados serán erróneos. Pero no resulta claro a partir del artículo de Ayyadurai qué datos fueron utilizados, y no hay ninguna validación del modelo.

El abuso de autoridad científica es moneda corriente especialmente en las industrias de alimentos orgánicos y naturales

Folta hace una parodia brillante del trabajo de Ayyadurai. "Si desarrollamos un programa informático que integraba datos de Internet para predecir la ubicación de Múnich, y el programa nos dijo que estaba en el medio del Golfo de México, enfrente de Florida, no significa que Munich esté en el Golfo de México, enfrente de Florida". Por el contrario, significa que hemos cometido un error, en nuestro programa, suposiciones o datos cargados, que son, en su totalidad, comprobables.

La decisión de no cuestionar esos datos, continúa Folta, y en cambio "publicar un mapa que muestra que Múnich está en el medio del Golfo de México, refutando todos los otros datos y las afirmaciones de millones de alemanes bastante secos, no significa que seamos brillantes. Significa que no tenemos ni idea, o más probablemente, que tenemos algún motivo para querer que una metrópolis alemana importante esté a dos horas de Tampa en barco".

Folta también tiene algo que decir sobre el editor de Ayyadurai. Si imprimimos el mapa falaz que muestra la ubicación de Múnich, "¿qué dice eso de nuestra integridad como una fuente confiable de información?".

En el espíritu de la cooperación científica, Folta ofreció colaborar con Ayyadurai en el testeo, en un contexto universitario, de muestras de maíz y soja modificadas genéticamente (junto con controles apropiados), con ayuda de un laboratorio independiente. Ayyadurai se negó, de manera que Folta procederá por cuenta propia.

Los datos experimentales estarán disponibles en breve. Mientras tanto, si usted tiene antojo de sauerbraten y spaetzle, vaya a Europa central, no al Golfo de México.

Henry I. Miller, médico y biólogo molecular, es miembro Robert Wesson en Filosofía Científica y Políticas Públicas en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Fue el director fundador de la Oficina de Biotecnología de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos. Kavin Senapathy es un escritor independiente de temas científicos en Madison, Wisconsin.

Copyright: Project Syndicate, 2015. www.project-syndicate.org

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