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CLAVES
Columna
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Satisfacción repúblicana

Soy un monárquico de ocasión, dispuesto a cambiar de bando en cuanto así lo exija el ambiente

Jorge M. Reverte

No voy a tirarme el farol de tener una militancia republicana muy acendrada. Digamos que me conformo con una discreta predilección, sobre todo después de años de trabajar en el estudio de los tiempos republicanos y no haber encontrado grandes motivos de satisfacción históricos salvo por lo que se refiere a que la República acabó con muchos años de una monarquía corrupta e inculta.

Soy un monárquico de ocasión, dispuesto a cambiar de bando en cuanto así lo exija el ambiente. Por ello, la única vez en que he tenido oportunidad le ofrecí a Felipe VI, cuando aún era opositor al puesto, que se presentara a presidente de República, que es un puesto menos elegante, pero tiene sus ventajas. Cuatro años de empleo fijo, si no hay un militar encanallado que quiera acabarlos antes, y un buen sueldo a discutir. La vivienda garantizada en un buen palacio, y un despachito, secretaria y coche con chófer, con más garantías escritas que las que le dieron a Leguina. Todo eso a cambio de ahorrarnos la discusión sobre Monarquía o República.

Y ahora va Felipe VI y nos da dos satisfacciones seguidas que nos descolocan. Primero fue lo de La Nueve, los honores en Francia a la compañía de republicanos (ni comunistas, ni socialistas, ni anarquistas) que fueron los primeros en entrar en París. No liberaron París, pero Leclerc les dejó entrar los primeros porque era un hombre sensible. Felipe VI honró su memoria como republicanos, en presencia, todo hay que decirlo, de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, lo más parecido a un soldado de La Nueve que había en Francia. Hay que reconocérselo a los franceses, también esto, ese homenaje a gente tan sencilla acompañado de la presencia de un rey que es casi republicano.

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Ahora ha llegado la segunda oportunidad para rematar la faena. En México, ha brindado por el país que acogió a todos los republicanos que pudo después de la Guerra Civil. Yo, con estas dos actuaciones ya le perdonaría casi cualquier cosa. No es un Borbón como solían serlo.

Me gustaría que, para coronar, asistiera a un homenaje a Azaña. Alcalá está aquí mismo.

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