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Yaga Burundi: blogueros contra el silencio y por la democracia

Una cuarentena de jóvenes periodistas ciudadanos se han implicado en contar las elecciones en Burundi

Carlos Bajo Erro
Miembros del movimiento “anti tercer mandato” frente a la policía en una imagen difundida por un bloguero de Yaga Burundi.
Miembros del movimiento “anti tercer mandato” frente a la policía en una imagen difundida por un bloguero de Yaga Burundi.

“Un buen bloguero es un bloguero vivo”, dice Alain Amrah Horutanga, uno de los impulsores del colectivo Yaga Burundi, para justificar los casi quince días que los miembros del grupo se vieron obligados a mantenerse callados. Su objetivo era escribir, contar lo que otros no cuentan, y paradójicamente lo que más ha resonado ha sido su silencio. Desde el fallido golpe de estado del pasado 13 de mayo y las detenciones que sucedieron al tímido levantamiento, el colectivo de blogueros de Burundi se vio obligado a mantener una posición discreta. Pero no se habían disuelto, no habían desistido, se preparaban para hacer frente al gran reto que se les había impuesto, el mismo por el que nacieron, ayudar a que la sociedad civil sea escuchada y tenga un papel protagonista en las elecciones presidenciales previstas, después de varios retrasos, para el próximo 15 de julio.

La próxima cita electoral no es un proceso cualquiera. Para la sociedad civil, sobre todo, se ha convertido en una especie de pulso, no partidista sino de sistema, de juego de fuerzas. El anuncio del actual presidente Pierre Nkurunziza de comparecer a un tercer mandato, en contra del límite que establece la constitución hizo que se revolviesen las aguas. La aceptación de esta candidatura por parte de las autoridades electorales hizo que saltase la chispa de unas movilizaciones, a finales del mes de abril, principalmente en Bujumbura, la capital del país. La oposición y los manifestantes clamaban por el respeto a las reglas establecidas y, de paso, por la transparencia y la toma de responsabilidad de los ciudadanos. El movimiento “anti tercer mandato”, marcaba el paso.

Imagen de algunos de los blogueros implicados en Yaga Burundi. Foto cedida por el colectivo.
Imagen de algunos de los blogueros implicados en Yaga Burundi. Foto cedida por el colectivo.

Y en medio de ese clima, los blogueros burundeses han emergido como un actor nuevo de esa sociedad civil, organizados, por primera vez, en torno a Yaga Burundi. “Yaga, el nombre escogido, viene del verbo 'kuyaga' que en kirundi (la lengua mayoritaria del país) significa 'contar'”, dice Horutanga cuando explica el nacimiento del colectivo. “Burundi es un país poco conocido en el mundo y nosotros queríamos ser una ventana desde la que, aquellos que no conociesen el país, pudiesen encontrar elementos suficientes para hacerse una idea más completa sobre un país que sólo aparece en los medios por masacres y matanzas”, este era el objetivo inicial del concepto de Yaga. La proximidad de las elecciones intensificaba los anhelos, pero después del golpe de estado fallido y del apagón mediático en el país, la actividad de Yaga se convirtió en una necesidad.

“A pesar de que no hay demasiados blogueros en Burundi, hemos visto que hay potencial de jóvenes con habilidad para escribir, para hacer ilustraciones o fotografías. Hemos querido crear una comunidad. Yaga pretende ser todas las voces, todas las habilidades y todos los temas desde el punto de vista de los blogueros, pero claro, ahora el tema fundamental es el proceso electoral, porque es lo que marca nuestro día a día”, explica Armel Gibert Bukeyeneza, un veterano bloguero burundés y una de las manos que hay detrás de la iniciativa. En este proyecto, el colectivo ha contado con el apoyo de la RNW (Radio Netherlands Worldwide) y del portal WazaOnline, que ha colaborado en la formación de los jóvenes periodistas ciudadanos

En el momento del lanzamiento, el pasado 20 de marzo, la comunidad contaba con una cuarentena de miembros entre los que había “profesores universitarios, analistas políticos, juristas, estudiantes, escritores, artistas, parados o periodistas, porque es un colectivo abierto a todo el mundo”, según explica Horutanga. Además, los miembros pertenecen, por ejemplo a etnias diferentes y eso no ha sido impedimento para construir un compromiso sólido. Los objetivos más inmediatos eran exigir a los dirigentes “una política de tolerancia y de respeto mutuo, teniendo en cuenta los principios que nos han permitido recuperar la paz y aprovechar las elecciones para obligar a los políticos a atender las peticiones de la juventud en un país en el que es mayoría. La educación y el empleo deben ser las prioridades de los políticos. Y sabíamos que siendo una comunidad fuerte teníamos más posibilidades de ser escuchados”, confiesa Horutanga.

