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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Que se acaben los deberes?

Las tareas a casa, por desagradables que resulten, forman parte de la lógica del aprendizaje

José Andrés Rojo
Una madre ayuda a sus hijos a realizar los deberes escolares en casa
Una madre ayuda a sus hijos a realizar los deberes escolares en casaXurxo Lobato

La Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa) ha pedido que no haya deberes fuera de la jornada escolar. Al parecer hay muchas quejas que sostienen que “se está trasladando a los domicilios” lo que sea que ocurra en los centros de aprendizaje. Los deberes provocan una “presión institucional” que, por lo que se ve, es de tal calibre que quienes no los hacen “pueden llegar a bajar nota”. Así que fuera, que se acaben las tareas, no vayan a existir diferencias entre los que trabajan y los que no lo hacen. Además, los alumnos no paran: entre ir al colegio o al instituto y cumplir con las obligaciones escolares en casa pueden llegar a dedicar a su formación unas “60 horas semanales”. “¿Algún adulto lo admitiría?”, preguntó el presidente de la Ceapa la pasada semana en rueda de prensa.

Los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) confirman que España es uno de los países donde los estudiantes de 15 años dedican más tiempo a sus deberes. Pero la propia OCDE considera que hay “razones muy sólidas” para que sigan existiendo. La propuesta de la Ceapa, por tanto, no podría contar con su bendición. De hecho, la idea de quitar de un plumazo los deberes tiene un punto provocador, un aire original, una impronta revolucionaria.

Nadie que haya pasado por un colegio se ha visto libre de llevarse tareas a casa. Forma parte de la propia lógica del aprendizaje, por desagradable que haya resultado siempre hincar los codos. Es necesario volver sobre lo que se ha explicado en clase, fijarlo, es imprescindible para consolidar lo aprendido hacer determinados ejercicios, resolver problemas, incluso memorizar alguna cosa (por desprestigiada que esté hoy esta facultad). Etcétera.

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Seguro que hay un problema. Es más, seguro que hay varios problemas. Los diferentes informes Pisa no dejan en buen lugar a la educación española, cambian los planes con demasiada frecuencia, y es verdad que la manera de aprender ha cambiado mucho e igual, efectivamente, ya no sirve del todo el viejo y legendario esquema del maestro que da la lección y que manda unas tareas para que se hagan en casa. Puede ser que esto sea ya muy anticuado, con tantos ordenadores y con tantas nuevas estrategias pedagógicas, y con tantos términos tan rotundos. Por ejemplo, “presión institucional”.

Y es que no debe tener pase que los alumnos anden estresados por “trasladar” a sus domicilios parte de su aprendizaje. Una cosa es la escuela, otra muy distinta la propia casa. Ese es el mensaje que ha enviado la Ceapa: que no tienen nada que ver. Y es un mensaje equivocado. Habrá que arreglar lo que vaya mal (horarios, organización, normas para estudiar), pero lo que también quieren decir esos dichosos deberes es que ese domicilio, el hogar, es una parte imprescindible del proceso de formación.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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