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CONVERSACIÓN GLOBAL
Columna
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'UKIP or not UKIP'

El referéndum europeo, objetivo del partido extremista, puede ser su final o su despegue

Pablo Guimón

Se hartó de arremeter, pinta en mano, contra la falta de claridad de la casta de Westminster. Pero, al final, Nigel Farage fue el menos claro. Prometió que dejaría el liderazgo del partido antieuropeo UKIP si no lograba un escaño en el Parlamento. No lo logró. Dimitió. Pero solo cuatro días después, desdimitió (y el palabro, claro, se convirtió en trending topic).

No tuvo más remedio, se defiende. La Ejecutiva Nacional exigió unánimemente que se quedara, en una votación que muchos tacharon de farsa, al hallarse de cuerpo presente el supuesto líder caído, tomando buena nota de eventuales traiciones.

El portavoz económico del partido, Patrick O'Flynn, osó acusar a Farage de monarca absoluto y fue forzado a dimitir. Douglas Carswell, el desertor tory que ocupa el único escaño del UKIP en los Comunes, recomendó al líder que se coja unas vacaciones. Y eso ha hecho.

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Como en una tragedia shakespeariana, el ejército popular del UKIP implosiona y se enfrenta al padre, justo en el momento en que el objetivo del partido, sacar a Reino Unido de la UE, está al alcance de la mano.

Al hombre que más luchó por el referéndum se le intenta excluir de la primera línea de la campaña del no. Su agresiva oratoria no es conveniente llegado el momento de la verdad. Ahora toca convencer a los indecisos. El referéndum se gana con más de un 50%, no basta con el 12,5% que obtuvo UKIP en las generales, ni siquiera con el 27,5% de las europeas.

La prensa conservadora asegura que los tories euroescépticos han pedido que Farage no desempeñe un papel protagonista en la campaña por el no. Si él actúa de portavoz, advierten, será difícil una acción conjunta.

El UKIP nació para sacar a Reino Unido de la UE, pero la agenda que le valió el apoyo de uno de cada ocho votantes británicos es más amplia. Farage ha dicho que no quiere liderar la campaña. Pero también dijo que dimitiría. Y hay quien apunta que su intención oculta es capitalizar una derrota del no. Los fracasos en los referendos pueden ser muy rentables, como han demostrado los nacionalistas escoceses del SNP. El referéndum europeo fue la razón de ser del UKIP. Ahora puede ser su final o su despegue.

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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