“Estoy convencido de que nuestro trabajo, el periodismo, ayuda a la población a comprender sus derechos y a sus obligaciones hacia el país. Me impliqué en la comunidad Yaga, por el gusto y el deseo de compartir mis convicciones e intercambiarlas con todo el mundo”, explica un joven miembro de Yaga, también periodista, para el que en este momento es conveniente mantener el anonimato. Otra de las blogueras señala que su experiencia en la plataforma ha sido la de “pertenecer a un grupo de jóvenes que piensan y ven las cosas de manera diferente pero que se respetan mutuamente y están dispuestos a exponer y defender sus puntos de vista”. Esta misma activista asegura que las actividades de la plataforma “ayudan a la democracia porque animan el debate, en las redes sociales, entre jóvenes de diferentes etnias, religiones, clases sociales e incluso ideas políticas”. “Esta interacción es ya una muestra de expresión y de valores democráticos”, concluye la joven, que por cuestiones de seguridad no puede exponerse.

La chispa para despertar todas estas inquietudes ha sido la proximidad de unas elecciones que desde el primer momento aparecían como un momento crítico. “Sabemos que cada vez las elecciones son sinónimo de violencia, por eso hemos querido adelantarnos. Queremos contar lo que ocurre, aplacar los ánimos y cuando haga falta denunciar las derivas antidemocráticas que se puedan producir”, dice el joven bloguero. Y la primera de esas derivas ha sido la voluntad del presidente de volver a presentarse a los comicios.

Imagen de una de las manifestaciones de mujeres en Bujumbura distribuida por un miembro de Yaga.
Imagen de una de las manifestaciones de mujeres en Bujumbura distribuida por un miembro de Yaga.

En toda esta voluntad de construir pesa el pasado de un país que ha hecho frente a un largo conflicto en el marco de la inestabilidad de la región. “La paz no tiene precio”, advierte Horutanga, “y muchos burundeses han pagado con su sangre para conseguirla y no podemos renunciar a ella después de diez años”. Una de las primeras campañas lanzadas por Yaga ha sido #JeSuisArusha. En medio de las protestas por la aspiración al tercer del presidente, el colectivo de blogueros recordaba a través de Twitter el espíritu de los acuerdos de paz (firmados en la ciudad tanzana de Arusha). “Sabíamos que esto ocurriría. Habíamos previsto el conflicto y lo hemos advertido, pero como ocurre a menudo, no escuchan a los jóvenes”, se lamenta Horutanga.

Desde Esquilo de Eleusis en la antigua Grecia, hasta Julian Assange en la actualidad, muchos han asegurado que “la verdad es la primera víctima de la guerra”. Y los burundeses lo han podido comprobar. Ya al inicio de las protestas un misterioso apagón afectó a las redes sociales y a las plataformas de mensajería inmediata a través de la telefonía móvil, pero los blogueros encontraron la manera de burlar las restricciones a través de las redes Wi-Fi que, en todo caso, no están al alcance de todos los ciudadanos del país. “Así es como aquellos que nos gobiernan han decidido restringir nuestros derechos y nuestras libertades”, se lamenta Horutanga.

Pero la escalada de ataques a la libertad de expresión no había hecho más que empezar. El golpe de Estado fallido fue la excusa perfecta para silenciar los medios de comunicación: “Las primeras víctimas del golpe fueron los medios independientes. Unos directamente fueron quemados y otros obligados a cerrar”, señala Bukeyeneza. Iwacu, un grupo de prensa nacional, con muchas conexiones decidió detener su actividad momentáneamente.

