_
_
_
_
MIRADOR
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Romanticismo

Este año se celebra el segundo centenario del nacimiento de Enrique Gil y Carrasco, el autor de ‘El señor de Bembibre’

Julio Llamazares

Eclipsado por dos conmemoraciones de más glamour, la del V centenario del nacimiento de Santa Teresa y la de los 400 años de la publicación de la segunda parte del Quijote, el segundo centenario del nacimiento del escritor Enrique Gil y Carrasco, el gran novelista del romanticismo español (y para algunos el pionero de la novela histórica en este país), habría pasado desapercibido de no ser por el esfuerzo del escritor Valentín Carrera, paisano de Enrique Gil, quien sin apenas ayuda institucional se ha empeñado en que el bicentenario del autor de El señor de Bembibre o de Bosquejo de un viaje a una provincia del interior deje su huella, si bien no sea muy sonora. La publicación de la obra completa del gran escritor romántico, muerto prematuramente como muchos de sus compañeros de movimiento, pese a lo cual dejó una gran producción escrita, y la celebración de un congreso internacional este verano en El Bierzo, la tierra en la que nació, son los dos hitos con los que Valentín Carrera se ha propuesto rescatar del olvido institucional la figura y la obra de su antepasado.

Para los que también se hayan olvidado ya del autor que se estudia en los libros de texto junto a Espronceda —su mejor amigo—, Gustavo Adolfo Bécquer, Larra o Rosalía de Castro, recordaré que Gil y Carrasco fue el narrador en un movimiento que se caracterizó sobre todo por el cultivo de la poesía. El señor de Bembibre, su novela más famosa, adornada con todos los ingredientes del romanticismo clásico: el medievalismo histórico, la presencia de la naturaleza, la melancolía, el misterio (en este caso, el de los templarios, una orden militar que desaparece definitivamente en la historia), está considerada la obra cumbre de un movimiento y de un escritor cuya vida, por lo demás, fue también un ejemplo de romanticismo. En sólo 31 años, que fueron los que vivió, a Enrique Gil le dio tiempo a escribir una obra considerable, a viajar por España y Europa, a aprender dos o tres idiomas, a cartearse con Humboldt y otros prohombres de su tiempo, a participar activamente en la vida política y literaria españolas y a ejercer como diplomático en la legación de nuestro país en Berlín, donde murió de tuberculosis y fue enterrado (en el cementerio de Santa Eduvigis) y donde sus restos permanecieron en el olvido durante años demostrando eso que dice Valentín Carrera, su valedor, de que morir lejos de casa es hermoso pero triste.

Por fortuna, aún quedan románticos como éste que se ocupan de que el olvido no borre la huella de nuestros grandes autores, aquéllos que de verdad trazaron un camino partiendo de la nada a la que volvieron luego.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_