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red de expertos planeta futuro
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Es posible otro sector privado?

Igual que ciudadanía y gobiernos, la empresas también deben adaptarse al mundo global y a la crisis de modelo productivo

Un hombre baña a unos niños en el río en Nejapa, El Salvador.
Un hombre baña a unos niños en el río en Nejapa, El Salvador.Pedro Armestre

No hay respuestas fáciles cuando se trata de pensar y juzgar el rol del sector privado en el desarrollo sostenible, siempre que entendamos el desarrollo como mucho más que el crecimiento económico y la sostenibilidad como mucho más que el nuevo capitalismo verde.

Lo que cada vez se hace mas evidente a los ojos de quienes seguimos la futura agenda de desarrollo sostenible (los todavía poco conocidos Objetivos de Desarrollo Sostenible) es que el cada vez más preponderante papel del sector privado solo podrá tener cabida adecuada si va acompañado de un cambio profundo. Un cambio en la forma en que se entiende y valora la rentabilidad y el beneficio en los grandes negocios internacionales. Un cambio en la forma en que se miden y valoran los impactos sociales y ambientales de los negocios. Un cambio en la actual tendencia de lucha descarnada por la explotación de los recursos naturales y de reducción de costes de producción a costa de los más elementales derechos. Es más, si el plan a seguir es la desregulación creciente y la limitación de los controles públicos, no podrán encontrarse unas reglas del juego adecuadas que permitan la convivencia de los intereses del negocio con la sostenibilidad ambiental y social.

El papel del sector privado solo podrá tener cabida si va acompañado de un cambio profundo

En Alianza por la Solidaridad todavía queremos creer que es posible este cambio profundo. Que de la misma forma en que ciudadanía y gobiernos tenemos que adaptarnos al mundo global y a la crisis de modelo productivo y de consumo, las empresas también han de hacerlo. De esto exactamente va nuestra campaña TieRRRa. Queremos que las empresas entiendan que pueden ser rentables cumpliendo toda la regulación necesaria para acabar con los abusos fuera de nuestras fronteras. Queremos que estén dispuestas a incluir en su beneficio la sostenibilidad social y ambiental que pueden generar, que rindan cuentas ante las comunidades más pobres cuando hacen ingentes beneficios y que se comprometan a reinvertir a través de iniciativas locales una parte importante de sus ganancias.

Iniciamos la campaña a principios de junio con la enorme dificultad de encontrar casos exitosos. La estrenamos con el sinsabor de ver que una empresa como Coca Cola, a pesar de su imagen y compromiso, está lejos de evitar que, a través de su cadena de distribución, se contribuye a vaciar un acuífero clave para el suministro de agua en San Salvador y Nejapa; y con la perplejidad de constatar que una de las mayores embotelladoras mundiales, SABMiller, que por cierto embotella cerveza local en las Islas Canarias, no se siente responsable de su impacto en el acuífero centroamericano. Todo ello sucede ante la torpeza, la incapacidad o la anuencia de diversos poderes públicos y a la gente corriente no le queda más recurso que la protesta constante y organizada.

Queremos que las empresas entiendan que pueden ser rentables cumpliendo toda la regulación para acabar con los abusos 

Este caso, lamentablemente, no es sino uno más. Así queda patente cuando vemos el mapa de las movilizaciones comunitarias en America Latina en contra de toda clase de inversiones empresariales que amenazan el acceso a la tierra, el acceso al agua potable o la conservación de valiosos ecosistemas. Son protestas cada vez más frecuentes y cada vez más desesperadas.

Así ha quedado patente en la agenda de las organizaciones sociales que ha acompañado la cumbre UE-CELAC, celebrada en Bruselas a principios de junio, donde la sociedad civil de América Latina y Europa ha coincidido en que este modelo extremadamente liberalizado que puede terminar convirtiéndose en impunidad, no puede continuar.

Nos hace falta un gran cambio en el sector privado para que pueda jugar el papel de liderazgo sostenible que esperamos y necesitamos de él. Y ese cambio ya no puede fundamentarse esencialmente en la imagen de marca, ni ser anecdótico y menor. Debe ser más contundente y generalizado e ir acompañado de los incentivos y correctivos públicos que lo garanticen. Eso pedimos en TieRRRa. No somos los primeros, ojalá seamos de los últimos porque ya no sea necesario.

Nuestra campaña en: http://www.alianzaporlasolidaridad.org/especiales/tierrra/

Ana Rosa Alcalde es Directora de Alianza por la Solidaridad o AxSolidaridad

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