Y los blogueros decidieron “ocultarse”. Lo hicieron para recomponerse, para rediseñar su estrategia y buscar la manera más adecuada de no renunciar a sus objetivos. “En su discurso de regreso (el 15 de mayo), el presidente Nkurunziza equiparaba los manifestantes a los golpistas. Nosotros habíamos lanzado la campaña #JeSuisArusha al día siguiente del golpe y lo habíamos comentado en directo a través de las redes sociales, así que también podíamos ser mal vistos por el poder”, añade Horutanga. Los perfiles de Yaga y de sus principales impulsores quedaron como congelados durante casi dos semanas

Durante el apagón de los teléfonos móviles, los miembros del colectivo habían empezado a tomar precauciones. “Restringimos nuestros movimientos, empezamos a prestar atención a las horas y los lugares en los que nos reuníamos, avisábamos siempre a los amigos del lugar en el que estábamos. Recibimos amenazas y evidentemente teníamos miedo”, cuenta Horutanga, ahora desde un lugar seguro. Pero la amenaza creció con el fracaso del golpe de estado. “Después del golpe se inició una especie de caza de brujas con todos aquellos que se habían opuesto al tercer mandato. Yaga había lanzado una campaña contra el tercer mandato y a favor del respeto a los acuerdos de Arusha, así que estaba claro que nosotros también éramos objetivo”, explica Bukeyeneza. Ahora, ellos dos, Horutanga y Bukeyeneza llevan la voz cantante porque se sienten en una posición segura, el resto de los miembros del colectivo, mantienen el anonimato. En una de las últimas iniciativas de Yaga, la plataforma ofrece la posibilidad de publicar post sobre la situación en Burundi, después de haber sido verificados, pero manteniendo a sus autores en un seguro anonimato.

“No podemos vivir siempre en el miedo. Hace una década, era habitual cerrar los ojos, mirar para otro lado ante las injusticias o los abusos de autoridad, pero ya no podemos permitirlo. No podemos aceptar ser la vergüenza de todo el mundo o el ejemplo de un estado tiránico en pleno siglo XXI”, dice Horutanga.

“Yaga da la palabra a todo el mundo”, continúa el bloguero desde su refugio seguro, “pero hemos intentado fijarnos más en las personas que están sufriendo esta crisis, los heridos, las víctimas, sus familias, los comerciantes o los refugiados. Aunque no somos un medio de información, sino una plataforma para proyectar las inquietudes de los blogueros, sabemos que incluso para los medios más implantados es difícil dar estas informaciones. Los blogueros están sobre el terreno y hoy en día el rumor circula más rápido que la información, ese es el peligro que más nos preocupa”. Así, lo más duro del tiempo de silencio que se han visto a guardar ha sido, según este impulsor de Yaga, “tener la sensación de estar dejando lugar a todo tipo de rumores”.

Durante los preparativos, los miembros de Yaga han podido contactar con activistas de otros países africanos y se han mirado en las experiencias de toma de protagonismo de la sociedad civil “que se han apoyado en la defensa de la democracia y los derechos humanos a través de las TIC”, señala Horutanga. Por su parte, Bukeyenaza recuerda que durante la crisis de los últimos meses “la única fuente de información era la que circulaba por las redes, a pesar de que los burundeses son grandes consumidores de radio”. “Las redes sociales y las TIC”, defiende este bloguero, “son de vital importancia para la democracia porque dan la palabra a todo el mundo. Además, cuando el resto de medios se silenciaron fue lo único que quedó”.

Ahora, Yaga ha retomado la actividad, las condiciones para las elecciones no son las mejores, con la amenaza de la oposición de boicotearlas y la experiencia de unos comicios municipales y legislativos preliminares que se han desarrollado entre los episodios de violencia, la incertidumbre y la amenaza de fraude. La duda pesa, incluso, sobre la celebración de las votaciones, que en las últimas semanas han sido criticadas por delegaciones diplomáticas y organizaciones internacionales. “El deseo de todos los burundeses es que las elecciones se desarrollen de la mejor manera posible. Y nosotros tenemos la intención de mantener la misma estrategia. Contar las elecciones”, sentencia Horutanga.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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