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Tentaciones

Sinead O’Connor: a golpes con todos

Kim Kardashian es la última "víctima" de la cantante irlandesa, siempre dispuesta a atizar a personajes conocidos

Rebeca Suárez

Cantante, músico, médium cualificada, sacerdotisa católica por obra y gracia de sí misma, tres cuartos heterosexual y un cuarto gay aproximadamente. Así es como ha ido definiéndose con el paso del tiempo Sinead O’Connor, esa mujer de la que la mayoría sólo sabe dos cosas: que convirtió en éxito inmortal su versión de Nothing Compares 2 U, y que tiene la mecha casi tan corta como suelta tiene la zapatilla.

La última que se ha llevado un zapatillazo con triple efecto colateral de la irlandesa es Kim Kardashian tras su reciente portada en la versión estadounidense de la revista Rolling Stone. Al respecto, O’Connor compartía en su Facebook: “¿Qué hace esta zorra (que no sonríe para que no le salgan arrugas) en la portada de la Rolling Stone? Oficialmente, la música ha muerto. ¿Quién iba a decir que la Rolling Stone la mataría? Ya no podemos culpar sólo a Simon Cowell y Louis Walsh. Bob Dylan tiene que estar horrorizado”.

La portada de la discordia
La portada de la discordia

Así se ventilaba O’Connor a Kardashian, Cowell, Walsh y a la Rolling Stone. Cuatro dianas en menos de cincuenta palabras, que no es moco de pavo. Pero su habilidad no es innata, sino que viene labrada por una larga y prolífica dedicación sistemática a compartir sus inquietudes, preocupaciones y juicios de valor (más o menos fundados y acertados), pese a formar parte de un sistema que invita a sus participantes a hacer todo lo contrario.

Copiando la expresión de la propia O’Connor, Sidnead es “tres cuartos rebelde sin causa y un cuarto luchadora comprometida”. ¿O es al revés?

La foto del Papa Juan Pablo II

No queremos quitarle mérito a los grandes púgiles actuales de la gresca entre famosos, pero es que Sinead estaba rompiendo la foto del Papa Juan Pablo II en el Saturday Night Live antes de que Iggy Azalea y Azealia Banks supieran usar el orinal. “Lucha contra el verdadero enemigo”, decía O’Connor mientras rasgaba la foto del máximo dirigente católico ante los millones de personas que veían en directo el mítico programa de humor. Corría el año 1992, y la que fuera ya protagonista de uno de los momentos más tensos de la historia de la televisión norteamericana, explicaba días después su actuación con una de sus armas de comunicación predilectas: una carta abierta. “La Iglesia Católica nos controla mediante la educación, sus enseñanzas sobre sexualidad, matrimonio, anticonceptivos y aborto, y sobretodo mediante las mentiras que inculcan a través de los libros de historia”. Cinco años después, intentaría hacer las paces con el Papa tachando su actuación como “un acto ridículo, el gesto de una niña rebelde”.

Frank Sinatra busca pelea

De entre los millones de personas que se tomaron como ofensa personal el acto sacrílego de la cantante (y a las que jamás llegaron las explicaciones de ésta o, simplemente, prefirieron ignorarlas), hay uno que ya le tenía ganas de antes.

En 1990, O’Connor se negó a que sonara el himno nacional norteamericano previo a uno de sus conciertos. Frank Sinatra, no conocido precisamente por su controlado temperamento, declaró “si fuera un tío, le patearía el culo”. A lo que ella contestó en una entrevista posterior: “No podría devolverle el golpe a este hombre. Tiene como 78 años. Podría matarlo”.

Prince, golpes y escupitajos

Parece ser que, por alguna extraña razón, lo de que Sinead O’Connor lanzara su versión de Nothing Compares 2 U sin el consentimiento de Prince, su autor original, no le hizo mucha gracia al artista anteriormente conocido como. Y en una visita de la irlandesa a la mansión de éste, las cosas se pusieron feas bastante rápido. Primero, Prince le increpó que dijera tantas palabrotas. Y de ahí, una cosa llevó a la otra (mayormente que Sinead le dijo que “le dieran por el culo”), y, según la versión de O’Connor, acabaron desenfundando puños y lanzándose escupitajos, hasta el punto de que la cantante tuvo que escapar del lugar contra la voluntad del artífice de Purple Rain.

Miley Cyrus se prostituye

El Papa, Sinatra, Prince… ¿Miley Cyrus? Sí, los tiempos han cambiado, y Sinead O’Connor y sus trifulcas se han adaptado a ellos. Las redes sociales nos incitan a expresar nuestras opiniones sin filtros cual cantos de sirena mediáticos, y O’Connor no tiene ningún problema en chocarse una y otra vez con las mismas rocas. Todo en nombre de la causa.

En 2013 le tocó el turno a Miley Cyrus cuando compartió en una entrevista que el vídeo de Nothing Compares 2 U había influenciado el de su canción Wrecking Ball. Y en palabras de la sabia niña del video viral “la que has liao, pollito”. O’Connor, que, como podíamos comprobar en sus palabras a Kim Kardashian, es feminista claramente no practicante, le dedicó una carta abierta a Cyrus en la que le decía “en espíritu maternal y con amor” que “el mensaje que envía al mundo es que prostituirse mola”.

Cyrus, que de madurez va con la luz intermitente, respondió atacando a Sinead usando unos tuits en los que la irlandesa pedía ayuda psiquiátrica con urgencia, comparándola con Amanda Bynes. Comenzando así una guerra verbal que incluyó dos cartas abiertas más de O’Connor a Miley, y la última contestación de ésta última vía tuit: “Sinead. No tengo tiempo de contestar tu carta abierta porque esta semana estoy presentando y cantando en Saturday Night Live”.

Justin Bieber vende sexualidad y Lady Gaga induce a la masturbación

Tras sus desavenencias con Miley Cyrus, Sinead O’Connor aprovecho el impulso para centrar su lucha en la errónea actitud de la industria musical respecto al sexo. “Justin Bieber vende su sexualidad, pero es demasiado joven como para darse cuenta”. Y “Lady Gaga, que sabe que la mitad de su público son menores, les incita a simular masturbaciones. ¿Qué tipo de persona hace eso?”

U2 son terroristas y One Direction han acabado con la música

Pero la sexualidad no es el último frente en el que combate O’Connor dentro de un complejo panorama musical en el que U2 invaden nuestros aparatos de escucha con su álbum Songs of Innocence sin nuestro consentimiento. “Fue algo casi terrorista. No soy muy fan de U2, pero no me parece nada bien que invadan las vidas de la gente así”.

Aunque para terrorismo, el de Simon Cowel y Louis Walsh, perpetradores, entre otras cosas, de X Factor, y titiriteros detrás de One Direction. “El poder del rock and roll para cambiar las cosas y para motivar a la gente, está siendo asesinado por el culto a la fama y por gente como Simon Cowel y Louis Walsh –que no sabía grabar un CD la última vez que le vi- y que deciden quién se convierte en famoso y quién no”.

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